Regresan “los bolos”, armados con misiles
Fuentes no oficiales indicaron que, debido al bajo calado de la entrada de la bahía, escasos 11 metros dada la presencia del viaducto que discurre por debajo, en los alrededores del litoral quedaron otro navío de gran porte y un submarino escolta. De hecho, poco faltó para que el destructor antisubmarino encallara al intentar atracar en el muelle oficial de la Marina de Guerra, ubicado en la parte vieja de la ciudad, debido a que el calado real, 9 metros, no coincide con las cartas de navegación. Los prácticos y el capitán finalmente decidieron arrimarlo por la escotilla de popa, para no empañar la visita.
Como es tradicional, a la entrada, se intercambiaron disparos de salva entre la armada rusa y sus anfitriones (el Ministerio de las Fuerzas Armadas, FAR); estos últimos anunciaron una apretada agenda de visitas a instituciones gubernamentales, academias militares, monumento José Martí y mausoleo de los soldados soviéticos fallecidos en la Isla.
A los casi mil tripulantes les permitieron bajar a tierra, aunque en grupos dirigidos por oficiales y sin mucho compartir con nacionales; la alta oficialidad de los buques fue alojada en hoteles destinados al turismo extranjero, en la parte vieja de la ciudad. No pocos dependientes les huyen despavoridos por el mal olor, que creían eliminado luego de las transformaciones en Rusia
La llegada de este grupo de batalla se produce a pocos días de que un buque norcoreano fuera interceptado con armamento ruso en el canal de Panamá, procedente de la Isla; armamento al cual el gobierno calificó como obsoleto, camino de ser reparados en la nación asiática.
La visita anterior de un buque escuela ruso fue todo acontecimiento, no por el destartalado velero de la era zarista, sino por las piezas de reses que los marineros dejaron colgadas a la vista.
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