Las guaguas Girón VI no se paran jamás
Nadie sabe cómo aún funcionan tan bien ni de dónde salen las piezas de repuesto
LA HABANA, Cuba.- Quien no conozca las interioridades surrealistas del sistema de vida cubano nunca entendería por cuáles razones, después de muchísimos años de explotación —hablamos de tres o cuatro décadas-, la mayoría de los ómnibus Girón VI pertenecientes a la empresa Ómnibus Escolares aún se mantienen trabajando, cuando a la mayoría de los demás vehículos les han sustituido los motores con máquinas que trabajan con diesel, más económicas y modernas, y hoy asequibles en los almacenes.
La respuesta de por qué no se paran radica precisamente en las altas asignaciones de gasolina para estos vehículos. Hacen tres o menos kilómetros por litro de combustible. Un motor diesel puede llegar hasta diez, pero este otro combustible tiene mucho menor valor en el mercado negro: la gasolina no baja de los veinte pesos, mientras que el diesel no rebasa los ocho, cuando más.
A los choferes y administrativos se les asignan tarjetas prepagadas por el Estado. Y cuanto se ahorra, se vende a buen precio en el mercado negro.
Conducir uno de los llamados "dragones" –una guagua Girón VI, un camión Zil-130 soviético con sus motores originales, como los camiones-cisternas para el abasto de agua- es una mina de oro. Por eso, por las ganancias que les sacan, los choferes no los dejan morir.
Nadie sabe cómo aún funcionan tan bien ni de dónde salen las piezas de repuesto, pero no se paran jamás. Sus choferes pagan las reparaciones cuando es necesario.
Si a algún directivo con afán de organizar este relajo con orden se le ocurriera la peregrina idea de intentar cambiar los motores, racionalizar o detener estos vehículos, se le para la base completa, la total operación de su empresa, los choferes sufrirán alguna rotura en el segundo o tercer día y nadie se ocupará de la reparación del transporte.
Los mecánicos no harán absolutamente nada aunque aparenten laborar, pues no recibirán dinero por las piezas ni por el trabajo o la mano de obra.
Esto último ha sucedido ya varias veces con el mismo resultado: cambian al directivo, los vehículos continúan circulando y todos contentos.
No hace mucho un directivo de la empresa Habaguanex cayó en desgracia porque se había asignado seiscientos litros de gasolina prepagada de alto octanaje (la más cara se vende a un CUC el litro de contrabando) para el consumo de su coche oficial, cuando este, se demostró, no gastaba ni siquiera doscientos litros al mes. Lo acusaron de corrupción y malversación. El castigo: lo cambiaron discretamente de puesto a otra empresa. Como decimos en estos casos, que son bastante frecuentes: cayó hacia arriba.
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