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Más arrestos, más violencia mayor solidaridad |
Mi esposa, Yris Pérez Aguilera, mostrando algunos de los golpes que en numerosas ocasiones los asesinos y cobardes de la Seguridad del Estado les han propinado.
El fin de semana último la región central del país fue escenario de brutalidad represiva, arrestos y confinamientos. El viernes primero los activistas prodemocráticos Yris Tamara Pérez Aguilera, Idania Yánez Contreras, Alcides Rivera Rodríguez, Gonzalo de la Barca Pedraza y este servidor viajábamos por la carretera central. Nuestro itinerario tenía tres propósitos en concreto:
Ir hasta la prisión de Agüica a interesarnos por la situación del preso político Carlos Álvarez Guerra, dejarle algunos útiles de aseo personal; llegarnos hasta la ciudad de Colón a conocer sobre nuestra hermana Caridad Burunate Gómez, citada para ese día al cuartel de la policía política, por participar en la manifestación del día primero en esa ciudad. Apenas el auto en que viajábamos llegó a Los Arabos, un aparatoso operativo de fuerzas combinadas de la policía política nacional que allí esperaba, nos cerró el paso y procedió a nuestra detención.
Por varias horas allí detenidos y violando sus propios reglamentos se nos negaba la información de los motivos del arresto, lo que provocó una fuerte y contundente protesta de Idania e Yris, las que hicieron oír sus gritos de “estamos secuestrados, vivan los derechos humanos, abajo Fidel y abajo la dictadura”, en casi toda la unidad y provocaron la tensión de cuantos carros pasaban por la Carretera Central que colinda con la citada dependencia policial.
Alrededor de tres horas después nos mantenían en la carpeta de la unidad de policía, donde las plagas de mosquitos, la sed y la imposibilidad de realizar cualquier tipo de necesidad fisiológica nos eran impuestas como castigo. Entonces aparecieron desde Colón los corajudos activistas Ernesto Mederos Arrozarena y Francisco Rangel Manzano, quienes en plena carretera frente a la propia unidad de detención comenzaron a protestar por nuestros arrestos con fuertes gritos de ¡vivan los derechos humanos, abajo la dictadura!
Al estar a unos pasos de los activistas, aprovechamos los arrestados para salir de improviso de la unidad y saltar hasta la calle, es decir la Carretera Central, detener el tránsito y convertir aquello en una fuerte manifestación de protesta que atrajo a cientos y cientos de personas; manifestación que fue salvajemente reprimida por las hordas represivas, en lo fundamental contra las mujeres Idania e Yris, golpeadas y arrestadas sin piedad por corpulentos gendarmes uniformados.
En los casos de Alcides Rivera y Gonzalo de la Barca fueron confinados en los calabozos del propio poblado Los Arabos, Idania Yánez trasladada para la ciudad de Colón y Ernesto Mederos, Yris y yo para un intrincado paraje conocido por Calimete, donde fui testigo de una paliza a mi esposa por parte de un capitán de la policía política para quitarle el celular que había mantenido oculto en su cuerpo durante el tiempo de los violentos arrestos.
Gracias a ello y sobre todo a la paciencia solidaria de Julio Machado, periodista de Radio Martí, con su acostumbrada gentileza de no sólo responder a nuestro llamado, sino de mantener la comunicación durante casi tres horas, pudo la audiencia de esa emisora escuchar lo que esa noche aconteció.
Pero la cosa no concluyó ahí, no. Este domingo me dirigía con mi esposa a visitar a su hijo a la secundaria con el propósito de llevarle alimentos, cuando el carro en que viajábamos fue interceptado por otro similar operativo, el que nos arresta y confina en calabozos por varias horas, de nuevo la represiva castrista pretende obligarme a que acate una arbitraria extrajudicial prisión domiciliaria.
Pero de nuevo me niego a aceptar fallos y disposiciones que coarten mis elementales derechos como son el de libertad de circulación y expresión. Si ellos nos temen, como ya les dije, que me lleven a la cárcel, porque continuaré circulando y en las calles, el verdadero escenario de lucha y resistencia, y que de eso que no les quepa la menor duda.
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