EL "NO HAY" SIGUE GOLPEANDO LA PUERTA DE CADA CASA CUBANA
Dentro de las características que me definen como pésima ama de casa
está no saber comprar productos frescos, les aseguro que es una
habilidad vital pues en el agromercado no sólo venden productos que no
pasarían por un control sanitario o de calidad; la mayoría de los
casos esos controles sólo están en los papeles, y hay que ser
experimentado para obtener buenas mercancías.
Pero como tenía que ir a buscar mis medicamentos a la farmacia, y la
farmacia está frente al agro, mi marido con muchas explicaciones, me
encomendó la tarea de comprar habichuelas, pepino y una mano de
plátano burro verde.
Hacía meses que no entraba en un agromercado y mi primera impresión
fue que éste lo estaban desmantelando. De ocho tarimas, sólo dos
estaban abiertas y la oferta eran unos mazos enclenques de cebollitas
moradas a seis pesos, (baratos si se compara con la libra de pepino a
cuatro pesos o el macito de habichuelas a seis). Por el piso y en las
cajas plásticas donde se exhibe la mercancía, un rastrojo de plátanos
que nadie compraría. ¿Y aquí qué pasó?, le pregunté a uno de los
tarimeros. Las lluviasfue su lacónica respuesta.
Apenas a cien metros de allí, en la puerta de la panadería, dos
carretillas de construcción con tomates, ají chay, berzas y
habichuelas. Todo limpio, fresco y empaquetado. Dos emprendedores a
los que la lluvia no les resultó un obstáculo. En estos días ha
llovido, pero ha llovido como puede llover en cualquier país tropical.
No estamos bajo amenaza ciclónica, las lluvias no han sido
torrenciales. Nada lógico que explique la orfandad del agromercado y
la variedad de las carretillas. O sí, pero la explicación desafía
cualquier lógica
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