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22 DE OCTUBRE DE 2017 1:30 PM
Brindando señales de estar dispuesto a abandonar el poder, el régimen de Nicolás Maduro usó el diálogo secreto en República Dominicana para llevar a sus adversarios a la emboscada electoral que hoy enluta a las fuerzas democráticas de Venezuela, en una magistral jugada que explotó las ambiciones y el exuberante optimismo de una oposición que confiaba en que ya tenía el juego ganado.
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Las negociaciones realizadas a puertas cerradas jugaron un papel determinante en el abandono de las manifestaciones de protestas por parte de la oposición, que ahora enfrenta la urgente tarea de reformular sus estrategias y liderazgo para enfrentar a un régimen mucho más fortalecido.
Fuentes cercanas al diálogo dijeron a el Nuevo Herald que los promotores de esas conversaciones dentro de la oposición actuaban bajo la expectativa inducida de que el bloque del chavismo liderado por Maduro ya estaba dispuesto a abandonar el poder a cambio de "salvoconductos" y que estaría dispuesto a reconocer una victoria de la oposición en las elecciones presidenciales para finales del próximo año.
"Las señales que ellos estaban brindando [desde el régimen] es que querían salir, quizás con la excepción de Diosdado Cabello y de Tarek El Aissami. Pero que el resto ya quería una transición. Y eso formaba parte de las conversaciones en República Dominicana", dijo una de las fuentes que habló a condición de no ser identificada.
Cabello y El Aissami, dos de las figuras centrales del chavismo, eran las piedras de tranca en esas conversaciones. Los dos dirigentes desde hace años son objeto de investigaciones de la justicia estadounidense, bajo sospecha de que encabezan las operaciones del narcotráfico en Venezuela.
"La tesis que estaban vendiendo es que el país había hecho agua, que había implosionado y que ya no había por dónde agarrarlo. Ese cuadro estaba siendo acentuado por las sanciones de Estados Unidos y por las últimas medias de presión internacionales que tenían a Maduro muy nervioso", agregó la fuente.
El régimen, sin embargo, quería emprender un proceso gradual, explicó desde Washington Antonio De La Cruz, director ejecutivo de la firma Inter-American Trends.
El argumento era que aunque las altas esferas del chavismo sabían que tenían su futuro económico asegurado, tras haber acumulado gigantescas fortunas durante casi dos décadas de gobierno, temían las repercusiones y posibles riesgos legales que podrían enfrentar con un cambio súbito de gobierno.
"Insistían en la necesidad de que el proceso fuera muy gradual, que no fuese de la noche a la mañana, y que convenía para ello empezar primero con las elecciones de gobernadores, que era algo que costó mucho conseguir porque el régimen se rehusaba a poner fechas para esas elecciones", dijo De La Cruz, quien monitoreó de cerca el avance de las conversaciones.
El asesor político Esteban Gerbasi, quien también estuvo rastreando los avances del diálogo en República Dominicana, dijo que las elecciones presidenciales se habían convertido en la obsesión de la oposición, y terminó convirtiéndose en la zanahoria usada por el régimen para ir arreando la oposición a dar concesiones y avanzar cada vez más adentro del proceso.
No obstante, la primera ronda de conversaciones no produjo resultados concretos sobre ese punto.
"Durante las conversaciones se trató el tema de las elecciones presidenciales pero se acordó hablarlo después de los resultados de las elecciones regionales", dijo Gerbasi desde Miami.
El general Antonio Rivero, uno de los principales líderes del partido Voluntad Popular, dijo que el régimen desde el inicio estuvo imponiendo un alto costo para tratar las elecciones presidenciales en la mesa de diálogo.
Primero, la oposición debía enfriar las manifestaciones callejeras que comenzaban a cobrar fuerza en la calle, y luego se comenzó a usar la promesa de comicios para tratar de llevar a la oposición a reconocer la legitimidad de la Asamblea Nacional Constituyente que el régimen había impuesto fraudulentamente.
"Ciertamente ahí [en Dominicana] se planteó el tema de las elecciones presidenciales, y luego se agregó a esa conversación el reconocimiento de la Asamblea Constituyente para poder dar lugar a ello", dijo Rivero desde Miami.
Pero el tema central del régimen era apagar la calle y llevar a la oposición a maniobrar para que saliera en su defensa en una era posterior a Maduro.
A cambio de conseguir que el régimen aceptara una salida electoral, los dirigentes de la oposición debían salir a convencer a la comunidad internacional, y en especial al gobierno de Estados Unidos, sobre la necesidad de permitir que los grandes jerarcas del chavismo pudieran salir del poder sin miedo a ser sancionados por los crímenes de lesa humanidad, corrupción y narcotráfico que se les atribuye, dijo De La Cruz.
El argumento central a ser usado en Washington es que eso sería necesario para evitar una guerra civil en Venezuela.
A modo de ejemplo, los representantes en el diálogo tenían el Acuerdo de Paz de Colombia, proceso en que el gobierno tuvo que desestimar las acusaciones de terrorismo que pesaban sobre la guerrilla para que ésta después pudiera incorporarse a la sociedad e incluso competir políticamente, explicó De La Cruz.
A lo largo del proceso de diálogo, la oposición venezolana nunca puso en duda de que ganaría un proceso electoral frente al régimen.
Maduro, quien es altamente impopular y visto como el principal responsable de la peor crisis económica registrada en el país, es rechazado por más del 80 por ciento de la población, y el descontento ha ido en aumento en la medida que se agrava la escasez de productos y se acelera el proceso de hiperinflación.
Ese descontento quedó en evidencia en las elecciones parlamentarias del 2015, donde la oposición sacó más de dos tercios de los escaños que estaban en disputa, superando con una avalancha de votos una larga secuencia de trampas e irregularidades que tradicionalmente han inclinado la balanza electoral a favor del chavismo.
Sin embargo, para estas elecciones la oposición enfrentaba una maquinaría de fraude repotenciada y no se preparó debidamente para proteger los votos, admitió un portavoz de la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática, que habló a condición de no ser identificado.
"Hubo una excesiva confianza en esta ocasión en la capacidad del voto opositor en superar las trampas del oficialismo", señaló.
Gerbasi explicó que unos de los mayores errores de la oposición fue no contar en los centros de votación con el adecuado número de testigos de mesa.
"Eso fue un error garrafal, si no tienes los testigos de mesa te roban las elecciones", dijo.