Entrevista con Orlando Luis Pardo Lazo
LA HABANA, Cuba, mayo,
www.cubanet.org -OLPL es escritor, fotógrafo, bloguero, pero sobre todo un personaje que provoca la controversia en los últimos años. Mucho antes, fue un asombroso estudiante, licenciado en Bioquímica por la Facultad de Biología (1994), trabajador de la División de Vacunas humanas del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (“Fungí y un poco fingí como biólogo molecular en un proyecto de vacuna de ADN recombinante contra el Virus Dengue, que aún continúa y me temo continuará hasta el fin de los tiempos”, dice él). Pero en 1999 lo expulsaron por presuntos planes de salida
legal del país. Además de que fue como si le anularan el título, “fue mi bautizo con la Seguridad del Estado”, cuenta OLPL, que entonces anduvo dos años en la calle, desquiciado.
Pero hacía tiempo que escribía. Pasó el Taller de Técnicas Narrativas “Salvador Redonet” impartido por el narrador y poeta Jorge Alberto Aguiar Díaz (JAAD) y el Taller de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso” dirigido por el escritor Eduardo Heras León, gracias a quien comenzó a trabajar como promotor literario en el Centro Provincial del Libro y la Literatura, donde también fue editor y fotógrafo de la revista cultural ExtramuroS. A partir de 2001 ganó diferentes concursos con sus libros de narrativa Collage Karaoke, Empezar de Cero, Ipatrías y Mi nombre es William Saroyan, que fueron publicados, y además recibió el Premio de Cuento de “La Gaceta de Cuba” con “Cuban-American Beauty”. Y entonces empezó a dedicarse a ser foto-fija en rodajes del ICAIC y el ICRT (como el largometraje El viajero inmóvil, de Tomás Piard, dedicado a Lezama Lima). Boring home estaba listo para ser publicado en 2009 por Letras Cubanas. Hasta ahí llega el antes de OLPL.
Resulta que desde 2008 comenzó a bloguear en Fogonero Emergente (blog de JAAD), Penúltimos Días (Ernesto Hernández Busto), el portal Cubaencuentro y en su propio espacio Lunes de Post-Revolución, y de pronto se le prohibió volver a publicar en Cuba. “Dolorosamente”, confiesa; “y en eso estuvieron de acuerdo Iroel Sánchez (entonces Presidente del Instituto Cubano del Libro), Miguel Barnet (Presidente de la UNEAC) y Abel Prieto (entonces Ministro de Cultura). Sobrevino una campaña de difamación en su contra donde se alegaron hechos nunca ocurridos y se manipularon sus columnas. “Muchos escritores dejaron de hablarme, aterrados”, recuerda OLPL; “fue una época triste pero luminosa”.
Entonces decidió presentar de todas formas Boring Home en la Feria Internacional del Libro de La Habana 2009: quemó varios CDs, imprimió copias en casa y el 16 de febrero se fue a la Fortaleza de la Cabaña con un grupo de amigos (bloggers, pintores, músicos, performers) y se hizo el lanzamiento en medio de grupos de las Brigadas de Respuesta Rápida y la Seguridad del Estado (que luego lo interrogó durante cinco horas en una estación de policía), pero ante la presencia de la prensa internacional. Fue un escándalo mediático que provocó mayores ataques contra el “payaso OLPL” por parte de escritores como Ernesto Pérez Chang, Jorge Ángel Hernández Pérez y Bladimir Zamora. “De ahí a ser ‘mercenario’ ya sólo iba un paso”, ironiza. “Y lo di, gustoso”. Usando imágenes de su segundo blog (Boring Home Utopics), ha colaborado con toda la blogósfera independiente cubana; ha publicado en sitios como Diario de Cuba y en revistas internacionales como Letras Libres, Courrier International, Qué Pasa, In These Times, Veja, The Root, Sampsonia Way, American Society Reviews, All Voices, Cronopio y algunas otras; participó de la Academia Blogger en casa de Yoani Sánchez y coordina actualmente la revista free-lance digital Voces. “En fin, el Mal”, resume.
“Tengo cuarenta años y siempre he vivido en la misma casona de tablas, en una esquina curva de Lawton”, dice OLPL: “Solo salí de Cuba entre noviembre y diciembre de 2005, invitado oficialmente a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México. Y volví”.
CN – ¿Qué les dirías a quienes piensan que eras un buen escritor hace ocho o diez años y que ahora te has convertido en un escritor “politizado”, o en “solo un periodista de lo inmediato” o alguna otra cosa?
OLPL. (Fotos: Ernesto Santana)
OLPL – Nunca fui un buen escritor. Siempre traté de destripar la prosa, prostituir el estilo, ser muchos en cada párrafo: se llama barroco o esquizofrenia, según seas un crítico o un clínico. En 2006, cuando aún carecía de estigmas políticos, en la revista Bohemia censuraron una entrevista conmigo que se llamaba “Ser un buen escritor finlandés”. Todavía aspiro a eso. Hacerme ilegible. Intolerable. Ininstrumentalizable. Inútil. Los que me encasillan en el campo político lo hacen para no solidarizarse contra las injusticias que ocurren en Cuba en el campo cultural. Escupo sobre ese pánico político (en arte soy un déspota total). No los rebato. Mi arrebato los ha dejado 1959 millas allá atrás. Adiós, muchachos. Y ojalá que los recuerde en mi vejez con amor…
CN – Con frecuencia parece que tienes una visión un poco biológica del lenguaje, como si cada palabra y cada sonido de una palabra pasaran por tus sentidos y tus órganos. ¿Es una intención o escribes naturalmente así?
OLPL – En arte todo es artificio, intencionalidad. Pero luego me es imposible distinguir. Soy lo que pretendo ser. Me encanta que la escritura sea física, somática. Una pedrada en el cristal pacato del canon cubano. Una meada en el jarrón del palacio presidencial. Un berrido en la ópera. He enloquecido, compatriotas, estoy cuerdo de remate y no puedo ni quiero evitarlo. Tampoco le impongo a nadie fidelcastrorúzicamente mi discurso. Casi nunca leo en público. Publico la mayoría de mis columnas en una página personal. Quien me lee será porque me desea. Yo deseo ser deseado. También por ti.
CN – ¿Crees que ha tenido algún efecto tu trabajo como fotógrafo sobre tu obra escrita?
OLPL – Mi labor como fotógrafo nunca se cruza con el autor que soy, aunque a veces juegue a mezclar esas energías. La fotografía es externa a mí. La escritura es inmanente, innata. Mi fotografía es un ejercicio decente. Mis textos son experimentos desesperados. Un libro de imágenes comentadas sería el peor proyecto en el que podría pensar. De hecho, periódicamente borro imágenes de mi computadora y olvido en internet unas cuantas columnas. No me pidas paranoicamente permanecer impasible en esta o aquella patria. Ya soy otro respecto al del inicio de este párrafo. Conmigo no se puede contar católicomunistamente para una transición coordinada hacia el capitalismo cubano. Hasta que el caos nos separe…
CN – A veces da la impresión de que detrás de tu iconoclasia y tu irreverencia hay cierta soledad, cierta ansiedad comunicativa, una huida de todo sentimentalismo que no logra eludirlo. ¿Te ves a ti mismo como un escritor maldito?
OLPL – Me veo a mí mismo muerto. Mis ansias no son de protagonismo, sino de agonía. Soy el último testigo de un mundo que se hunde mudo en la desmemoria. Nadie ha visto la misma Cuba que yo. Nadie la ha sabido amar mejor, armar mejor. La Revolución no existiría sin mi mirada indignada y mi indigencia de imaginación. Una vez estuve vivo, increíble, pero ahora nadie sabe decir en voz alta lo que nos pasó. Quiero vomitar belleza y sólo consigo barbarie. Estamos extraviados, en la Isla y en el Exilio. Ayúdennos, por favor.
CN – ¿Cómo te ves a ti mismo en relación con los escritores de tu generación y en general con la literatura cubana actual?
OLPL – Tal vez la literatura cubana actual sólo sea yo. Tal vez yo no sea más que un marginal a la espera de sus arqueólogos del futuro. Tal vez todo ha sido un error espectacular, un horror entre la historia y lo histriónico. Pido disculpas.
CN – A veces pareciera que Cuba, La Habana o el simple ahora y aquí te enfermaran. ¿Estás construyendo un personaje, estás aburrido, estás suicidándote con palabras, estás obsesionado con la vista reversa de la lente?
OLPL – Estoy sano. Estuve muy enfermo: de miedo, de mediocridad, de mezquindad, un mutilado. Pero sané. Lo siento. Ahora soy libre. Es decir, inmortal. Escribo porque resucité. Porque soy ubicuo. Porque mi delirio es moral. Porque soy el Hambre Nueva. Porque creo, aunque ignore en qué. Mi personaje no podría ser más perfecto: no tiene rasgos, es pura retórica sin represión. Estoy Orlandobsesionado.
CN – Vargas Llosa dijo una vez que cuantos más problemas tuviera un país mejores escritores tendría también. ¿Tú crees que eso es aplicable a la Cuba de hoy?
OLPL – Sí, por eso tenemos tan pésimos escritores. Porque Cuba ya no tiene problemas.
CN – Háblame del proyecto Diáspora(s). ¿Tuvo algún efecto sobre ti?
OLPL – Llegué tarde a Diáspora(s).Documentos, como a todo. Y lo hice de la mano benéfica del monje lama JAAD. Sin él, de Diáspora(s) no quedarían en Cuba ni trazas. Hoy todas las cabecitas calientes de ese proyecto están literalmente diasporizadas. Estaban bendecidos, como el Padre Varela, sólo que ellos fueron los últimos que nos enseñaron a pensar. En Cuba la Seguridad les dio golpes en un elevador del Instituto del Libro (esto no lo sabe nadie, pero fue así). Diáspora(s) fue el disangelio para echar a andar las maquinitas mortíferas del crack conceptual de revistas independientes en que nos involucramos después: Cacharro(s), 33 y un tercio, The Revolution Evening Post, entre otras. Con Diáspora(s) entendimos qué era esa presión en la nuca que sentíamos al escribir. Y aprendimos a excitarnos perversamente con ese displacer. Ahora ya no puedo teclear si no es en contra de la corriente. No pronuncio ni una sola palabra si no va a ponerme en peligro.
CN – ¿Qué han sido, en tu trayectoria, Cacharro(s), 33 y un tercio, Des-Liz, The Revolution Evening Post, Voces?
OLPL - Cacharro(s) fue la ilusión de una sobrevida: el plagio, las pulgas, no dejarse aplastar por el buen decir ni por el cinismo en motocicleta de la policía política (los agentes hasta le imprimieron algunas copias a su coordinador JAAD). 33 y un tercio es el bebé que a todos infunde confianza, aunque una vez el Comisario cubano Pampín coaccionó a su editor Raúl Flores Iriarte para que dejara de publicarla. Des-Liz, de Lizabel Mónica, es lo majestuoso inverosímil de una adolescente acuciosa que saltó a Princeton desde su catacumba de Luyanó y a quien vamos a extrañar hasta el fin de la Revolución. The Revolution Evening Post fue la fuga, arrogante y anexionista, donde por convicción no publicábamos a cubanos. Todo esto se editó digitalmente a pico y pala en los años cero, pero ahora es Voces la revista que se lleva toda la visibilidad, siendo la menos trascendental. Es injusto. El mundo es ansí. De anjá.
CN – ¿Qué significó para ti personalmente la visita del Papa y qué crees que resultó para el país?
OLPL - Estuve tras las rejas dos días, en huelga de hambre y sed, con mi novia, que no está relacionada con mi activismo. Sin cargos. Por la voluntad del poder fascista, a la mejor usanza italiana o, mejor, alemana: tal vez fuera un homenaje a la patria del Papa. Fuimos cientos de secuestrados, gente inocente, sin antecedentes penales siquiera. Ninguno pudo avisar a su familia. Es el síntoma inicial de la guerra civil que intenta atizar el gobierno como única garantía de gobernabilidad, para empezar y terminar fusilando. Fue también una prueba operativa para el día en que muera Fidel Castro: ninguno de nosotros lo sobrevivirá. Tienen listos la técnica y el personal: vi sus rostros satisfechos por el deber cumplido. Será un genocidio en ciernes, acuérdate que te lo dije hoy. Y la Iglesia Católica cubana aprueba este plan desde mucho antes de las palabras impúdicas de Orlando Márquez (como vocero del Cardenal Jaime Ortega) en el periódico Granma, donde jamás los habían dejado ni los dejarán publicar otra línea, por más lacayuna que sea. Por eso me apuro en terminar ciertos textos. Porque se acerca nuestra gran y gloriosa extinción.
CN – Una vez dijiste, refiriéndote a activistas de proyectos independientes, que ellos eran uno de los motivos que te hacía quedarte en el país cuando a veces te sentías ya listo para partir. ¿Sigue siendo eso cierto todavía?
OLPL – A estas alturas de la entrevista, ¿qué tú crees…?