EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
"Cuando aterrizó en la isla, le hicieron tomar ese mismo avión de regreso"
El triste placer del NO.
Una amiga muy querida regresó de Cuba sin poder como lo había soñado, como lo necesitaba, estar con su familia unos dias, volvió sin poder si quiera verles. Solo los separaban unos metros; Habia muchos teléfonos a su alrededor, pero no pudo hablarles. No pudo siquiera dejarles las medicinas y los alimentos que les llevaba. Mi amiga vive a Miami y voló hasta Holguín para, tal vez sin saberlo, darle el último abrazo a su padre que tiene poco más de noventa años y está muy enfermo, pero las “autoridades” cubanas le impidieron ese reencuentro.
Cuando aterrizó en la isla, le hicieron tomar ese mismo avión de regreso a Estados Unidos porque su nombre aparece en una lista de cubanos que abandonaron el país “ilegalmente” y hasta que no pasen ocho años desde el dia en que huyeron no volverán a entrar.
Mi amiga era médico en Cuba, de esos que hacen seis operaciones en un dia y salen a buscar a una guagua para llegar a la casa a inventarle algo de comer a sus hijos. Precisamente siguiendo a esos hijos que decidieron alzar el vuelo, hizo veintiocho intentos de salir de Cuba. De cada una de las veintiocho veces que lo intentó, nacieron historias que podrían ser el argumento de una gran película. Por sólo rememorar alguna, en una de las veces un santero le dijo que estaba Iré, (que todo le irá bien) para tomar la embarcación que la sacaría de Cuba, que solo debía llevar una paloma y soltarla cuando viera la lancha y así lo hizo, cuando la vió soltó la paloma y acto seguido apareció la policia, querían matarla sus compañeros de escape, le decían que la paloma era mensajera. En otra ocasión estando detenida en una oficina de la inteligencia cubana, donde la estaban interrogando pidió hacer una llamada a su familia y preguntó: Va a pasar la mujer de las medicinas? El oficial le ordenó colgar inmediatamente reclamándole, pues ya sabía que esa frase era la clave para su próxima salida de la isla, y lo era, ambos lo sabían.
Ahora que que va por primera vez de visita y no la dejan entrar a su propio país, un derecho elemental que tiene por nacimiento y que no ha resuelto ni solverán mil reformas migratorias que hagan en Cuba, me dice riéndose mi amiga, quien nunca ha militado en partido alguno: “Tendré que hacer otros veintiocho intentos para poder entrar”.
Si yo fuera médico en Cuba sentiría que unas pocas cirugias y otras tantas guardias de veinticuatro horas en los precarios hospitales de la isla serían suficientes para pagar por la carrera que el gobierno supuestamente me “regaló”, y por cuyo “obsequio” tengo que permanecer atado, mal pagado, asediado y preso.
Sé de médicos cubanos que cuando se enteraron que debían pagar con lealtead “revolucionaria” esa carrera con las que el gobierno ha comerciado muchos favores, decidieron salirse y esperar en silencio el momento de escapar.
Saber que tu familia esta al otro lado de una pared y no poder besarla, tocarla, ayudarla, es algo que nadie en el mundo se merece, pero sobre todo mi amiga, una mujer muy cuidadosa de todos los que ama.
Qué te impresionó más de todo lo que viviste en el aeropuerto de Holguín, le pregunté: “Como los militares que controlaban el lugar me decían que no con placer, el placer del no”.
Cualquiera que este leyendo esta historia pudo haber pasado por lo mismo y sentir el dolor como mi amiga, cualquiera que pueda estar leyendo debe sentir el miedo que siento yo ahora, imaginando que puede pasarme algo así y que incluso me alejo más del reencuentro con mi familia escribiendo estas verdades.
Cada vez que mi abuela que es ya muy vieja y muy linda, me dice: Tengo miedo de morirme sin volver a verte, yo le respond: Abuela , yo de lo que tengo miedo es de seguir queriéndote tanto que se me rompa el corazón. Cuelgo el teléfono y pienso que perdieron la batalla frente a ese amor, ese amor que no responde a leyes, ni ideoligias, ese amor que es cercano, tibio y libre como el viento.
Yusnel Suárez
Miami, 8 de Junio de 2013.
Cuando aterrizó en la isla, le hicieron tomar ese mismo avión de regreso a Estados Unidos porque su nombre aparece en una lista de cubanos que abandonaron el país “ilegalmente” y hasta que no pasen ocho años desde el dia en que huyeron no volverán a entrar.
Mi amiga era médico en Cuba, de esos que hacen seis operaciones en un dia y salen a buscar a una guagua para llegar a la casa a inventarle algo de comer a sus hijos. Precisamente siguiendo a esos hijos que decidieron alzar el vuelo, hizo veintiocho intentos de salir de Cuba. De cada una de las veintiocho veces que lo intentó, nacieron historias que podrían ser el argumento de una gran película. Por sólo rememorar alguna, en una de las veces un santero le dijo que estaba Iré, (que todo le irá bien) para tomar la embarcación que la sacaría de Cuba, que solo debía llevar una paloma y soltarla cuando viera la lancha y así lo hizo, cuando la vió soltó la paloma y acto seguido apareció la policia, querían matarla sus compañeros de escape, le decían que la paloma era mensajera. En otra ocasión estando detenida en una oficina de la inteligencia cubana, donde la estaban interrogando pidió hacer una llamada a su familia y preguntó: Va a pasar la mujer de las medicinas? El oficial le ordenó colgar inmediatamente reclamándole, pues ya sabía que esa frase era la clave para su próxima salida de la isla, y lo era, ambos lo sabían.
Ahora que que va por primera vez de visita y no la dejan entrar a su propio país, un derecho elemental que tiene por nacimiento y que no ha resuelto ni solverán mil reformas migratorias que hagan en Cuba, me dice riéndose mi amiga, quien nunca ha militado en partido alguno: “Tendré que hacer otros veintiocho intentos para poder entrar”.
Si yo fuera médico en Cuba sentiría que unas pocas cirugias y otras tantas guardias de veinticuatro horas en los precarios hospitales de la isla serían suficientes para pagar por la carrera que el gobierno supuestamente me “regaló”, y por cuyo “obsequio” tengo que permanecer atado, mal pagado, asediado y preso.
Sé de médicos cubanos que cuando se enteraron que debían pagar con lealtead “revolucionaria” esa carrera con las que el gobierno ha comerciado muchos favores, decidieron salirse y esperar en silencio el momento de escapar.
Saber que tu familia esta al otro lado de una pared y no poder besarla, tocarla, ayudarla, es algo que nadie en el mundo se merece, pero sobre todo mi amiga, una mujer muy cuidadosa de todos los que ama.
Qué te impresionó más de todo lo que viviste en el aeropuerto de Holguín, le pregunté: “Como los militares que controlaban el lugar me decían que no con placer, el placer del no”.
Cualquiera que este leyendo esta historia pudo haber pasado por lo mismo y sentir el dolor como mi amiga, cualquiera que pueda estar leyendo debe sentir el miedo que siento yo ahora, imaginando que puede pasarme algo así y que incluso me alejo más del reencuentro con mi familia escribiendo estas verdades.
Cada vez que mi abuela que es ya muy vieja y muy linda, me dice: Tengo miedo de morirme sin volver a verte, yo le respond: Abuela , yo de lo que tengo miedo es de seguir queriéndote tanto que se me rompa el corazón. Cuelgo el teléfono y pienso que perdieron la batalla frente a ese amor, ese amor que no responde a leyes, ni ideoligias, ese amor que es cercano, tibio y libre como el viento.
Yusnel Suárez
Miami, 8 de Junio de 2013.
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