BALCON AL CARIBE Headline Animator

La Hora en Cuba

Da Click en los Anuncios para Ayudar al Mtto de este Blog. Gracias

Marti por siempre!!

Marti por siempre!!
Marti por siempre!

martes, 24 de diciembre de 2013

Mirando a Chile para imaginar nuestro futuro

Mirando a Chile para imaginar nuestro futuro - Artículos - Internacional - Cuba Encuentro

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

El derrocamiento de Allende estuvo en algunas agendas desde el mismo momento en que ganó las elecciones. El gobierno de la Unidad Popular fue, desde sus inicios, sometido a un plan de desestabilización patrocinado por el gobierno americano y con el involucramiento activo de empresas transnacionales y de la derecha local. Boicots parlamentarios, huelgas empresariales, atentados, asesinatos, sabotajes terroristas, conspiraciones militares, etc., fueron hechos frecuentes entre 1970 y 1973. Sobre todo esto existe una extensa y comprobada documentación. El deterioro económico de Chile durante Allende no fue simplemente, como advierten los voceros neoliberales, un fracaso de un modelo de inspiración marxista (en realidad Allende fue notablemente keynesiano y cepalino) sino también el producto de una acción subversiva deliberada.

El golpe de estado de Pinochet —que contó con el apoyo de toda la derecha “democrática” a excepción de una fracción de la democracia cristiana— no solo produjo una represión criminal que asesinó, desapareció, torturó, desterró o encarceló a varias decenas de miles de chilenos. También desmanteló la briosa sociedad civil chilena y dejó a la población del país en condiciones de indefensión frente al capital y a sus aliados golpistas. Los que, con Pinochet a la cabeza, no solo salvaron-a-la-patria-del-comunismo, sino que también engrosaron sus fortunas mediante una corrupción desenfrenada que aun hoy avergüenza a los pulcros militares chilenos.

Y fue esta indefensión uno de los pilares del milagro económico chileno. No se trata solamente de que hayan atraído capital extranjero con legislaciones positivas, sino de que entre los atractivos ofrecidos estaba el desmantelamiento del sistema de servicios sociales construido a lo largo de un siglo, de los sindicatos y otras organizaciones populares, y de los derechos a la protesta y la resistencia. Pinochet y sus tecnócratas neoliberales no solamente mataron varios miles de chilenos, sino también a todo un orden social con un costo terrible para la mayoría de la población. Y no es exacto decir que su claque más íntima haya renunciado al poder cuando perdió el plebiscito: solo lo hizo cuando la élite militar se dividió y la presión internacional se hizo agobiante.

Pinochet dejó a los chilenos una economía que efectivamente crece, pero un sistema que ubica a Chile entre los países más desiguales del planeta. Es decir, les dejó una economía que funciona muy bien para una minoría muy reducida que acumula; algo bien para una clase media endeudada y atareada pero que visita los grandes centros comerciales; y muy deficientemente para una mayoría que pervive en medio de severas limitaciones. Y creo que se trata de una economía más desigual que la cubana, cuyo problema (por el momento) no es la desigualdad sino el estancamiento y la mediocridad que aniquilan las energías sociales.

Creo que el fenómeno político llamado Concertación, ahora devenido Nueva Mayoría al incluir a los comunistas, ha sido la lógica reacción de una sociedad que pide un lugar bajo el sol. La Concertación pudo reducir sustancialmente la pobreza, rehabilitar una serie de servicios sociales tras el estropicio neoliberal pinochetista y consolidar espacios democráticos y de concertación. Y todo ello ha sido muy positivo, pero dejó en pie núcleos duros de exclusión social, la mercantilización de los servicios sociales y un sistema fiscal regresivo y atrasado.

La sociedad chilena le ha pedido a Bachelet dar un paso más allá. No le ha pedido ensayar un experimento socialista —esa no es la agenda, como si fue la de Allende— pero sí dejar atrás al neoliberalismo mediante medidas redistributivas y democráticas. Y en particular mediante una reforma educacional que saque la educación de la vulgaridad mercantil y lo instituya como derecho social; una reforma fiscal que haga pagar más a los que más ganan; y una nueva constitución que deje atrás la actual carta magna elaborada bajo la sombra de las bayonetas, y que resulta una de las más atrasadas del continente.

Respecto a Evo Morales, trataré de ser indulgente. El conflicto con Chile es parte del consenso patriotero nacional que la élite política boliviana usa cada día. Y la exaltación del ALBA es una manera de participar mejor en los excedentes petroleros venezolanos. Para Evo Morales eso de atacar al presidente chileno y de paso ensalzar al ALBA es un negocio redituable. Es mejor ni mirarlo, simplemente para que se calle. Al final, no creo que en términos prácticos (retórica a un lado) las políticas de Evo Morales sean mucho más “socialistas” que las de Bachelet.

Por todo ello, creo que hay que desearle muchos éxitos a Bachelet y a su equipo en este empeño de construir un Chile mejor para todos, y no solo para el 1 % que detenta el 30 % del ingreso.
Mirar a Chile, sus éxitos y sus dificultades, pudiera ser una buena oportunidad para que los cubanos imaginemos nuestro futuro.

No hay comentarios:


Buscar en este blog