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Mauricio Claver-Carone: El viejo engaño de las “nuevas reformas”
Tomado de http://www.penultimosdias.com
El viejo engaño de las “nuevas reformas”
Por Mauricio Claver-Carone
ene 14, 2012
En todo el mundo, los propagandistas del castrismo están proclamando las “nuevas reformas económicas” del régimen. Tras saquear la riqueza de la Isla durante 52 años de brutal represión y dominio totalitario, los dictadores octogenarios de Cuba están introduciendo de nuevo los principios de la libre empresa.
Con las manos abiertas, naturalmente.
De acuerdo en que esta es la temporada de la buena voluntad, pero la historia sugiere que cuando el asunto son los tratos con los Castro, el escepticismo está garantizado. Durante tres décadas, los Castro acumularon billones en subsidios de la Unión Soviética. Cuba recibió más dinero de los soviéticos que toda Europa del plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial. Mientras recibían ese dinero, los Castro nunca encontraron nada digno de elogio en los EE UU o en la libre empresa. Al contrario, impusieron el absolutismo económico comunista en su país y exportaron la revolución y la violencia antinorteamericana a dos continentes.
Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, Cuba perdió sus subsidios, y los Castro se vieron forzados a realizar una serie de “ajustes” económicos que son casi idénticos a las “reformas” que tienen lugar hoy en día. ¿Por qué? Porque en el mundo de hoy, Cuba —como todas las demás naciones— necesita divisas fuertes. Los “ajustes” duraron siete años, hasta que Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela (en 1998) y se movió rápidamente para reemplazar los perdidos subsidios soviéticos. Cuando eso sucedió, los Castro dieron marcha atrás en sus “ajustes” y confiscaron cualquier asomo de riqueza que los cubanos hubieran acumulado. Sin embargo, la crisis financiera de 2008 condujo a una súbita caída de los precios petroleros, lo que limitó la generosidad de Chávez. Así, hoy los Castro están de nuevo necesitados de dinero en efectivo. En consecuencia, han desempolvado su viejo manual del jugador y añadido algunas jugadas “tramposas.” Tienen un objetivo en mente: la supervivencia del régimen.
Su estrategia fundamental para la supervivencia, y la jugada más antigua de su manual, sigue siendo sencilla: confiscar el dinero ajeno. Bajo la guisa de “campaña contra la corrupción,” algunos viejos socios comerciales se han convertido en objetivos, pero sus principales ganancias llegarán sin duda alguna de nuevos inversores extranjeros.
El gobierno cubano ha congelado cientos de millones de las cuentas de negocios europeos en bancos cubanos desde 2009. Como informó Reuters, “la nación controlada por los comunistas fue incapaz de pagar sus deudas dentro de los plazos previstos en el 2008, y congeló entonces hasta un billón de las cuentas de 600 proveedores extranjeros desde comienzos de 2009.”
La siguiente jugada de los Castro fue relanzar la licencia de trabajo por cuenta propia, que permite a ciudadanos cubanos ejercer uno de los 178 comercios u oficios, como hacer muñecas o limpiar zapatos. Cerca de 300.000 cubanos han arrendado licencias, pero más de un 25% las han devuelto debido al pesado control del gobierno y los impuestos predatorios.
Su jugada más nueva —tal vez la más “creativa”— fue anunciar que los cubanos podían vender sus casas. Los cubanos han tenido teóricamente la propiedad de sus residencias desde 1986, aunque éstas no podían ser vendidas. Los cubanos se las arreglaban con la regla de no vender “permutando” casas entre sí y creando un mercado negro de residencias. Habitualmente, el gobierno confiscaba las casas de los que abandonaban la isla y el 2000 la policía cayó sobre las permutas y las transferencias en el mercado negro. Mientras que el anuncio el mes pasado de que la compraventa sería permitida fue una sorpresa, las regulaciones que lo siguieron tipifican el régimen de Castro. La primera, y más notable, restricción requiere que la transacción sea hecha en una divisa fuerte y que ésta sea depositada en el Banco Central de Cuba, dependiendo de la aprobación de la venta por parte del gobierno y de una investigación sobre el origen de los fondos. En el momento del cierre, el Banco Central dará un cheque al vendedor en pesos cubanos no convertibles.
Lo que se está tramando es simple: ya que la administración Obama ha levantado los límites a los envíos que los cubano-americanos pueden hacer a sus parientes en Cuba, el castrismo espera grandes cantidades de dinero nuevo en la Isla —no sólo unos pocos cientos de dólares al mes para ayudar a las personas queridas a comprar comida o cubrir necesidades básicas, sino decenas de miles de dólares para comprar una casa o de lo contrario para “especular” en el nuevo negocio de los bienes raíces en el país.
Al obligar a que esos dólares se depositen en el Banco Central, el régimen logra quedarse cerca del 30% por “gastos de cambio de divisas.” Los vendedores querrán cambiar los pesos que consiguen por dólares u otra divisa fuerte, lo que le permitirá al gobierno quedarse con otro 30% (20% en el caso de los euros o los dólares canadienses) en gastos de cambio. Además de todo eso, el gobierno aplica un 4% de impuesto sobre la transacción y el Banco Central se lleva una comisión.
¿Qué puede hacer entonces el vendedor? Ya que el gobierno controla estrictamente la exportación de capital, muchos vendedores no podrán transferir o depositar sus ganancias en bancos extranjeros. Peor aún, saben que cualquier cosa —pesos, dólares o euros— que depositen en el Banco Central Cubano corre el riesgo de ser confiscada por el gobierno cuando éste lo desee. Así que muchos escogerán invertir sus ganancias en una licencia de cuentapropista. Sin embargo, si las ganancias como cuentapropista exceden los 50,000 pesos ($2,000) al año, el régimen exige también que se establezca una cuenta corriente en el Banco Central.
Así las “reformas” del castrismo se dirigen hacia una conclusión vieja y familiar: lo que el régimen da, el régimen siempre te lo quitará.
Claver-Carone was born in Florida and raised in Madrid, Spain. Before going into political advocacy, he was an attorney-advisor for the U.S. Department of the Treasury. He also served as a Clinical Assistant Professor at The Catholic University of America's Columbus School of Law and as an Adjunct Professor at the George Washington University Law School. Claver-Carone earned his B.A. degree magna cum laude from Rollins College, J.D. cum laude from The Catholic University of America and LL.M. in International and Comparative Law from Georgetown University Law Center.
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