EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
¿Quiénes son los deudores?
Una fuente que no estoy autorizada a citar me asegura que el 30 de  octubre de 2010 se retirará a la agencia SEPSA el privilegio en virtud  del cual los custodios “azules” –así llamados por el color de su  uniforme– venían cobrando un “estímulo” de 48 CUC mensuales (1152 pesos  en la mal llamada “moneda nacional”), cantidad que han venido  percibiendo desde que les suprimieran  hace unos años otras  prerrogativas, como la entrega periódica de efectos de aseo y de  alimentos. Como consecuencia de este nuevo recorte que eliminará el  único elemento atractivo de la ocupación, muchos de esos uniformados,  que trabajan como custodios en los Bancos y en las Casas de Cambio  (CADECA), han comenzado a buscar otros horizontes como destino laboral,  en un momento en que acceder a un puesto de trabajo en Cuba es igual o  más difícil que comerse un pedazo de carne de res (que ya es mucho  decir).
A pesar de que la ola de despidos no ha alcanzado la categoría de  tsunami que tendrá entre el primer trimestre del año próximo y el 2012  –cuando se completaría el total de aproximadamente 1 millón 200 mil  desempleados que, se dice, habrá en toda la Isla–, el descontento social  es palpable. Incertidumbre, irritación  y un discreto, pero sostenido  aumento del índice delictivo, son las notas que marcan la Cuba de hoy.  Por otra parte, parece existir una especie de consenso popular en cuanto  a no solicitar licencias para el ejercicio de trabajos por cuenta  propia (paliativo que pretende aplicar el gobierno como alternativa a  una crisis de la oferta laboral inédita para el proceso revolucionario)  debido a lo excesivo de los impuestos, a la inexistencia de un mercado  mayorista proveedor, a la inestabilidad crónica de los abastecimientos y  los altos precios del mercado minorista, a la incertidumbre sobre el  futuro económico y –de manera particular– a la ausencia de un marco  legal de garantías para los inversores, entre otras causas. La  experiencia de aquellos que en los años 90 sufrieron infinidad de  presiones oficiales y sistemáticas extorsiones por parte del cuerpo de  inspectores estatales encargados de “controlar” la calidad de los  servicios y la “legalidad y pureza” de los trabajadores por cuenta  propia, desestimula el interés de la gente en arriesgar sus fondos  –generalmente exiguos o muy limitados– en un lance tan incierto y donde  el que invierte el capital es el elemento más indefenso del sistema: el  cubano común.
La empleada de una oficina pública se quejaba en días pasados por la  reciente pérdida del trabajo de su esposo y aseguraba que, por esa  causa, dejaría de pagar el refrigerador chino que les habían entregado a  cambio del viejo equipo ruso que tenían en casa, cuando poco más de  tres o cuatro años atrás en el sultanato tropical se tomó la excéntrica  decisión de imitar aquella vieja historia de Las mil y una noches árabes  en la que se cambiaban lámparas viejas por nuevas, aunque con un  sentido más práctico en el caso árabe. “No puedo darme el lujo de  descontar ni un centavo de mi salario” –se lamentaba  la mujer– ; y  añadió: “Si me lo empiezan a descontar a mí, dejo yo también de trabajar  y ese mismo refrigerador me servirá para la venta de durofrío”.
Lo que trae a colación otro pequeño detalle, olvidado por todos en  medio del oleaje de esta tempestad: hasta hace relativamente poco tiempo  la prensa cubana publicaba con cierta periodicidad articulillos acerca  de la enorme deuda de la población con el Estado debido a los atrasos en  los pagos de los artículos electrodomésticos –principalmente  refrigeradores chinos de bajo costo, en sustitución de los viejos  equipos norteamericanos de antes de 1959, y de los soviéticos de los  años 70 y 80– que fueron distribuidos masivamente al calor de la llamada  “revolución energética”  por idea de… Bueno, todos sabemos a quién se  le podría ocurrir tamaña idea. En fin, que los periódicos divulgaban  gráficos que reflejaban la marcha de dichos pagos, por provincias y por  municipios, e incluso, la evolución en el cumplimiento de tales débitos  se erigió en uno de los indicadores a tener en cuenta a la hora de  otorgar a las provincias la condición de “vanguardia” o “destacada” en  la emulación por la sede del acto central por el 26 de julio.
Por algunos meses el tema de los impagos fue recurrente en la TV y en  la prensa plana, que exhortaban a la población a amortizar aquello que  “con tanto esfuerzo y sacrificio había adquirido el Estado en aras del  ahorro energético y de elevar el nivel de vida del pueblo”. A fin de  presionar a los deudores, las bodegas donde se adquieren los productos  de la cartilla de racionamiento exhibían las listas de los “consumidores  morosos” que aún no habían comenzado los pagos, se difundía que en los  centros de trabajo se descontarían de los salarios de los trabajadores  los correspondientes plazos y hasta se sancionaría a los militantes del  partido comunista que no hubiesen cumplido regularmente sus pagos.
Ahora, sumergidos en la mayor crisis socioeconómica que recordamos los cubanos, ya no se habla de dicha deuda ni se menciona a los morosos, como si de repente todos los deudores hubiesen liquidado la cuenta pendiente. ¿O será que, con medio siglo de retraso, los hacendados han descubierto súbitamente que en realidad somos nosotros los acreedores?
Ahora, sumergidos en la mayor crisis socioeconómica que recordamos los cubanos, ya no se habla de dicha deuda ni se menciona a los morosos, como si de repente todos los deudores hubiesen liquidado la cuenta pendiente. ¿O será que, con medio siglo de retraso, los hacendados han descubierto súbitamente que en realidad somos nosotros los acreedores?
 
 
 

 
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Otros derechos humanos son completamente gratuitos y justamente reprimirlos exige un montón de dinero y recursos.
Es increíble la cantidad de dinero y recursos que se emplean en Cuba para cercenar la Libertad de Expresión.
¡Cuánta libertad ganarían los cubanos si se ahorrase todo ese dinero!