Adiós al TOC TOC
Durante tres días, entre el 21 y el 23 de junio, sesionó en La Habana un evento sobre tecnología, redes sociales e internet organizado desde la sociedad civil. Con el nombre de Festival CLIC este encuentro vino a ser la materialización de un sueño largamente acariciado por ciudadanos que desde la Isla están utilizando las redes sociales y la web como un camino de expresión cívica, profesional o simplemente personal. La tecnología se abre paso poco a poco en una sociedad que ostenta los índices más bajos de uso de telefonía móvil y de acceso a la gran telaraña mundial. Según las últimas estadísticas oficiales, en una población de más de 11 millones de habitantes sólo existen 2,6 millones de usuarios “en línea”, de los cuales un gran porciento sólo tiene acceso a una intranet controlada y de contenido reducido. De ahí que entre las grandes demandas populares que se hacen sentir con más fuerza en todo el país está precisamente el acceso masivo de los cubanos al ciberespacio.
A más de un año de quedar instalado el cable de fibra óptica entre La Guaira venezolana y Santiago de Cuba, el estado real de tan costoso tendido se desconoce aún. Con un precio de 70 millones entre su compra y su instalación, el cable trajo aparejadas grandes expectativas de accesibilidad y de mejoría en las telecomunicaciones. Según expertos, si llegara a funcionar en toda su capacidad éste podría multiplicar por tres mil la actual conectividad de la mayor de las Antillas. Sin embargo, el más profundo secretismo oficial se ha mantenido sobre si sus fibras están ya transmitiendo kilobytes. Justamente, el famoso cable fue uno de los temas más presente en las discusiones del Festival CLIC. En los tres días de paneles y talleres, numerosas veces surgió la interrogante de cuándo se tendrá la posibilidad de contratar un servicio de navegación web desde las propias casas, con carácter legal y sin condicionamientos políticos. Uno de los sellos distintivos de las discusiones del festival resultó su apertura a todo tipo de criterios. En la convocatoria que hicieron sus organizadores principales se recalcaba ese carácter “inclusivo, plural, sin segregaciones”. Una gran diferencia con los preceptos de eventos anteriores hechos en Cuba que prefirieron definirse más en la línea de “blogueros por la revolución” o de considerar la Internet como un campo de batalla ideológico. El gran alcance del Festival CLIC radicó en no plantearse en esos términos, sino estar dispuesto a cobijar todo tipo de opiniones y tendencias. Incluso en la invitación se precisaba que no se redactaría “una declaración final insultando o descalificando a nadie”. Aclaración que no está de más dada la tendencia a concluir con una reafirmación ideológica que han padecido otros encuentros sobre redes sociales y blogs.
La convocatoria se trazó en términos netamente tecnológicos y se cursaron miles de invitaciones a portales oficiales, blogueros cercanos a instituciones e incluso cuentas de Twitter que hacen un sistemático ataque a las voces alternativas. Como “a la mesa del poeta Walt Whitman aquí están invitados todos” rezaba un pequeño folleto que circuló días antes de la inauguración de la cita. Pero la respuesta oficial no se hizo esperar. Un día antes de comenzar el festival CLIC, el sitio Cubadebate arremetió con un editorial que tenía todos los visos de una amenaza. Llamaba al evento “un engendro subversivo” y lo asociaba a los viejos pánicos de la propaganda oficial como “la CIA, el Pentágono y Estados Unidos”. Cualquiera en su sano juicio hubiera cancelado el Festival CLIC ante el temor de represalias y ataques a la sede, pero como todo aquel que ha pasado demasiado tiempo frente a una pantalla tiene algún que otro “cable cruzado”, los organizadores decidieron mantenerlo todo como habían planificado. Así que el 21 de junio a las nueve de la mañana, en una Habana azotada por la lluvia, comenzó la primera sesión. Entre los animadores fundamentales estaba José Luis Antúnez que forma parte del comité organizador de Evento Blogs España (EBE), Antonio Rodiles que lleva el proyectoEstado de SATS y Yoani Sánchez –una servidora- que dirige la Academia Bloguer cubana.
El temor desatado por las duras críticas hechas contra el Festival desde los sitios oficiales influyó en el número de asistentes. Probablemente, ese era el objetivo del agresivo editorial: disuadir a muchos de llegarse hasta el lugar. No obstante, durante los tres días que duró el evento, unas doscientas personas concurrieron ya fuera como panelistas o como público. Teniendo en cuenta el miedo que desata cualquier descalificación lanzada desde el gobierno, el número de participantes fue sorprendentemente alto. Al decir de @npimienta89 –uno de los jóvenes twitteros que se atrevió a ir a pesar de la satanización- la realidad distaba mucho de las afirmaciones de Cubadebate. “Vine a comprobarlo personalmente y aun no he visto la película de terror que anunciaban” confirmaba en su timeline. Frases como esas surgieron a largo de todo el evento, mientras algunos observadores –en un inicio escépticos- evidenciaban que ciertamente se hablaba de tecnología e Internet. En medio de la polarización extrema que vive la sociedad cubana en cuanto a cuestiones ideológicas, el mayor alcance del Festival fue mantener su carácter enfocado hacia las redes sociales y el ciberespacio.
A más de un año de quedar instalado el cable de fibra óptica entre La Guaira venezolana y Santiago de Cuba, el estado real de tan costoso tendido se desconoce aún. Con un precio de 70 millones entre su compra y su instalación, el cable trajo aparejadas grandes expectativas de accesibilidad y de mejoría en las telecomunicaciones. Según expertos, si llegara a funcionar en toda su capacidad éste podría multiplicar por tres mil la actual conectividad de la mayor de las Antillas. Sin embargo, el más profundo secretismo oficial se ha mantenido sobre si sus fibras están ya transmitiendo kilobytes. Justamente, el famoso cable fue uno de los temas más presente en las discusiones del Festival CLIC. En los tres días de paneles y talleres, numerosas veces surgió la interrogante de cuándo se tendrá la posibilidad de contratar un servicio de navegación web desde las propias casas, con carácter legal y sin condicionamientos políticos. Uno de los sellos distintivos de las discusiones del festival resultó su apertura a todo tipo de criterios. En la convocatoria que hicieron sus organizadores principales se recalcaba ese carácter “inclusivo, plural, sin segregaciones”. Una gran diferencia con los preceptos de eventos anteriores hechos en Cuba que prefirieron definirse más en la línea de “blogueros por la revolución” o de considerar la Internet como un campo de batalla ideológico. El gran alcance del Festival CLIC radicó en no plantearse en esos términos, sino estar dispuesto a cobijar todo tipo de opiniones y tendencias. Incluso en la invitación se precisaba que no se redactaría “una declaración final insultando o descalificando a nadie”. Aclaración que no está de más dada la tendencia a concluir con una reafirmación ideológica que han padecido otros encuentros sobre redes sociales y blogs.
La convocatoria se trazó en términos netamente tecnológicos y se cursaron miles de invitaciones a portales oficiales, blogueros cercanos a instituciones e incluso cuentas de Twitter que hacen un sistemático ataque a las voces alternativas. Como “a la mesa del poeta Walt Whitman aquí están invitados todos” rezaba un pequeño folleto que circuló días antes de la inauguración de la cita. Pero la respuesta oficial no se hizo esperar. Un día antes de comenzar el festival CLIC, el sitio Cubadebate arremetió con un editorial que tenía todos los visos de una amenaza. Llamaba al evento “un engendro subversivo” y lo asociaba a los viejos pánicos de la propaganda oficial como “la CIA, el Pentágono y Estados Unidos”. Cualquiera en su sano juicio hubiera cancelado el Festival CLIC ante el temor de represalias y ataques a la sede, pero como todo aquel que ha pasado demasiado tiempo frente a una pantalla tiene algún que otro “cable cruzado”, los organizadores decidieron mantenerlo todo como habían planificado. Así que el 21 de junio a las nueve de la mañana, en una Habana azotada por la lluvia, comenzó la primera sesión. Entre los animadores fundamentales estaba José Luis Antúnez que forma parte del comité organizador de Evento Blogs España (EBE), Antonio Rodiles que lleva el proyectoEstado de SATS y Yoani Sánchez –una servidora- que dirige la Academia Bloguer cubana.
El temor desatado por las duras críticas hechas contra el Festival desde los sitios oficiales influyó en el número de asistentes. Probablemente, ese era el objetivo del agresivo editorial: disuadir a muchos de llegarse hasta el lugar. No obstante, durante los tres días que duró el evento, unas doscientas personas concurrieron ya fuera como panelistas o como público. Teniendo en cuenta el miedo que desata cualquier descalificación lanzada desde el gobierno, el número de participantes fue sorprendentemente alto. Al decir de @npimienta89 –uno de los jóvenes twitteros que se atrevió a ir a pesar de la satanización- la realidad distaba mucho de las afirmaciones de Cubadebate. “Vine a comprobarlo personalmente y aun no he visto la película de terror que anunciaban” confirmaba en su timeline. Frases como esas surgieron a largo de todo el evento, mientras algunos observadores –en un inicio escépticos- evidenciaban que ciertamente se hablaba de tecnología e Internet. En medio de la polarización extrema que vive la sociedad cubana en cuanto a cuestiones ideológicas, el mayor alcance del Festival fue mantener su carácter enfocado hacia las redes sociales y el ciberespacio.
Se realizaron 8 paneles incluyendo la presentación y explicación del programa, además una noche de cine debate dedicada al documental “¿Cómo Facebook cambió al mundo árabe?”. Entre los temas tratados estuvo la inmediatez y brevedad de Twitter, adaptadas claro está al contexto cubano y a las peculiares formas con que los nacionales logran publicar en ese servicio de microblogging. Adelantándose al mañana, una de las charlas estuvo dedicada a aventurar los primeros puntos para una posible carta de derechos del internauta cubano, moderada en este caso por las juristas Laritza Diversent y Yaremis Flores junto a la bloguer Regina Coyula. También hubo tiempo para las cuestiones técnicas… puras y duras. Como en el caso del taller impartido por @jlantunez sobre cómo publicar en el gestor de contenidos WordPress. La abstracción contó igualmente con su momento, a partir del tema “Complejidad social y nuevas tecnologías” que suscitó –por demás- un intenso debate.
Durante la última jornada se realizó un espacio de tecnología dedicado a los niños, para que estos pequeñines pudieran tocar por primera vez un iPad, un PC o un iPhone. Fue en esa sesión donde se lograron las escenas más hermosas y con visos de futuro de todo el Festival CLIC. Coincidiendo con los mismos días en que esta fiesta tecnológica ocurría, el gobierno organizó a toda carrera un Festival del Conocimiento. Según la televisión oficial, en el evento oficial participaron más de cien mil cubanos y se desarrolló a lo largo de todo el país. Consultados sobre eso, los participantes del encuentro alternativo dijeron sentirse satisfechos de haber logrado tan apresurada respuesta oficial. “Si el muro de la desinformación que queremos derribar termina siendo movido por los propios que lo sostienen, entonces estamos satisfechos” aseguró uno de ellos. De manera que entre la llovizna pertinaz que caía sobre la ciudad, los habaneros tuvieron una oportunidad para hablar del pequeño pájaro azul de Twitter, de la socialización en Facebook y hasta de ese artilugio llamado móvil que se va extendiendo poco a poco por la Isla.
Tres días para “pensar la tecnología, proyectarla, hacerla nuestra” decía el lema del Festival CLIC y se cumplió. Los kilobytes salieron ganando, los extremistas perdiendo.
Durante la última jornada se realizó un espacio de tecnología dedicado a los niños, para que estos pequeñines pudieran tocar por primera vez un iPad, un PC o un iPhone. Fue en esa sesión donde se lograron las escenas más hermosas y con visos de futuro de todo el Festival CLIC. Coincidiendo con los mismos días en que esta fiesta tecnológica ocurría, el gobierno organizó a toda carrera un Festival del Conocimiento. Según la televisión oficial, en el evento oficial participaron más de cien mil cubanos y se desarrolló a lo largo de todo el país. Consultados sobre eso, los participantes del encuentro alternativo dijeron sentirse satisfechos de haber logrado tan apresurada respuesta oficial. “Si el muro de la desinformación que queremos derribar termina siendo movido por los propios que lo sostienen, entonces estamos satisfechos” aseguró uno de ellos. De manera que entre la llovizna pertinaz que caía sobre la ciudad, los habaneros tuvieron una oportunidad para hablar del pequeño pájaro azul de Twitter, de la socialización en Facebook y hasta de ese artilugio llamado móvil que se va extendiendo poco a poco por la Isla.
Tres días para “pensar la tecnología, proyectarla, hacerla nuestra” decía el lema del Festival CLIC y se cumplió. Los kilobytes salieron ganando, los extremistas perdiendo.
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