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viernes, 23 de julio de 2010

ENTREVISTA: LA ESENCIA DE UNA DICTADURA

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

Posted: 22 Jul 2010 09:44 AM PDT
Por casualidad me enteré de la historia de esta doctora de veintinueve años y su esposo, Horacio Piña Borrego, de 42, periodista independiente preso durante la causa de los 75. Mientras me contaban la odisea de su destino me pareció que estaba leyendo un capítulo de “Cumbres Borrascosas”. Esas cosas no pasan en la vida real, pensé, y si pasan yo tengo que hablar con esta mujer, yo tengo que contar esto.

Un amigo común nos conectó y me decidí a llamarla para que me diera su testimonio. Las palabras de Suyoani me calaron el alma y aunque dicen que por teléfono todo es más frío, cuando ella lloró yo también lloré del otro lado del auricular. No pensé publicar una entrevista sino contar su historia; sin embargo, después de grabarla, cambiar con mis palabras la vida de esta muchacha me pareció un sacrilegio.


Primera Parte: Prisión de Canaleta, Ciego de Ávila


Fragmento del audio de la entrevista:


- ¿Cómo conociste a Horacio en la prisión de Canaleta?


Nos vimos por primera vez en una celda de castigo. Fue chocante para mí ya que yo no era médico de la zona de aislamiento, estaba de guardia y me habían ido a buscar porque Horacio se sentía mal.

Cuando entré al pasillo lo único que había era un bombillo incandescente, allí no entra la luz del sol porque las ventanas están clausuradas con un pedazo de zinc. Era un espacio inmenso, no puedo decirte qué largo tenía -es incomparable- habían muchas celdas muy pequeñas, extremadamente pequeñas. Y allí estaban cinco de la causa de los 75: Raúl Rivero, Ariel Sigler Amaya, Luis Milán Fernández, Pedro Pablo Álvarez y mi esposo, Horacio Piña.

Recuerdo que Horacio tenía dolor de cabeza y la presión alta. Cuando lo vi a través de aquella reja fue extraordinario, desde ese instante los dos nos dimos cuenta de que algo iba a suceder. Entonces nunca pensé que termináramos formando un matrimonio, que en algún momento hasta tuviéramos una hija. Sin embargo fue mágico, yo tengo mucha fe y en esas condiciones, conocer una persona, enamorarnos allí y formalizar luego un matrimonio y una familia, realmente tiene que ser obra de Dios.

- ¿Por qué estaban los cinco en celdas de castigo?


No había razón para ello, fue la ubicación que las autoridades les buscaron. Es la celda de castigo para los reos comunes, pero también es zona de aislamiento. Cuando ellos cayeron presos los pusieron allí con los condenados a muerte y a cadenas perpetuas. Horacio estuvo allí un año y cuatro meses.


- ¿Cuándo se dieron cuenta de que se estaban enamorando?


Al principio sólo éramos amigos, aunque siempre hubo mucha identificación. El trece de mayo de 2004 nos dimos el primer beso -casi un año después de conocernos- porque como él estaba en zona de aislamiento no nos veíamos tan seguido, sólo una o dos veces al mes.

En la prisión la relación de los presos con los oficiales y con los médicos es muy difícil, a mí me hablaron muy mal de ellos. Mi esposo me cuenta que muchas veces quiso sacar la conversación, pero sentía miedo a decepcionarme o a decirme algo incorrecto, y más en su situación. A mí también me daba la idea de hablarle, pero igual sentía miedo.

Pasó mucho tiempo antes de que conversáramos, sólo cuando lo trasladaron al destacamento con los demás prisioneros nos empezamos a ver prácticamente a diario y comenzamos la relación; yo atendía a los pacientes crónicos y él tenía varias enfermedades.

Nuestra unión fue, a pesar de tanta adversidad, muy sólida: nunca hablamos de algo pasajero, por el contrario, siempre hicimos planes para el futuro. Tuvimos muchas dificultades porque hay cosas que no se pueden disimular: la seguridad se dio cuenta de que pasaba algo, de que yo los ayudaba, no sólo a él, sino también a los demás. Comenzaron a vigilarnos, aunque nunca obtuvieron pruebas palpables de nuestra relación, se la imaginaban. Después Raúl Rivero escribió un poema relatando la nuestra historia, y la seguridad lo ocupó.

Horacio es maravilloso, la persona que yo escogí como modelo, me apoyo en él, me da muchas fuerzas para vivir y para continuar. Hay gente que me dice: “¿Pero cómo es posible? Tú eres una mujer joven, tienes una vida por delante. ¿Qué haces unida a hombre condenado a veinte años?” Yo simplemente respondo: Mi esposo vale la pena.

- ¿Cuáles fueron las consecuencias de que lo descubrieran todo? ¿En tu vida personal y profesional, qué pasó?


Me fueron a buscar a la consulta -yo estaba justamente atendiendo a Horacio- llegaron cinco oficiales de la seguridad y me llevaron hacia una oficina, todo sucedió delante de él. Fue un momento terrible, él ya sabía que pasaba algo y le dijo a los oficiales: “¡Interróguenme a mí, déjenla a ella!”.

Me presionaron para que yo confesara. Yo soy médico, era una trabajadora civil del Minint y cumplía el servicio social, no éramos más que un hombre y una mujer, ellos no podían acusarme de nada. Intentaron intimidarme usando a mi familia, me amenazaban: me decían que se lo iban a decir a mis padres. Un oficial me preguntó en una entrevista que cómo era posible que un médico, graduado de la revolución, se enamorara de un terrorista. En esa ocasión respondí: parece que usted y yo no tenemos el mismo concepto de terrorista, Horacio Piña no es terrorista.

Me transfirieron hacia otra unidad del Minint, y a él entonces lo mandaron para Pinar del Río. La última entrevista en Canaleta fue el 18 de julio. Horacio es trasladado la madrugada del 11 de agosto para el Combinado del Este y posteriormente para Pinar del Río. Es decir, él sólo estuvo unos días más en Ciego de Ávila después de que yo fuera enviada para una unidad más bien de oficinas, nada relacionado con prisiones. Ellos decían que no querían perder una doctora, entonces hice una permuta laboral: una doctora de una escuela estaba interesada en cambiar de trabajo, ella se incorporó al Minint y yo fui para la escuela.

- ¿Entonces no te permitieron seguir trabajando en prisiones?


No, ellos sabían que yo, al tener una relación con él, lo iba a ayudar. Ellos no quieren, no pueden ni siquiera imaginar que haya alguien que pueda facilitarle las cosas. Tuve momentos de mucha presión, hubo un día que estaba esperando una guagua para ir al trabajo, y en la parada una señora le decía a otra: -Hay una doctora con un terrorista en la prisión de aquí de Canaleta.

Ese cartelito de “Doctora con Terrorista” se encargaron ellos de divulgarlo allá en mi provincia. Para mi familia fue muy difícil también, a mis padres los citaron por el centro de trabajo. Fueron momentos muy duros para todos, incluso para él, porque se sentía impotente mientras yo sufría toda aquella situación.

- ¿Y tu familia, cómo reaccionó ante tanta presión?


Yo tengo una familia maravillosa… me es difícil hablar de ese tema. En el caso de mi papá, porque mi mamá es una persona un poco más callada, me dijo: - ¿Si nosotros no te ayudamos, quién lo va a hacer entonces? Tú eres mi hija-. Recordar eso me duele.

El día que la seguridad me interrogó, también interrogaron a mi padre. A la mañana siguiente yo salía para el trabajo y me preguntó si necesitaba que él me acompañara:

- Papi, yo puedo ir sola- y me dijo.
- Entonces levanta la cabeza, no has hecho nada para que vayas con cabeza baja.

Y eso yo se lo voy a agradecer siempre, de verdad tengo mucho que agradecerle a los dos porque ambos trabajan y están relacionados de una forma u otra con este gobierno, con el sistema. Otra familia quizás no hubiese adoptado esa posición. Los oficiales, incluso, le preguntaron a mi padre por qué yo seguía viviendo bajo su mismo techo y él alegó: -De ninguna manera se irá de la casa, es mi hija y la voy a ayudar en todo. Así lo ha hecho siempre, son siete años ya prácticamente y aquí estoy en Pinar del Río. A pesar de estar lejos ellos me han ayudado muchísimo.

- ¿Y la gente, qué actitud asumió ante la difamación? ¿Tus compañeros de trabajo, tus amigos?


Hemos recibido el apoyo de muchas personas, Horacio es muy sociable y fácil de querer. Las enfermeras nos ayudaron mucho y él incluso mantiene comunicación con personas en Canaleta. Yo le he decía en aquella época -Tú tienes ojos en la espalda- y él se justificaba –Las amistades me alertan de los peligros, me dan señales cuando alguien perjudicial para nosotros está cerca.

La seguridad del estado no logró quitarnos la solidaridad de la gente, esa es la espina que ellos tienen clavada en la garganta y por eso no me han dejado vivir en paz. Siempre he sido perseguida, no he tenido un momento de tranquilidad. Aquí en Pinar del Río, por ejemplo, cuando empiezo a trabajar en un lugar siempre pasa lo mismo, al principio nadie dice nada pero después, cuando nos hemos conocido me confiesan: Doctora yo tengo que decirle una cosa, antes de usted llegar la seguridad estuvo aquí y nos dijo que teníamos que informar de todo lo que usted hacía, la hora de llegada y la hora de salida.

Han llamado a mis padres y los han presionado para que me pidan que regrese, les dicen que me van a dar trabajo, que me van a ubicar en la capital de provincia, que no me va a pasar nada…hasta a eso se han atrevido.


“Mi esposo vale la pena”, entrevista teléfonica con Suyoani Tapia Mayola (II)

Segunda Parte: Prisión Kilo 5 y Medio, en Pinar del Río

Fragmento del audio de la entrevista:


- ¿Cuándo decides seguir el destino de Horacio y mudarte de Ciego de Ávila a Pinar del Río?

Era difícil que me autorizaran, siendo médico, a estar yendo a las visitas después del traslado de Horacio. Teníamos intensiones de que la relación funcionara y yo me tuve que mudar para acá. Además, no podía mantener el ritmo de los viajes desde Ciego de Ávila.

Llevo cuatro años viviendo sin nadie aquí en Pinar del Río, sólo la familia de él y las amistades que he ido haciendo desde que llegué. Las familias de otros presos me apoyaron, en casa de la familia de Víctor Rolando Arroyo, por ejemplo, era donde me quedaba cuando venía a las visitas.

Fue duro separarme de mi familia, yo nunca soñé vivir en Pinar del Río y mira, aquí estoy. Luego murió mi suegra, fue un golpe muy duro para Horacio y para mí. Ella me ayudaba en todo, falleció el 2 de marzo de 2008, de cáncer.

Me quedé muy solita, pero meses más tarde Dios me dio la dicha de quedar embarazada y hoy tenemos una niña de un año y tres meses, le pusimos el nombre de la mamá Horacio: Ada María, es la Damita de Blanco más joven.

A pesar de tanto yo creo que somos felices, a pesar de estar separados tenemos muchas cosas: una familia sobre una base sólida. La gente me dice que mi historia parece una telenovela, mi madre cree que en la vida real esto no se ve mucho. Nosotros, Horacio y yo, siempre hemos tenido mucha fe, y a veces -mi madre también me lo dice- siento que es como una misión, que sólo Dios sabe por qué hace las cosas.

No te puedo decir que sea completamente feliz, lo tengo a él encerrado y es muy duro: estamos presos todos, así no tenemos vida. Yo llevo a mi niña a todas las visitas, juegan durante dos horas y al separarse de él llora. Para nosotros como padres también es muy difícil, él se ha perdido muchas cosas: sus primeros pasos, sus primeras palabras. Horacio nos ha hecho mucha falta, como tantos que le han hecho falta a sus hijos y a sus esposas. Esperamos que todo se solucione y podamos vivir como una familia, como la verdadera familia que somos.

- ¿Sigues ejerciendo como médico en Pinar del Río?

Terminé mi servicio social y continué trabajando aquí, el traslado fue difícil, al principio no me querían dar ubicación. Mi carrera es eminentemente práctica y siempre quise trabajar. La seguridad se ocupó de que mi puesto aquí en Pinar del Río fuera en un lugar muy alejado, no había ni carretera, había que llegar en un carretón de caballos y allí me tuvieron como seis u ocho meses. Cuando estaba embarazada tenía que viajar en carreta con mi barriga, para ir y para venir todos los días del trabajo.
Con el tiempo me acercaron un poco al pueblo y después al municipio, pero con todo y eso estoy lejos. Como trabajadora yo pertenezco al municipio de Sandino, a treinta kilómetros de donde vive la familia de Horacio.

Ellos me dieron trabajo, pero nunca me hicieron las cosas fáciles. Un amigo médico me dijo cuando yo llegué: ¿Estas preparada para lo que vas a vivir? Yo estoy convencido de que tú ni te imaginas las cosas por las que vas a pasar. Y es cierto, he pasado cosas muy difíciles, cuando salí embarazada aun peor, con una barriga inmensa de seis, siete meses, sola en una prisión, llegaba con tres o cuatro maletines y los oficiales sacaban una pesa para empezar a quitarme cosas. Estas historias las hemos vivido todos los familiares de los prisioneros, pero miro mi historia en particular y lo que nos han hecho, y hay ensañamiento.

- ¿Tienes algún momento especial que quisieras contarme, algo que los haya marcado como pareja?

Hemos tenido momentos muy duros, pero también muy lindos en nuestra relación. No niego que a veces nos hemos caído -como todo el mundo- pero siempre hemos podido levantarnos y la prueba es ésta: hoy estamos juntos, al cabo de casi siete años de relación y más unidos que nunca, de verdad.
Hay una historia que nos marca -es hasta graciosa- a veces una persona desde afuera la escucha y le parece normal, pero para nosotros tiene mucha significación:

Una vez yo estaba en una consulta y él me llamó para que yo lo atendiera. Pensé que se sentía mal, me preocupé porque creí que era grave. Sucedió que yo estaba dando la consulta entre los presos –el médico en la cárcel generalmente entra y da la consulta en la misma celda- y el guardia se olvidó de mí, me dejó sola con los reos. Yo veía que Horacio me llamaba y me llamaba, de repente se paró al lado mío y sin pensar me abrazó como queriendo decir: que nadie me la toque. Cuando me di cuenta de lo que pasaba fue que me asusté. Después nos reímos y yo le preguntaba: ¿Qué tú ibas a hacer? ¡A lo que atinó fue a abrazarme delante de todo el mundo!

- ¿Cuándo se casaron?

Nos casamos el 21 de marzo de 2007, la boda fue en la prisión, una cosa muy sencilla: llevamos un notario, firmamos. Quizás un día podamos celebrar mejor nuestra unión, con nuestra familia. Horacio tiene tres hijas, la más grande tiene 22 años y es muy pegada a nosotros, tenía 16 años cuando su padre fue condenado.

Quizás nosotros hayamos logrado cosas que otras parejas con vida en común no lograron, me atrevería a asegurar que hay matrimonios en la calle, que se ven a diario, y que no tienen lo que nosotros tenemos. No es un acto heroico mío: Horacio vale todo este sacrificio que yo he hecho, él me inspira a todo esto.

- ¿Qué crees de las negociaciones que se llevan a cabo en estos momentos entre el gobierno y la Iglesia Católica?

Es muy difícil tener una hija sola, ver cómo esa niña camina, habla y crece sin poder ver a su papá, ver cómo se queda llorando cada vez que se despiden. Es muy duro también verlo a él darle la espalda y saber que se queda encerrado tras una reja, no saber si va a comer, si va a estar bien. Entonces, siempre y cuando no vaya contra nuestros principios, yo agradezco infinitamente todo lo que se haga a favor de su libertad y la de todos los presos.

Hace cuestión de un mes en mi vida no había luz, vivía por vivir y hoy tengo la esperanza de poder formar una familia, de darle a mi hija un hogar estable. El lugar de su padre es irremplazable, ni los abuelos ni nadie lo puede ocupar, entonces la posibilidad de vivir juntos, de tener una vida normal, como dios manda, es algo que tengo que agradecer.

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