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OPINIÓN: ¿Por qué Ecuador podría dar asilo político a Snowden?
El asilo reflejaría la postura de un pequeño país contra una nación poderosa que persigue a uno de sus propios ciudadanos
Por Steve Striffler
Viernes, 28 de junio de 2013 a las 11:08
Viernes, 28 de junio de 2013 a las 11:08
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, podría utilizar el caso Snowden para sumar puntos políticos (Reuters/Archivo).
Lo más importante
- Steve Striffler dice que la postura de Ecuador ante el caso Snowden es clave para reafirmar una idea en América Latina
- La escena internacional cuestiona la moralidad de la política estadounidense
- El asilo a Snowden podría ser crucial para demostrar que la influencia de EU está limitada en América Latina, según el autor
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China, Rusia, Cuba y Ecuador no son los únicos que quieren dar un golpe a Estados Unidos al ayudar a Snowden | ||
Steve Striffler |
Nota del editor: Steve Striffler es titular de la Cátedra Doris Zemurray Stone en Estudios Latinoamericanos y es profesor de antropología y geografía la Universidad de Nueva Orleans.
(CNN) — Ecuador es el líder en las apuestas de Edward Snowden. Hong Kong lo dejó libre, pues no estaba listo ni para ser arrestado en nombre de Estados Unidos ni para permitirle quedarse.
Las autoridades rusas han sido evasivas con el fin de evitar un conflicto abierto con EU al no revelar detalle alguno, incluso Cuba podría estar en la lista, tal vez como una desviación temporal en el camino hacia otro lugar. Pero es Ecuador, aunque parezca extraño, el que figura constantemente como el país más dispuesto a retar abiertamente a las autoridades estadounidenses, sin un rechazo aparente de permitir que Snowden aterrice en Quito, mientras considera su solicitud de asilo.
¿Cómo entender la incapacidad de Estados Unidos para capturar a uno de sus ciudadanos que ha sido acusado de espionaje y además no tiene un pasaporte vigente emitido por su país? ¿Por qué nadie ayuda a atraparlo? ¿Y por qué Ecuador en particular parece estar dispuesto a cobijar a Edward Snowden y a oponerse a Estados Unidos?
Parte de la explicación se encuentra en el hecho de que EU no parece tener adeptos en el tema dentro de la comunidad internacional. China, Rusia, Cuba y Ecuador no son los únicos que quieren dar un golpe a Estados Unidos al ayudar a Snowden. Los observadores internacionales están mucho menos interesados en las virtudes relativas a Snowden (¿traidor?, ¿héroe?, ¿refugiado?, ¿buscador de atención?) y están mucho más dispuestos a enfocarse en las acciones del gobierno estadounidense, aunque fuera de sus fronteras sean vistas como parte de una larga historia de vigilancia sin control por parte de las agencias de inteligencia de ese país.
En este sentido, las autoridades de EU pueden tener a la ley de su parte al demandar el arresto de Snowden, pero desde la perspectiva de muchos no tiene la base moral que lo sustente.
Las experiencias pasadas en el uso de la vigilancia secreta, tanto en casa como en el extranjero, combinada con la actual persecución de un individuo que publicó programas de vigilancia cuestionables, ha significado que nuestros esfuerzos por capturar a Snowden, aún cuando son legalmente válidos, se han visto debilitados a causa de la frágil moral dentro de los círculos internacionales (al menos con respecto a los temas de vigilancia, privacidad y espionaje, entre otros).
Esta percepción es aún más fuerte en América Latina, donde durante décadas Estados Unidos ha apoyado a las dictaduras militares represivas mediante una gran gama de programas de vigilancia que con frecuencia están permitidos y justificados por los estatutos legales.
De todas maneras, ¿por qué Ecuador? La explicación que prevalece entre los expertos estadounidenses es que Edward Snowden y el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, son "aliados improbables" y por lo tanto la postura de Correa no tiene nada que ver con las acciones de Snowden o con el hecho de que las autoridades estadounidenses lo persigan.
En otras palabras, todo se trata de sumar puntos políticos. Esto es una explicación demasiado simplista y se basa en una mala interpretación de Correa y del giro hacia la izquierda que ha prevalecido en América Latina durante los últimos 25 años.
Los políticos siempre están buscando sumar puntos y el mandatario ecuatoriano ciertamente ha tenido sus momentos. Pero cuando Correa ofreció asilo en 2012 al periodista de Wikileaks, Julian Assange, tenía relativamente poco que ganar en la arena política, más allá de posicionar su perfil internacional.
En ese momento, esperaba que ganara fácilmente la reelección (y lo logró), en gran parte porque durante su administración los niveles de desempleo habían alcanzado bajos históricos, el gasto público en educación se duplicó y los servicios médicos eran más accesibles que nunca. Esto, a pesar de que Ecuador fue golpeado más fuerte que casi cualquier otro país de la región por la crisis financiera de 2008.
Correa inyectó dinero a la economía, reformó el sistema financiero, tomó el control del banco central y trabajó, aunque con fallas, para construir un gobierno y una economía que sirvieran a los intereses del pueblo.
En pocas palabras, la popularidad de Correa aseguró que había relativamente poco que ganar al aceptar a Assange en 2012. Por el contrario, el asilo político produjo una intensa reacción negativa por parte de los medios en Ecuador, que impulsó a la oposición durante la elección.
De manera similar, el presidente ecuatoriano sumará relativamente pocos puntos políticos al aceptar a Snowden en 2013. Y ciertamente, Correa ha tenido sus momentos. En términos generales, la apertura de Ecuador ante Assange y Snowden, así como la decisión de cerrar la base militar de Estados Unidos en el país, es parte de un esfuerzo para afianzar y robustecer la soberanía, mientras se fortalece la capacidad de América Latina para limitar la influencia de EU en la región.
Esto está perfectamente establecido dentro de los derechos de una nación independiente, incluso para aquellas que históricamente han estado bajo el liderazgo de EU. De manera más inmediata, la voluntad de Correa es una moderna postura de un pequeño país contra una nación poderosa involucrada en lo que muchos ven como la persecución política de uno de sus propios ciudadanos.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Steve Striffler.
(CNN) — Ecuador es el líder en las apuestas de Edward Snowden. Hong Kong lo dejó libre, pues no estaba listo ni para ser arrestado en nombre de Estados Unidos ni para permitirle quedarse.
Las autoridades rusas han sido evasivas con el fin de evitar un conflicto abierto con EU al no revelar detalle alguno, incluso Cuba podría estar en la lista, tal vez como una desviación temporal en el camino hacia otro lugar. Pero es Ecuador, aunque parezca extraño, el que figura constantemente como el país más dispuesto a retar abiertamente a las autoridades estadounidenses, sin un rechazo aparente de permitir que Snowden aterrice en Quito, mientras considera su solicitud de asilo.
¿Cómo entender la incapacidad de Estados Unidos para capturar a uno de sus ciudadanos que ha sido acusado de espionaje y además no tiene un pasaporte vigente emitido por su país? ¿Por qué nadie ayuda a atraparlo? ¿Y por qué Ecuador en particular parece estar dispuesto a cobijar a Edward Snowden y a oponerse a Estados Unidos?
Parte de la explicación se encuentra en el hecho de que EU no parece tener adeptos en el tema dentro de la comunidad internacional. China, Rusia, Cuba y Ecuador no son los únicos que quieren dar un golpe a Estados Unidos al ayudar a Snowden. Los observadores internacionales están mucho menos interesados en las virtudes relativas a Snowden (¿traidor?, ¿héroe?, ¿refugiado?, ¿buscador de atención?) y están mucho más dispuestos a enfocarse en las acciones del gobierno estadounidense, aunque fuera de sus fronteras sean vistas como parte de una larga historia de vigilancia sin control por parte de las agencias de inteligencia de ese país.
En este sentido, las autoridades de EU pueden tener a la ley de su parte al demandar el arresto de Snowden, pero desde la perspectiva de muchos no tiene la base moral que lo sustente.
Las experiencias pasadas en el uso de la vigilancia secreta, tanto en casa como en el extranjero, combinada con la actual persecución de un individuo que publicó programas de vigilancia cuestionables, ha significado que nuestros esfuerzos por capturar a Snowden, aún cuando son legalmente válidos, se han visto debilitados a causa de la frágil moral dentro de los círculos internacionales (al menos con respecto a los temas de vigilancia, privacidad y espionaje, entre otros).
Esta percepción es aún más fuerte en América Latina, donde durante décadas Estados Unidos ha apoyado a las dictaduras militares represivas mediante una gran gama de programas de vigilancia que con frecuencia están permitidos y justificados por los estatutos legales.
De todas maneras, ¿por qué Ecuador? La explicación que prevalece entre los expertos estadounidenses es que Edward Snowden y el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, son "aliados improbables" y por lo tanto la postura de Correa no tiene nada que ver con las acciones de Snowden o con el hecho de que las autoridades estadounidenses lo persigan.
En otras palabras, todo se trata de sumar puntos políticos. Esto es una explicación demasiado simplista y se basa en una mala interpretación de Correa y del giro hacia la izquierda que ha prevalecido en América Latina durante los últimos 25 años.
Los políticos siempre están buscando sumar puntos y el mandatario ecuatoriano ciertamente ha tenido sus momentos. Pero cuando Correa ofreció asilo en 2012 al periodista de Wikileaks, Julian Assange, tenía relativamente poco que ganar en la arena política, más allá de posicionar su perfil internacional.
En ese momento, esperaba que ganara fácilmente la reelección (y lo logró), en gran parte porque durante su administración los niveles de desempleo habían alcanzado bajos históricos, el gasto público en educación se duplicó y los servicios médicos eran más accesibles que nunca. Esto, a pesar de que Ecuador fue golpeado más fuerte que casi cualquier otro país de la región por la crisis financiera de 2008.
Correa inyectó dinero a la economía, reformó el sistema financiero, tomó el control del banco central y trabajó, aunque con fallas, para construir un gobierno y una economía que sirvieran a los intereses del pueblo.
En pocas palabras, la popularidad de Correa aseguró que había relativamente poco que ganar al aceptar a Assange en 2012. Por el contrario, el asilo político produjo una intensa reacción negativa por parte de los medios en Ecuador, que impulsó a la oposición durante la elección.
De manera similar, el presidente ecuatoriano sumará relativamente pocos puntos políticos al aceptar a Snowden en 2013. Y ciertamente, Correa ha tenido sus momentos. En términos generales, la apertura de Ecuador ante Assange y Snowden, así como la decisión de cerrar la base militar de Estados Unidos en el país, es parte de un esfuerzo para afianzar y robustecer la soberanía, mientras se fortalece la capacidad de América Latina para limitar la influencia de EU en la región.
Esto está perfectamente establecido dentro de los derechos de una nación independiente, incluso para aquellas que históricamente han estado bajo el liderazgo de EU. De manera más inmediata, la voluntad de Correa es una moderna postura de un pequeño país contra una nación poderosa involucrada en lo que muchos ven como la persecución política de uno de sus propios ciudadanos.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Steve Striffler.
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