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sábado, 14 de mayo de 2011

En Cuba no se realizan pruebas de ADN dicho por los propios criminalistas. Todo es un Mito al respecto en Medicina Legal

Cuando se trata de absolver a un sospechoso, la justicia cubana, no cree en ninguna prueba, así sea de ADN, pero si el problema es culpar, acepta cualquier sosa.

Laritza Diversent

El Tribunal Provincial Popular de Las Tunas, condenó a Rafael Ramos Utra, por atacar sexualmente en marzo de 2005 a una menor de edad, dentro de su propia vivienda a 20 años de prisión. El de Camagüey condenó a Delvis David Peña Mainer, a 40, por asesinar brutalmente a machetazos, en enero de ese mismo año, a un joven de 23 y su esposa de 17 en Vertientes.

Ramos Utra, de 51 años, y Peña Mainer, de 44, se declararon inocente, pero la justicia tuvo plena convicción sus culpas, a pesar de que la evidencia física decían lo contrario. En el caso de Rafael, desestimó los dos primeros informes de ADN realizados en la provincia Las Tunas, que confirmaron su inocencia. En el de David, el Tribunal camagüeyano dio crédito a los rumores que circulaban en el barrio.

Supuestamente Peña Mainer, decidió matar a un joven, porque se comentaba que sostuvo relaciones sexuales con su hija y pretendía también a su esposa. La joven fue asesinada cuando salió en auxilio de su esposo. Según un informe meteorológico la noche del crimen, estaba iluminada. Suficiente para que el tribunal se convenciera de la joven identificó a Peña Mainer en plena agresión, quien al saberse descubierto, decidió ultimarla.

Según el tribunal las lesiones en ambas víctimas fueron realizadas por un zurdo, como Peña Mainer, con un instrumento corto contundente. A David le ocuparon una mocha, un machete ancho y curvado hacia el extremo, que en Cuba se emplea para cortar caña. Según la sentencia, en la "parte interior de las cachas de la empuñadura" del arma, se encontró sangre, "aunque no se pudo determinar a qué especie correspondía".

Al juzgado camagüeyano le pareció innecesario comparar la muestra de sangre encontrada el arma homicida, con el ADN de las víctimas. Tal vez por eso ordenó entregar la mocha, a un centro de trabajo correccional con Internamiento de la provincia, y "la destrucción y arrojo" de varias prendas de vestir de jóvenes asesinados, algunas con "maculas de aspecto hemático", y las huellas de sangre de la escena del crimen.

Con Ramos Utra, paso diferente. El Laboratorio Central de Criminalística de Cuba, en un primer examen reconoció "que no existe relación entre el semen presente en el blúmer" de la pequeña de 6 años y "la muestra de sangre remitida como consignada al sospechoso Rafael Ramos Utra", quien niega haber estado solo con la niña y menos tocarla.

Luego consignó "que la maculación amarillenta en el blúmer" de la menor, coincidía con la de "su propia muestra de sangre". "No fue posible establecer el perfil genético del semen presente en el blúmer, porque el material seminal se agotó", reconoció el laboratorio en el segundo informe, realizado dos meses después del primero.

La probabilidad de encontrar a dos personas con la misma información genética, es de 1 en 15 millones de individuo. A pesar de la certeza del primer examen que demostró la inocencia Ramos Utra, el Tribunal de Las Tunas lo declaró culpable y también ordenó la incineración del blúmer, pieza de convicción del delito.

Los tribunales cubanos, si le parece, ni acepta ni recurre a los exámenes de ADN, la prueba más confiable hasta el momento, para confirmar la culpabilidad o inocencia de una persona. Su máxima es hacer justicia, aunque se condene a un inocente. Las culpas nunca caen al suelo


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