Hace muchos años, bajo la impresión del circo luctuoso conocido como Operación Tributo, escribí el cuento Maquillaje que aparece en las pestañas superiores del blog. Escribía para mí aunque luego con secreta vanidad lo diera a conocer, pero cuando pasan cosas como esta carta, siento que tuvo sentido.
Estimada Regina:
Me llamo _________ y mi esposa es cubana, aunque ella no desea que su nombre aparezca por miedo, por un miedo que no logra exorcizar y que solo quien ha vivido bajo un régimen puede entender.
Justo tratando de percibir mejor la realidad de vuestro país, como vía para poder entender mejor a mi familia cubana, he conocido su blog a través de algunas amistades y desde hace unos meses le leo siempre, en completo anonimato (soy una persona bastante tímida y mi comportamiento en internet es coherente con mi modo de ser), disfrutando del uso que hace de las palabras, de su inteligencia y de su disponibilidad a compartir, con quien así lo desee, su cotidianeidad.
Pero solo hoy, 17 de julio, he reparado en su barra de menú en la etiqueta “maquillaje” y le he abierto con curiosidad. Al leer, lo que inicialmente parecería un cuento, mi corazón ha comenzado a latir con fuerza. He llamado a mi esposa y hemos leído su relato. Usted ha descrito, con la mágica capacidad con que se escribe sobre un pétalo de rosa, el momento más desgarrador y triste de la vida de mi cuñada.
La hermana mayor de mi esposa, que ha perdido a su pareja y padre de su hijo en una batalla durante la guerra de Angola. Ella es una persona excelente, maravillosa y que me precio de tener como familia, pero lleva en su alma una tristeza atroz. La tristeza de una mujer que no pudo besar nunca más los labios de su amado. La tristeza de una madre que no pudo poner a su hijo en los brazos de su padre.
Le agradezco, humildemente y con todo mi corazón, tan bello homenaje.
Gracias por lo que usted hace.
Espero y le deseo que Cuba pueda ser una nación democrática y de paz.
Dejo a usted la libertad de hacer público nuestro agradecimiento.
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