EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
Un cementerio que muere.
De todas las experiencias humanas conocidas, ninguna nos infunde más respeto que la muerte. Tal vez por ello la mayoría se toma muy en serio, dejar en buenos términos su tránsito al reino de Hades. Y aunque la modernidad haya acabado con supersticiosas practicas mortuorias, como aquella de colocar una moneda debajo de la lengua del difunto, para pagarle al viejo barquero Caronte su viaje hasta el mundo de los muertos a través del lago Estigia, al menos seguimos empeñados en recrear por medio de imágenes, iconos u objetos, muchas de aquellas leyendas que describen la vida después de la muerte.
Tan común es el acto de morir, que hablar de ello pudiera tenerse como intrascendente, pero si aclarásemos que el caso que estamos por referir no hace alusión al fallecimiento de ningún sujeto, sino, de un Camposanto, quizás esto alcance a perturbarle. Porque después de todo, asistir a la muerte de un Cementerio no es algo que se aprecie todos los días.
La Necrópolis a la que hago alusión está enclavada en el lado noroeste de la ciudad de Cienfuegos, ubicada en el corazón de Reina, barrio del que ha adoptado el nombre. Su inauguración se remonta al año 1839; esto es, veinte años después de fundada la villa Fernandina de Jagua, hoy ciudad de Cienfuegos.
A ciento setenta y tres años, la erosión causada por los elementos de la naturaleza, la depredación e insensibilidad del hombre, la falta del necesario mantenimiento, tienen en estado de agonía a una de las joyas culturales más importantes de la provincia.
Tiempos hubo en que se pensó que la suerte le cambiaría, fundamentalmente allá por los años ochenta, pues gracias a la gestión de un pequeño grupo de intelectuales locales, el Cementerio fue nombrado Monumento Nacional. Sin embargo no fue así.
Debemos referir que durante la primera etapa posterior al nombramiento, el gobierno destinó ciertas cantidades de recursos para el remozamiento del vetusto lugar. Más, la morosidad constructiva, el desvío de los recursos, el paso de algún que otro ciclón, la falta de presupuesto, la focalización de los funcionarios hacia asuntos que consideran de mayor importancia, arrojaron como resultado, décadas perdidas, durante las cuales hemos visto como el recinto ha ido transmutando su aspecto, hasta simular una ciudad bombardeada.
Mármoles de lápidas, bóvedas y panteones partidos casi en su totalidad; tumbas hundidas o abnegadas en agua; rejas oxidadas en un grado avanzado; el rico tesoro escultórico, orgullo justificado del lugar, se encuentra en peligro de extinción. Por doquiera se dejan ver ángeles con alas rotas, desmembrados o decapitados. Siquiera la famosa escultura La Bella Durmiente ha escapado del general deterioro y ya han debido retocarle, partes de su estilizado cuerpo, al haber sufrido pequeños daños.
El cuadro que hoy se observa es el mismo al que asistí cinco años atrás cuando visité por vez primera el lugar. Por aquel entonces ya había dado comienzo la reparación de la Capilla y repellado algunas de las paredes donde se encuentran los nichos. Pareciera que el tiempo no transcurrió desde entonces, pues al revisitar el lugar me encuentro con que lo remodelado, está en el mismo punto de ejecución en que le dejé.
Sé que no basta, para dar el aldabonazo necesario que ayude a despertar las conciencias de quienes tienen la solución en sus manos, referir que el Cementerio es muy viejo, quizás el más antiguo de Cuba de los que aún existen; que el tesoro escultórico se está perdiendo; que aquí yacen los restos de hijos ilustres de la ciudad que la fundaron y sirvieron en su sostenimiento y posterior desarrollo; que en un lugar aun no precisado de sus terrenos yacen depositados los restos de insignes revolucionarios de las contiendas libertarias de 1868 y1895, entre ellos, el general de Brigada Henry Reeve (el inglesito) el general Higinio Esquerra Rodríguez, el Presbítero Francisco Esquembre Guzmán, fusilado por bendecir una bandera cubana insurrecta, teniente José Acebedo Quintana, español que peleo en las filas cubanas; o que es el único cementerio de su tipo que nos permite conocer acerca de los enterramientos por nichos.
Tal vez sea preciso promover una campaña nacional que permita educar a las actuales generaciones en el amor y respeto por su historia, e involucrar a todos los cubanos de bien en el rescate de lugares como este. Yo no tengo cuotas de poder real, ni soluciones extraordinarias, ni riquezas que donar, solo me queda el consuelo de poder aportar unas pocas líneas, que a manera de S.O.S pretendo bifurcar entre mis coterráneo.
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