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jueves, 17 de mayo de 2012

Cierre de exposición alternativa en el marco de la Bienal | Cubanet

Cierre de exposición alternativa en el marco de la Bienal | Cubanet

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

Cierre de exposición alternativa en el marco de la Bienal

| Por Ernesto Santana Zaldívar
Luis Trapaga- Foto de Ernesto Santana
Luis Trapaga- Foto de Ernesto Santana
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Entre los espacios alternativos que se habían preparado para enriquecer el panorama de la XI Bienal de La Habana se hallaba el Open Studio Círculo, que el pintor Luis Trápaga, con la colaboración de otros artistas, había abierto en su casa, en la calle 10 No. 316 entre 13 y 15, en El Vedado. Parecía que todo marchaba bien. Pero no. Un día antes de la inauguración, programada para el sábado 12 de mayo a las cuatro de la tarde, intervino la policía política y arruinó el evento.
Según el catálogo, iba a ser una exposición colectiva en la que participarían, aparte de Luis Trápaga (graduado de la Academia de San Alejandro, en cuya pintura “la poética abstracta encuentra un acento lírico para hablar de la soledad y la angustia del hombre  en medio de la nueva aldea global”), los artistas Meme Ferre, que vive y trabaja entre Puerto Rico y Miami, que cursó estudios en el Pratt Institute de New York y es Master of Fine Arts por la New York University, en cuya propuesta “investiga la belleza y emplea la energía cruda para crear imágenes de una poética abstracta”; Guillermo Portieles, graduado del Instituto Superior de Arte de La Habana, que vive y trabaja entre Tampa y La Habana  (“su obra está marcada por una poética neofigurativa que investiga la conflictividad en las relaciones individuo-sociedad, historia y ficción, así como el fenómeno de la emigración y el desarraigo en el marco de la sociedad globalizada”), y Néstor Arenas, también graduado del Instituto Superior de Arte, que vive y trabaja entre Miami y La Habana y que “en su estética postmoderna se apropia de todos los estilos, tanto de la vanguardia como de la posvanguardia, para reinterpretar, desde su historia personal poscomunista, la cultura de masas capitalista”.
En lo que debió ser la primera edición del Open Studio Círculo, de acuerdo con el catálogo, confluían obras en las que se articulan tanto elementos de la figuración pictórica (Guillermo Portieles y Néstor Arenas) como del lenguaje abstracto (Meme Ferre y Luis Trápaga). Lo más probable es que ninguno de los agentes de la Seguridad del Estado encargados de desmantelar la exposición tuviera una idea concreta acerca del arte (esa amenazadora veleidad de los civiles) y mucho menos acerca de la pintura abstracta (esa coartada de sediciosos), pero sí estaban muy claros en cómo proceder, en cómo manejar la amplia gama de amenazas que tanto han practicado durante decenios.
Cuando a Luis Trápaga le dijo un agente que el Ministerio de Cultura no permitía exposiciones alternativas, el pintor se asombró mucho porque lo cierto era que, si bien no había una aprobación explícita de esa institución, tampoco había prohibición alguna. No obstante, algunas de las preguntas que le hicieron tenían cierto sabor a paranoia y a estulticia (¿Por qué has querido hacer esta exposición precisamente durante la Bienal? ¿Cuántos cuadros habrá en la exposición?). Pero con los otros participantes, que no residen en Cuba, no fueron tan pródigos en delirios abstraccionistas ni figurativos, sino que apelaron al lenguaje elemental del poder totalitario: Si participaban en la exhibición, serían expulsados del país inmediatamente y no se les permitiría volver a entrar de nuevo. Estaban siendo manipulados por Luis Trápaga, un cabecilla contrarrevolucionario y, además —como estos tres artistas habían asumido los gastos de la exposición—, habían caído en el peligrosísimo delito de financiar un proyecto subversivo. Ante esa presión, los otros participantes prefirieron renunciar, ya que era obvio lo que vendría como respuesta a cualquier gesto de resistencia que hicieran. En cuanto a Trápaga —que en ningún momento había sido tratado por los oficiales como “cabecilla contrarrevolucionario”—, fue advertido esta vez de que lo mejor que podía hacer era renunciar a exponer sus propios cuadros en su propia casa, pero él decidió no ceder: expondría sus cuadros y denunciaría el atropello tanto como le fuera posible.
Según los mejor informados, esta XI Bienal de La Habana tiene mayor calidad y una cantidad de participantes más amplia que las últimas ediciones, pero lo ocurrido en esta muestra colectiva no fue un caso aislado. Otra exposición de carácter colectivo que iba a realizarse en la calle 2 entre 19 y 21, y en la que participaría como artista invitado Danilo Maldonado (El Sexto), también fue prohibida por la Seguridad del Estado. Algo semejante ocurrió en el restaurante particular La Galería, en 19 y 12: aunque se logró hacer la inauguración retirando una obra censurada de José Ángel Vincench, poco después apareció una extraña demanda de vecinos que tuvo por consecuencia el cierre del restaurante mismo, con lo que la exposición perdió el lugar y se acabó.
Asombrosos resultan el poder de censura que ejerce y la impunidad de que goza la policía política, y no hay la menor señal de que este tipo de despotismo y el miedo que lo nutre vayan a disminuir en un futuro cercano. Por desgracia, es posible todo lo contrario, que ese temor y esas arbitrariedades cobren más vigor, ya que de lo que sí hay señales claras es de que la mayor parte de las personas reprimidas no va a bajar la cabeza y aceptar con mansedumbre esas presiones.

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