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El boicot del ALBA
Los mandatarios del eje bolivariano se ausentaron en grupo de la XXIII Cumbre Iberoamericana.
octubre 21, 2013
En el marco de la conmemoración de los 500 años del descubrimiento del Mar del Sur (Océano Pacífico) por el explorador y conquistador español Vasco Núñez de Balboa; se dieron cita en Panamá, el pasado 18 y 19 de octubre los gobernantes de los 22 países de América Latina más España, Portugal y Andorra.
Allí se celebró la XXIII Cumbre Iberoamericana que, para esta ocasión, llevó como tema central “El papel político, económico, social y cultural de la Comunidad Iberoamericana en un nuevo contexto mundial”; como interés primordial el deseo de revalorizar este encuentro integrador; y como ironía enjundiosa, un cuantioso algoritmo de ausentes.
Su majestad, El Rey Don Juan Carlos no asistió, está convaleciente de una reciente operación de cadera. No obstante, en un altísimo gesto de respeto y elegancia, digno del protocolo real, se dirigió a los presentes mediante un mensaje de video que fue visto en la sesión inaugural.
Tampoco llegó a la magna cita la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, la señora, también se recupera de una intervención quirúrgica, hace unos días fue sometida a una cirugía para removerle un hematoma en el cráneo, y ahora debe guardar lo que sus galenos llaman “estricto reposo”.
Lo peculiar es que, en acto desafiante y visiblemente premeditado para restar notoriedad al empeño y hacer deslucir dicho evento, se ausentaron además los ilustrísimos mandatarios del eje bolivariano. Reacción esperada, y propia de personas poco ilustradas.
No es santa casualidad que en la versión digital de la edición dominical del Gramna, se publicara — y cito — “Es sintomático, por ejemplo, que de la región suramericana hayan asistido solamente dos mandatarios, el colombiano Juan Manuel Santos y el paraguayo Horacio Cartes, mientras que no asistió ninguno de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA).”
Es racional esperar esta manera de actuar de los integrantes del Alba. Boicotear la cita no es más que hacer fuerza, para promover la cultura de fragmentación y también por mostrar su desacuerdo en bloque, al hecho de que Costa Rica y Panamá se encuentren a punto de entrar en esa nueva propuesta de alianza latinoamericana en la que Perú, Chile, Colombia y México funden sus economías y definen acciones conjuntas para vincularse al Pacífico Asiático sobre bases donde únicamente vale el respeto al comercio bilateral.
Por esta, y otras razones, ninguno de los mandatarios de la pachanga bolivariana asistió a la reunión y, argumentando falsos compromismos internos, enviaron sus representantes. Pero en el caso de Cuba, el General Raúl Castro, conociendo de antemano que el primer punto del documento a firmar se refiere a contrarrestar, de manera conjunta, la aplicación de medidas unilaterales que violen los principios del derecho internacional y puedan afectar la paz regional y la seguridad internacional, decidió enviar en su lugar a un emisario especial (director general de “quién sabe”) que, a juzgar por su aspecto, forma de actuar y vestir, es fácil llegar a la conclusión que se trata del director de un “Ditú”, un ganador del gran premio a la excelencia empresarial, vanguardia en la producción de croquetas rebozadas sabrá dios de que, o administrador de alguno de esos chinchales regenteados por las FAR capaces de sobrecumplir sus planes vendiendo cajones de frutas purulentas, hortalizas putrefactas y vegetales marchitos.
Quién podría esperar más, después del sonado suceso del barco granelero Chong Chon Gang, el armamento edulcorado y tripulantes diabéticos.
Allí se celebró la XXIII Cumbre Iberoamericana que, para esta ocasión, llevó como tema central “El papel político, económico, social y cultural de la Comunidad Iberoamericana en un nuevo contexto mundial”; como interés primordial el deseo de revalorizar este encuentro integrador; y como ironía enjundiosa, un cuantioso algoritmo de ausentes.
Su majestad, El Rey Don Juan Carlos no asistió, está convaleciente de una reciente operación de cadera. No obstante, en un altísimo gesto de respeto y elegancia, digno del protocolo real, se dirigió a los presentes mediante un mensaje de video que fue visto en la sesión inaugural.
Tampoco llegó a la magna cita la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, la señora, también se recupera de una intervención quirúrgica, hace unos días fue sometida a una cirugía para removerle un hematoma en el cráneo, y ahora debe guardar lo que sus galenos llaman “estricto reposo”.
Lo peculiar es que, en acto desafiante y visiblemente premeditado para restar notoriedad al empeño y hacer deslucir dicho evento, se ausentaron además los ilustrísimos mandatarios del eje bolivariano. Reacción esperada, y propia de personas poco ilustradas.
No es santa casualidad que en la versión digital de la edición dominical del Gramna, se publicara — y cito — “Es sintomático, por ejemplo, que de la región suramericana hayan asistido solamente dos mandatarios, el colombiano Juan Manuel Santos y el paraguayo Horacio Cartes, mientras que no asistió ninguno de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA).”
Es racional esperar esta manera de actuar de los integrantes del Alba. Boicotear la cita no es más que hacer fuerza, para promover la cultura de fragmentación y también por mostrar su desacuerdo en bloque, al hecho de que Costa Rica y Panamá se encuentren a punto de entrar en esa nueva propuesta de alianza latinoamericana en la que Perú, Chile, Colombia y México funden sus economías y definen acciones conjuntas para vincularse al Pacífico Asiático sobre bases donde únicamente vale el respeto al comercio bilateral.
Por esta, y otras razones, ninguno de los mandatarios de la pachanga bolivariana asistió a la reunión y, argumentando falsos compromismos internos, enviaron sus representantes. Pero en el caso de Cuba, el General Raúl Castro, conociendo de antemano que el primer punto del documento a firmar se refiere a contrarrestar, de manera conjunta, la aplicación de medidas unilaterales que violen los principios del derecho internacional y puedan afectar la paz regional y la seguridad internacional, decidió enviar en su lugar a un emisario especial (director general de “quién sabe”) que, a juzgar por su aspecto, forma de actuar y vestir, es fácil llegar a la conclusión que se trata del director de un “Ditú”, un ganador del gran premio a la excelencia empresarial, vanguardia en la producción de croquetas rebozadas sabrá dios de que, o administrador de alguno de esos chinchales regenteados por las FAR capaces de sobrecumplir sus planes vendiendo cajones de frutas purulentas, hortalizas putrefactas y vegetales marchitos.
Quién podría esperar más, después del sonado suceso del barco granelero Chong Chon Gang, el armamento edulcorado y tripulantes diabéticos.
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