Tanto el chavismo como la oposicion venezolana se vuelcan hacia la preparacion para dar la pelea en las proximas elecciones municipales del 8 de diciembre. Ambos bandos consideran como un determinante plebiscito el proceso electoral por venir. Falso, esa no es la realidad y sigue siendo el dilema que entretiene y no conduce a ninguna parte. El frente electoral no legitima a Nicolas Maduro, sino la compra de voluntades mediante las dadivas que reparte con las llamadas "Misiones", que no es otra cosa que medidas populistas para mantener su base social entre la clase pobre. Y entre las estrucutras del poder, para que los otros integrantes de la cupula no le disputen su primacia ilegitima en el gobierno, tiene que permitirles la galopante corrupcion y que sigan dilapidando las riquezas del pais. De una u otra forma, la economia continua cayendo en picada y en poco tiempo la nacion terminara quebrada, y hasta ahi llegara la aceptacion de Madurito en el poder. Por su parte, la oposicion tiene la "diminuta" dificultad de que los chavistas, en union a los cubanos, controlan y dominan el manejo a su antojo de las boletas electronicas y los resultados electorales. No cuentan con el menor chance de ganar una eleccion, pues tambien es de propiedad chavista el Consejo Nacional Electoral y la Corte Suprema de Justicia, mecanismos estos encargados de velar por el "adecuado" desarrollo de los procesos electivos. Ademas, esta mas que claro y hasta la Historia reciente demuestra, que la oposicion no tiene que desgastarse en los procesos de falsas elecciones libres, sino en sumar fuerzas y disputar el poder en las calles y plazas del pais. Esa eficaz formula logro derrocar a Mubarak, Gadafi, Ben Ali... y es por la que deberia optar Capriles y sus aliados de la Mesa de la Unidad Democratica. Mientras continuen entregados al jueguito inutil de acabar la dictadura que los oprime a traves de un proceso electoral, el pueblo seguira empantanado y viendo como el chavismo destruye a Venezuela. Pero bueno, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Tanto el chavismo como la oposicion venezolana se vuelcan hacia la preparacion para dar la pelea en las proximas elecciones municipales del 8 de diciembre. Ambos bandos consideran como un determinante plebiscito el proceso electoral por venir. Falso, esa no es la realidad y sigue siendo el dilema que entretiene y no conduce a ninguna parte. El frente electoral no legitima a Nicolas Maduro, sino la compra de voluntades mediante las dadivas que reparte con las llamadas "Misiones", que no es otra cosa que medidas populistas para mantener su base social entre la clase pobre. Y entre las estrucutras del poder, para que los otros integrantes de la cupula no le disputen su primacia ilegitima en el gobierno, tiene que permitirles la galopante corrupcion y que sigan dilapidando las riquezas del pais. De una u otra forma, la economia continua cayendo en picada y en poco tiempo la nacion terminara quebrada, y hasta ahi llegara la aceptacion de Madurito en el poder. Por su parte, la oposicion tiene la "diminuta" dificultad de que los chavistas, en union a los cubanos, controlan y dominan el manejo a su antojo de las boletas electronicas y los resultados electorales. No cuentan con el menor chance de ganar una eleccion, pues tambien es de propiedad chavista el Consejo Nacional Electoral y la Corte Suprema de Justicia, mecanismos estos encargados de velar por el "adecuado" desarrollo de los procesos electivos. Ademas, esta mas que claro y hasta la Historia reciente demuestra, que la oposicion no tiene que desgastarse en los procesos de falsas elecciones libres, sino en sumar fuerzas y disputar el poder en las calles y plazas del pais. Esa eficaz formula logro derrocar a Mubarak, Gadafi, Ben Ali... y es por la que deberia optar Capriles y sus aliados de la Mesa de la Unidad Democratica. Mientras continuen entregados al jueguito inutil de acabar la dictadura que los oprime a traves de un proceso electoral, el pueblo seguira empantanado y viendo como el chavismo destruye a Venezuela. Pero bueno, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
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