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viernes, 7 de octubre de 2016

Baracoa, el rostro del desastre. Para llorar :( #Matthew

Baracoa, el rostro del desastre



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO




Baracoa, el rostro del desastre




















El huracán Matthew dejó a su paso por Cuba graves destrozos en el extremo oriental de la Isla, con derrumbes de viviendas totales y parciales, postes de electricidad tumbados y carreteras cortadas. (EFE)



El huracán Matthew dejó a su paso por
Cuba graves destrozos en el extremo oriental de la Isla, con derrumbes
de viviendas totales y parciales, postes de electricidad tumbados y
carreteras cortadas. (EFE)









Un martilleo se ha apoderado de Baracoa. Por todas
partes se clavetea, se remueven las tejas caídas y los vecinos tratan de
salvar de los escombros aquello que pueda ser reutilizado. Caminan
sobre los montículos de ladrillos, suben sobre los fragmentos de
escaleras que ya no llevan a ninguna parte y rescatan la marquetería de
una ventana que una vez estuvo insertada en alguna pared. De la ciudad
apenas se ven ruinas, pero se escucha el creciente rugido de la
sobrevivencia.
El huracán Matthew
ya está lejos de la parte más oriental de Cuba, aunque por años será un
visitante indeseado en los recuerdos de los baracoenses. "Estoy
buscando la foto de mi abuelo, que estaba en la sala", cuenta Cira, una
vecina de 58 años que el martes recogió lo poco que tenía y se fue para
casa de unos familiares que contaban con "techo de placa", más fuerte
para enfrentar los vientos.
Los bomberos y las brigadas de militares que están llegando
aconsejan a los residentes que se alejen de los escombros y tengan
cuidado con los trozos de metal


La mujer ha regresado al lugar donde estuvo su vivienda y
apenas queda la marca de los cimientos. "Aquí estaba mi cuarto",
señala, y dos pasos más allá y bajo una montaña de tablas asoma el
blanco impoluto de una taza de baño. Lo ha perdido todo: el televisor,
el colchón, la cafetera, una mesa de caoba que heredó de su madre y el
retrato del abuelo frente al que ponía "flores todos los días".
La historia de Cira no es la más grave. En Baracoa todos han sido
tocados por la desgracia. Luisito, de ocho años, no encuentra a su
perro, lo estuvo llamando a gritos toda la tarde del miércoles después
de regresar de casa de unos primos donde su familia se refugió, pero no
ve su cola ni su lomo blanco por ningún lado. "Seguro se escondió, es
muy inteligente", lo calma la madre.
Todavía no se ha
reportado ningún fallecido tras el paso del devastador huracán, pero la
ciudad asemeja un cadáver. Los bomberos y las brigadas de militares que
están llegando aconsejan a los residentes que se alejen de los
escombros y tengan cuidado con los trozos de metal, las maderas
quebradas y los cristales que amenazan en el suelo. Pero pocos hacen
caso.
Están en una batalla contra reloj. Quieren
recuperar todos los materiales que puedan para la reconstrucción parcial
o total de sus viviendas. Temen que cuando la zona se militarice los
alejen del lugar donde estuvieron sus hogares y no puedan seguir
rescatando algunas pertenencias personales que todavía quedan dispersas
por el suelo.
La gente se consuela con la situación
más grave que padecen otras zonas de la provincia de Guantánamo a las
que aún no se ha podido acceder. El camino hacia Maisí está interrumpido
por los árboles y los trozos de asfalto que se han despegado de la
carretera. Apenas se ha podido saber nada de lo ocurrido tras el impacto
del organismo en el "hocico del Caimán", la punta más oriental de la
Isla.
Los ríos siguen crecidos y en la zona de San
Antonio del Sur los viales han sido arrancados en algunos tramos y crece
la fila de clientes frente a la panadería. Los más previsores, que
lograron comprar algunos alimentos antes de que comenzaran las primeras
ráfagas de Matthew, declaran que ya no les queda nada. "No hay mucho
para comer", se queja una mujer cerca del comercio estatal, uno de los
pocos con grupo electrógeno en todo el poblado.
De los vecinos de Puriales, un pequeño municipio de la zona, tampoco
se sabe nada. La comunicación por telefonía, móvil y fija se ha cortado
y no llegan las señales de radio o televisión


A las afueras de la ciudad de Baracoa el aire se llena
también con el ronroneo de las motosierras de una brigada técnica
militar que intenta abrirse paso hacia los pueblitos que han quedado
incomunicados. Las líneas telefónicas siguen cortadas y los celulares no
pueden recargarse debido a la falta de fluido eléctrico.
De los vecinos de Puriales, un pequeño municipio de la zona, tampoco se
sabe nada. La comunicación por telefonía, móvil y fija se ha cortado y
no llegan las señales de radio o televisión. La enorme antena repetidora
de Radiocuba yace caída muda y sorda sobre un techo.
Uno de los peores escenarios se halla en el tramo entre Bagá y la
conocida como la Curva del Sapo. Los postes eléctricos se han desplomado
y la tierra está tapada de una alfombra de matas de plátano que no
aguantaron los vientos. Las posturas de tomates se han dañado y la
preocupación de un desabastecimiento de alimentos se extiende por todos
lados.
El drama mayor lo viven quienes han perdido
totalmente su vivienda. Este miércoles en la noche algunos no querían
moverse siquiera del espacio donde una vez amaron, durmieron o
cocinaron. Las paredes y el techo ya no están, pero "esta es mi casa",
asegura Cira, que con una linterna en la mano intentaba encontrar en los
escombros la foto de su abuelo.

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