EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
PRÓLOGO
Hace algunos años leí un texto de un importante escritor chino, describía una hipotética casa de hierro sin puertas ni ventanas, prácticamente indestructible, donde habían quedado encerradas varias personas dormidas. Sin ninguna posibilidad de salir, iban a perecer asfixiadas, pues transitarían del sopor a la muerte, ajenas a la agonía e inconscientes de su espantosa condición. Quienes observaban el hecho fuera de la casa se debatían entre golpear el metal para despertar a los cautivos o –caritativamente- no hacerlo. Ante las escasas posibilidades de escapar de la hermética prisión, el saberse allí les provocaría a los prisioneros sufrimiento y desesperación. Pero también era cierto que cuando entre ellos hubiera al menos un hombre despierto, existiría la esperanza de destruir la casa de hierro y encontrar la salida. El periodismo independiente en Cuba ha llegado a ser como uno de esos golpes dados al otro lado de la blindada pared para despertarnos. La información nos saca del letargo y del desconocimiento al que nos somete la prensa oficial. Estos reporteros que se juegan su vida y libertad cada día, no sólo canalizan denuncias, también nos ayudan a encontrar soluciones para los tremendos retos que enfrenta la Cuba actual. Muchos de ellos jamás se graduaron de una universidad, ni de la difícil asignatura de comunicación social, pero como ciudadanos responsables se han dado a la tarea de documentar y revelar lo que ocurre a su alrededor. Nos han demostrado que ya no debemos esperar a que ese hombre de sueño más ligero –léase con un diploma o una práctica periodística- salga del sopor y nos guíe a la salida. Ahora todos queremos y podemos participar de la ruptura de ese encierro creado por el monopolio ideológico sobre la verdad. En eso consiste el verdadero periodismo ciudadano.
Este volumen recoge la obra de personas cuyo trabajo se centra precisamente en golpear el grueso muro de la desinformación y la apatía. Gente cuya labor radica en hacer conscientes a sus compatriotas y al resto del mundo de lo que sucede en su país.
Un trabajo tan reconfortante como ingrato. Roberto Guerra, Odelín Alfonso, Laura Paz, Calixto Ramón Martínez, Carlos Ríos Otero y tantos otros reunidos en estas páginas, cumplen la especial condición de haber estado dentro y fuera de la casa de hierro. Son de aquellos que despertaron y hallaron la salida. En ellos se concentran las dos figuras de la metáfora: la del hombre que toca frenéticamente –desde el exterior- sobre el metal y; del otro que abre los ojos y descubre su condición dentro de la trampa, donde la represión y el control absoluto sobre los medios masivos ha permitido encerrar a nuestra nación.
Ellos han debido superar todo tipo de reclusión y peligro. Han nacido y crecido en un país donde el monopolio ideológico sobre la prensa, ha llevado a convertir la opinión y el periodismo independiente en actos equiparables con la traición a la patria. Arrestos ilegales, golpizas, prisión y la constante estigmatización social son sólo una parte del amplio rosario de actos contra los periodistas independientes en Cuba.
La Primavera Negra de 2003 demostró cuanto molestaba al gobierno de Fidel Castro la labor de estos informadores autónomos. Entre los encarcelados de aquellas fatídicas jornadas de marzo, una buena parte había ejercido o ejercía el papel de reportero de esta realidad silenciada. Aquellos procesos judiciales intentaron parar en seco el creciente fenómeno de los periodistas que se comportaban como seres libres. Sintomáticamente se les aplicó la Ley 88, conocida como “Ley Mordaza”, a través de la cual fueron condenados a largas penas de cárcel. La Seguridad del Estado creía que así terminaría con esas voces soberanas, pero se equivocó.
Diez años después de la Primavera Negra, los periodistas independientes han tenido la capacidad de hallar la rendija por la que pueda entrar un soplo de aire a una población aletargada. Lo han hecho con constancia algunos, con valentía otros, con responsabilidad todos. Y nos han demostrado a través de un texto, una imagen o la obra de toda una vida, que es preferible el dolor de saber.
Vale la pena la agonía de conocer los límites y estar al tanto del peligro, porque sólo así –conscientes de la gravedad de nuestros problemas- podremos despertar y enfrentarlos.
Yoani Sánchez
La Habana, agosto de 2013
Bloguera (Generación Y), vicepresidenta regional por Cuba de la Sociedad Interamericana de Prensa
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