Mientras sea el ‘embargo americano’ el que permita que se exprese la verdad en Ginebra, bienvenido sea.

El embargo americano no existe, desde hace años, desde Carter, pasando por todos los presidentes que han venido después, incluidos Bush y Obama, todos de alguna manera, por debajo del tapete, le hicieron llegar millones de dólares a la tiranía contando con que los dólares liberarían la economía y por ende al pueblo. Con Obama ya se cayó el dinero con el asuntico de los intercambios “inculturales”, y otros. El embargo, entonces, reitero, sólo existe de boca p’afuera de los castristas, como mismo los espías no son ya Cinco prisioneros en Estados Unidos, sino Cuatro, pero ellos siguen armando la candanga con lo de los Cinco.

Una reflexión en Facebook del músico cubano Danny Rojo me incita a escribir este post. Recientemente una delegada castrista intentó vetar en Ginebra a Ofelia Acevedo, viuda de Payá, cuando se disponía a hablar del asesinato de su esposo y de la investigación internacional que el mundo le debe al Premio Sajarov. Intentó, pero no pudo impedirlo, véanlo aquí. ¿Por qué no pudo? Pues porque el delegado norteamericano le impidió a esta esbirra que hiciera lo que se hace en Cuba, bajo la dictadura la apaña a ella: acallar al pueblo, silenciarlo, bloquearlo y bloquear sus derechos por más de medio siglo.

Ofelia Acevedo pudo expresarse, pudo manifestar todo lo que tenía que decir gracias a Estados Unidos, de hecho el único país que la apoyó. De modo que, ¿quién bloquea a quién? ¿Quién asesina, quién silencia? ¿Y gracias a quién en eventos como éstos los cubanos han encontrado siempre el justo apoyo, el necesario? El de Estados Unidos. Habríamos deseado el apoyo francés, italiano, y del mundo entero, pero habló por ellos el silencio colaborador, el pánico cómplice.

Zoé Valdés.

Declaración posterior de Ofelia Acevedo.