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Doble moneda, ¿y la doble moral?
Zoé Valdés
En primera plana de algunos periódicos leo la información de que Cuba, digo, el régimen castrista, ha decidido eliminar la doble moneda, y que en algunos lugares se podrán pagar, o sea, comprar productos de importación con el peso cubano, la moneda no convertible y la que hasta ahora poseía muy poco o ningún valor en comparación con el euro y el dólar. Si la medida sólo es practicable en sitios muy escogidos quiere decir que en verdad no beneficiará a todo el mundo por igual. Pero no ignoremos que en la Cuba actual existen más pobres que ricos, y los ricos ya sabemos en qué bando se encuentran.
Lo que sigue siendo curioso es que mientras que hasta el año 1994 una gran cantidad de cubanos arriesgaba la cárcel en caso de que los sorprendieran en posesión de un centavo de dólar, o cualquier cantidad de monedas extranjeras por mínima que fuese, a partir del 94 la medida represiva dejó de ser aplicada, lo que no impidió que con anterioridad muchísima gente fue condenada a largas penas de prisión por "posesión de moneda extranjera", o "la moneda del enemigo", o sea, por diversionismo ideológico, enriquecimiento ilícito, etc. ¿Han pedido disculpas a esas personas que padecieron en las cárceles y fueron sometidos a torturas y expuestos a la vejación pública? No, nadie les ha pedido perdón. Lo que quiere esto decir que, una vez más, con la nueva medida tampoco se reconocerá el error, sino que a lo que se aspira es, como siempre, a pasar borrón y cuenta nueva, y a proveer de una imagen amable al régimen de Castro II. Otro nuevo cambio fraude que el mundo admirará como reforma positiva.
El cambio a la moneda única, sin embargo, no mejorará la situación del pueblo, mucho menos la del país; los ricos seguirán siendo cada vez más ricos, y los pobres más pobres. Espero que algún economista explique sin doble moral o doble lenguaje (esa otra falsa moneda sobrante del castrismo) en qué beneficiaría a un país sobornado y en el fondo del abismo este nuevo recurso publicitario cosmético del tiquiteque de la moneda, que a los Castro les da su real gana de volver a imponer, como hicieron ya tantas veces en el pasado.
En cuanto a la falsa moneda de la doble moral y el doble lenguaje, desconfío que nos podamos algún día liberar de semejante manipulación psicológica de la mente y el idioma. El cubano rara vez dice lo que piensa, y cuando lo dice es porque lo ha pactado antes con su conciencia, ese Pepito Grillo revolucionario. Estoy segura que la mayor parte de la población concuerda con que este nuevo anuncio del castrismo no les resolverá el mayor problema, el de la falta de libertades y democracia; pero si se realizara una encuesta pública, filmada, en las calles habaneras, una gran cantidad se expresaría a favor, no sólo de la medida sino del régimen que los desprecia y oprime, lo harían de manera automática, por inercia y autoprotección.
El fenómeno lo explicaron ya varios estudiosos de las dictaduras, sobre todo del fascismo y del comunismo. Las dictaduras destruyen el lenguaje porque dedican gran parte de su empeño en manipular y ningunear la mente reduciendo a los seres humanos a la categoría de animales domésticos, inclusive algunos animales domésticos se muestran mucho más independientes que cualquier ser humano nacido y criado bajo un régimen totalitario.
Ahora, eso sí, en el caso cubano el fenómeno se ha customizado, porque ya verán ustedes cómo el ser cubano, aun con el cerebro en apariencia inerte, y escudado tras el tartamudeo que lo protegerá de cualquier tipo de desaventura política, hará milagros con la moneda única y el discurso del palitroque: que se fastidie al que no le toque.
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