febrero 23, 2011 @ 12:12 pm › Luis Felipe Rojas
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Foto/Archivo de ADO
Se ha cumplido un año ya del fallecimiento en prisión de OZT. Su muerte bajo los efectos de una prolongada huelga de hambre fue harto conocida por los medios internacionales. Un año después el cuerpo de este joven negro se ha extendido en la represión a sus hermanos de causa, a quienes se solidarizaron con él sin haberlo conocido y a un elevado número de cubanos que han visto sus barrios rodeados de hordas policiales rondando a los disidentes pacíficos.
El hecho de que Zapata se infligiera la muerte bajo la inanición es un aditamento más de esta hambre que hemos padecido por más de medio siglo. Hablo del hambre espiritual de la falta de libertad y la otra, la que duele en el cuerpo propio y el de los nuestros. Hablo de la falta de comida para un pueblo debido a la desidia y la carencia de acciones gubernamentales para solucionar las mínimas necesidades.
Esa es la paradoja, ese es el legado. Cuando millones de cubanos se devanan los sesos diariamente para buscar qué comer, un hombre sin libertad como OZT decide morir de hambre antes que seguir siendo vejado y golpeado salvajemente en las cárceles por donde pasó.
El acto de ser negro, disidente y oriental fue otra de las condenas que lo llevó al suplicio final. Discriminado por el color de su piel como miles de cubanos más en esta época de 'igualdades', también se negó a creer en ese apartheid velado, pero latente. Académicos e intelectuales oficialistas han hecho saber sobre el racismo en Cuba, de eso no hay dudas. Una ley aprobada en 1997 prohibía y regulaba a los 'del interior del país' fijar su residencia en la 'capital de todos los cubanos', por eso, su castigo era triple.
Un día, en el verano de 2009, estuve apostado frente a la prisión provincial de Holguín solidarizándome con Zapata en una de sus huelgas de hambre. Ocho meses después, el 3 de febrero de 2010 marché junto a una treintena de disidentes más por las calles de Camagüey y estuve frente al hospital donde el negro Zapata agonizaba en su penúltima batalla. Las detenciones por las que he pasado cuando he intentado llegar a su Banes natal, los días en que mi casa ha sido rodeada por las hordas de civil y de uniforme para impedirme salir y que han puesto a mi hijo bajo tratamiento siquiátrico, son una extensión del cuerpo de OZT. La metáfora del cuerpo en el cuerpo del otro no son un gallardete, una medalla que se lleva como un trofeo de guerra, son las consecuencias del sueño de la libertad.
Cientos de detenciones se han sucedido en este lapso de un año. Sin embargo, ni el intento de humillarlo públicamente, utilizando todos los medios de difusión masiva que posee el gobierno han bastado para silenciar ese acto cívico y sencillo de plantarse de cara al dictador.
La rebeldía de las Damas de Blanco, la huelga de Fariñas y la obstinada decisión de cientos de cubanos de buscar la libertad han hecho posible que no sea una muerte inútil. La torpeza de las autoridades de impedir que quien quiera arribar a Banes lo haga libremente para asistir al cementerio, lugar de peregrinación naciona,l es parte de esa extensión del cuerpo de OZT que somos todos.
Gracias Luis Felipe
Cruzar las Alambradas
Holguin
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