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Se multiplican los restaurantes privados en Cuba
Hasta finales de diciembre, 83,403 cubanos habían recibido o solicitado una licencia para convertirse en empresarios particulares, casi una cuarta parte de ellos en el sector de la gastronomía.
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- Las nuevas leyes cubanas han traído la reapertura de "La Guarida", el restaurante más famoso de La Habana. Foto DPA
La Habana, Cuba.- Los negocios privados dejan de estar mal vistos en la socialista Cuba. Un ejemplo es el gran rótulo naranja del restaurante "Habáname", que desde hace pocas semanas llama la atención de quien camina por la confluencia de 23 y G, dos avenidas principales en el barrio Vedado de La Habana.
El local situado en la parte delantera de un edificio de viviendas es uno de los restaurantes particulares -"paladares" en el argot cubano- que están abriendo sus puertas por decenas en Cuba desde que el presidente Raúl Castro decidió dar mayor espacio a la iniciativa privada, dentro de sus planes para "actualizar" el socialismo vigente en la isla.
Ya a principios de los años 90, en medio de la grave crisis económica que azotaba al país tras el colapso del bloque socialista, el gobierno cubano autorizó la apertura de negocios privados, aunque dicha práctica quedó congelada al poco tiempo. En el caso de las "paladares", llegó a haber 600 tan sólo en La Habana, pero sólo sobrevivieron unas decenas, por el fuerte control estatal y la dura competencia en un destino turístico que no estaba tan desarrollado como el de hoy en día.
Pasados los años, la gastronomía privada vive un nuevo impulso en Cuba desde que en octubre el gobierno de Castro comenzó a otorgar licencias para la apertura de pequeños negocios en 178 profesiones diferentes, una alternativa para los trabajadores que quedarán en la calle en medio del recorte de más 500.000 empleos estatales que está en marcha en la isla.
Hasta finales de diciembre, 83,403 cubanos habían recibido o solicitado una licencia para convertirse en empresarios particulares, casi una cuarta parte de ellos en el sector de la gastronomía. Desde hace semanas no sólo están abriendo nuevas paladares, sino también pizzerías, kioscos de bocadillos y bebidas y tiendas de comidas para llevar, en viviendas particulares, garajes o puestos ambulantes.
El chef Javier Martínez, de 38 años, dice haber cumplido un sueño con "Habáname". "Pedí la licencia tan pronto como el gobierno ofreció esa posibilidad. Es un riesgo, porque la competencia es muy grande, pero somos optimistas", afirma desde detrás de la barra a la entrada del local, en el que trabajan seis personas.
Martínez, quien antes ha trabajado como cocinero en varios restaurantes estatales, desea que el suyo sea un local "con clase, pero no elitista", pese a que los precios de las paladares en general son inaccesibles para la mayoría de los cubanos. Su plato estrella, la "Langosta Compay Segundo", cuesta 18,50 pesos convertibles (unos 16,50 dólares), aproximadamente un salario mensual medio en la isla.
El restaurante tiene un diseño "art déco". Lejos de la sencillez de la cocina cubana, la carne viene acompañada de un buen número de salsas, las ensaladas se pueden configurar libremente y en el menú aparecen platos bautizados como "Pollo Napoleón", "Pescado Principeño" o "Miss Habana", para un sandwich.
Ante el aumento en la competencia, también otras paladares tradicionales se han visto forzadas a renovarse. Desde hace poco, un amplio letrero luminoso cuelga en la fachada del restaurante "Decamerón"; desde sus ventanas ahora se ve el interior, y la puerta acostumbra a estar abierta, algo que no ocurría en el pasado. Antes, este y otros locales tan sólo se conocían por boca a boca. Su jefe, que trabajaba en el local junto a su esposa, ahora ha elaborado un nuevo menú y contratado mano de obra adicional.
El que particulares puedan contratar a otros particulares es también una novedad en Cuba. En las paladares hasta ahora sólo estaban autorizados a trabajar los miembros de una misma familia. Los nuevos empresarios deben pagar el impuesto sobre la renta, además de sobre las ventas y contribuir a la seguridad social, tanto por ellos mismos como por sus empleados.
Las leyes aprobadas por el gobierno de Castro para fomentar el llamado "trabajo por cuenta propia" han acabado también con prohibiciones para los restaurantes particulares, que a partir de ahora tienen permitido servir también mariscos y carne de res, otrora monopolio de los locales estatales, mientras que el límite máximo de asientos se ha ampliado de 12 a 20. No obstante, muchas paladares acostumbraban a saltarse éstas y otras limitaciones.
Las nuevas leyes han traído la reapertura de "La Guarida", la paladar más famosa de La Habana, en la que se rodó la película "Fresa y Chocolate" y entre cuyos comensales han estado desde la reina Sofía de España hasta Sting o Jack Nicholson. Llevaba un año y medio cerrada, entre otros motivos por la necesidad de una reforma, pero también por las fuertes limitaciones al negocio, según reconoce su dueño, Enrique Núñez.
"Ahora trabajamos aquí diez personas, y todo es completamente legal", explica el ingeniero de 42 años, quien se muestra satisfecho por la rapidez con la que ha podido reabrir su restaurante.
En un discurso ante el Parlamento en diciembre, Raúl Castro instó a los militantes comunistas a un "cambio de mentalidad" para aceptar las nuevas formas de iniciativa privada y "no generar estigmas ni prejuicios" en torno a ellas, como era frecuente en el pasado.
También la Iglesia católica llamó a aceptar a los nuevos empresarios particulares, aun a riesgo de que empiecen a surgir "nuevos ricos", cada vez más cubanos tengan ingresos superiores a la media y se acabe el igualitarismo que las autoridades comunistas de la isla vienen fomentando desde hace décadas.
"El fin del Estado paternalista hará que algunos se sientan huérfanos y otros liberados. Debemos prepararnos para una nueva realidad, la de ganarse la vida con el esfuerzo propio después de tantos años esperándolo todo -aunque el 'todo' no fuera tanto- del Estado", escribe en un última editorial "Palabra Nueva", la principal revista católica de la isla.
Los cubanos esperan nuevos anuncios económicos a partir de abril, cuando se celebra el sexto congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba. El congreso, el primero desde 1997, tendrá como único tema la economía y en él se debatirá entre otros asuntos la unificación de las dos monedas que circulan en el país (peso nacional y peso convertible), la flexibilización de la compra-venta de viviendas o la eliminación de la libreta de racionamiento de alimentos.
El local situado en la parte delantera de un edificio de viviendas es uno de los restaurantes particulares -"paladares" en el argot cubano- que están abriendo sus puertas por decenas en Cuba desde que el presidente Raúl Castro decidió dar mayor espacio a la iniciativa privada, dentro de sus planes para "actualizar" el socialismo vigente en la isla.
Ya a principios de los años 90, en medio de la grave crisis económica que azotaba al país tras el colapso del bloque socialista, el gobierno cubano autorizó la apertura de negocios privados, aunque dicha práctica quedó congelada al poco tiempo. En el caso de las "paladares", llegó a haber 600 tan sólo en La Habana, pero sólo sobrevivieron unas decenas, por el fuerte control estatal y la dura competencia en un destino turístico que no estaba tan desarrollado como el de hoy en día.
Pasados los años, la gastronomía privada vive un nuevo impulso en Cuba desde que en octubre el gobierno de Castro comenzó a otorgar licencias para la apertura de pequeños negocios en 178 profesiones diferentes, una alternativa para los trabajadores que quedarán en la calle en medio del recorte de más 500.000 empleos estatales que está en marcha en la isla.
Hasta finales de diciembre, 83,403 cubanos habían recibido o solicitado una licencia para convertirse en empresarios particulares, casi una cuarta parte de ellos en el sector de la gastronomía. Desde hace semanas no sólo están abriendo nuevas paladares, sino también pizzerías, kioscos de bocadillos y bebidas y tiendas de comidas para llevar, en viviendas particulares, garajes o puestos ambulantes.
El chef Javier Martínez, de 38 años, dice haber cumplido un sueño con "Habáname". "Pedí la licencia tan pronto como el gobierno ofreció esa posibilidad. Es un riesgo, porque la competencia es muy grande, pero somos optimistas", afirma desde detrás de la barra a la entrada del local, en el que trabajan seis personas.
Martínez, quien antes ha trabajado como cocinero en varios restaurantes estatales, desea que el suyo sea un local "con clase, pero no elitista", pese a que los precios de las paladares en general son inaccesibles para la mayoría de los cubanos. Su plato estrella, la "Langosta Compay Segundo", cuesta 18,50 pesos convertibles (unos 16,50 dólares), aproximadamente un salario mensual medio en la isla.
El restaurante tiene un diseño "art déco". Lejos de la sencillez de la cocina cubana, la carne viene acompañada de un buen número de salsas, las ensaladas se pueden configurar libremente y en el menú aparecen platos bautizados como "Pollo Napoleón", "Pescado Principeño" o "Miss Habana", para un sandwich.
Ante el aumento en la competencia, también otras paladares tradicionales se han visto forzadas a renovarse. Desde hace poco, un amplio letrero luminoso cuelga en la fachada del restaurante "Decamerón"; desde sus ventanas ahora se ve el interior, y la puerta acostumbra a estar abierta, algo que no ocurría en el pasado. Antes, este y otros locales tan sólo se conocían por boca a boca. Su jefe, que trabajaba en el local junto a su esposa, ahora ha elaborado un nuevo menú y contratado mano de obra adicional.
El que particulares puedan contratar a otros particulares es también una novedad en Cuba. En las paladares hasta ahora sólo estaban autorizados a trabajar los miembros de una misma familia. Los nuevos empresarios deben pagar el impuesto sobre la renta, además de sobre las ventas y contribuir a la seguridad social, tanto por ellos mismos como por sus empleados.
Las leyes aprobadas por el gobierno de Castro para fomentar el llamado "trabajo por cuenta propia" han acabado también con prohibiciones para los restaurantes particulares, que a partir de ahora tienen permitido servir también mariscos y carne de res, otrora monopolio de los locales estatales, mientras que el límite máximo de asientos se ha ampliado de 12 a 20. No obstante, muchas paladares acostumbraban a saltarse éstas y otras limitaciones.
Las nuevas leyes han traído la reapertura de "La Guarida", la paladar más famosa de La Habana, en la que se rodó la película "Fresa y Chocolate" y entre cuyos comensales han estado desde la reina Sofía de España hasta Sting o Jack Nicholson. Llevaba un año y medio cerrada, entre otros motivos por la necesidad de una reforma, pero también por las fuertes limitaciones al negocio, según reconoce su dueño, Enrique Núñez.
"Ahora trabajamos aquí diez personas, y todo es completamente legal", explica el ingeniero de 42 años, quien se muestra satisfecho por la rapidez con la que ha podido reabrir su restaurante.
En un discurso ante el Parlamento en diciembre, Raúl Castro instó a los militantes comunistas a un "cambio de mentalidad" para aceptar las nuevas formas de iniciativa privada y "no generar estigmas ni prejuicios" en torno a ellas, como era frecuente en el pasado.
También la Iglesia católica llamó a aceptar a los nuevos empresarios particulares, aun a riesgo de que empiecen a surgir "nuevos ricos", cada vez más cubanos tengan ingresos superiores a la media y se acabe el igualitarismo que las autoridades comunistas de la isla vienen fomentando desde hace décadas.
"El fin del Estado paternalista hará que algunos se sientan huérfanos y otros liberados. Debemos prepararnos para una nueva realidad, la de ganarse la vida con el esfuerzo propio después de tantos años esperándolo todo -aunque el 'todo' no fuera tanto- del Estado", escribe en un última editorial "Palabra Nueva", la principal revista católica de la isla.
Los cubanos esperan nuevos anuncios económicos a partir de abril, cuando se celebra el sexto congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba. El congreso, el primero desde 1997, tendrá como único tema la economía y en él se debatirá entre otros asuntos la unificación de las dos monedas que circulan en el país (peso nacional y peso convertible), la flexibilización de la compra-venta de viviendas o la eliminación de la libreta de racionamiento de alimentos.
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