Revisemos, sin dar vueltas ni enrredarnos en argumentos intelectualoides, el futuro que deben tener los miles de millones de petrodólares que reciben los Castro de Venezuela. A los chulos de La Habana, el fallecido (que no podrá descansar en paz) Hugo Chávez le soltaba el dinero que fuera sin pensarlo dos veces por varias razones muy precisas y puntuales. El era un líder indiscutido dentro de Venezuela, con legitimación, un extraordinario carisma personal y la cartera repleta de billetes por el boom petrolero. En el plano interno nadie disputaba, ni tenían modo de hacerlo, su liderazgo dentro de las filas chavistas y todos le debían obediencia. La mayoría del pueblo lo identificaba y reconocía como su líder consolidado en el poder. Y la oposición no tenía fuerzas ni el empuje para removerlo del trono.
El gran defecto del Caudillo Mayor era su irrefrenable ambición de liderazgo internacional. Y es ahí donde entraron a jugar los Castro, quienes le proporcionaron y le garantizaban la plataforma necesaria para proyectar y potenciar su artificioso liderazgo a nivel mundial. Toda esa red de instituciones crecidas como hongo en latinoamérica fue creación de la experiencia y labor del aparato de inteligencia cubano, por mandato de Fidel y Raúl Castro, para complacer el ego de Chávez, entre ellas ALBA, UNASUR, CELAC... Esa labor de proyección de su figura internacional, afianzada en el más que experimentado profesionalismo y alcance global del trabajo de la inteligencia cubana, Hugo Chávez lo pagaba satisfecho y sin preocupaciones por el costo que tuviera. De ahí que los colmillos de los Castro estuvieran dulcemente clavados en su bolsillo y todos felices.
El usurpador Nicolás Maduro es un incapaz, sin dotes de liderazgo ni carisma personal. No inspira respeto ni obediencia dentro de las propias filas del chavismo y, de hecho, se sabe que las distintas facciones chavistas están enfrentadas en luchas palaciegas por el poder, aunque no hayan salido a la luz esas contiendas. El pueblo venezolano no lo identifica como su Cesar, ni el tiene modo natural de imponer autoridad ni garantías de dominio consolidado del poder en Venezuela. Luce minúsculo hasta comparado con su oponente Henriques Capriles, y pesa fuertemente sobre su falta de credibilidad y legitimación el evidente fraude electoral y violaciones descaradas de la propia Constitución bolivariana. Por otro lado, en vez de la nación contar con grandes dividendos por los astronómicos precios del barril de petróleo, lo que prevalece es un rampante desabastecimiento de productos básicos que tiene a los ciudadanos muy molestos y padeciendo cada día más penurias y necesidades, hasta para conseguir un simple rollo de papel sanitario. Y ese panorama se víncula con un clima de inseguridad ciudadana y presencia delincuencial que hacen a Venezuela uno de los paises más violentos del mundo. O sea, para Maduro, el ilegitimo gobernante que habla con el "pajarito" Chávez, la situación es muy distinta. Tiene la cartera anémica, sin billetes, y el poco dinero que logra obtener de la quebrada economía nacional se verá obligado a invertirlo en fabricarse liderazgo, legitimación y reconocimiento dentro del país. Reto bien difícil y costoso, pues tiene que lograrlo a base de medidas y políticas populistas de regalías masivas que capten voluntades dentro de la población. Su gris personalidad y potencialidades lo llevan a que ni siquiera pueda acariciar la idea de pretender construirse liderazgo fuera de las fronteras de su nación, esa es una inexistente posibilidad. Así que toda la plataforma de liderazgo internacional creada por los Castro a la medida de la ambición de Chávez y financiada a un costo enorme por Venezuela, sobra y se irá desplomando a una velocidad supersónica, pues ya no tiene ningún sentido ni fuente de sustentación.
Estas circunstancias dejan claro que el subsidio venezolano a Cuba está en coma, y con un pronóstico muy crítico que amenaza seriamente su vida. Otro dato relacionado es que en la medida que el descalabro de Maduro en Venezuela se vaya profudizando, crece vertiginosamente la posibilidad del estallido social por el marcado deterioro de las condiciones de sobrevivencia de la población. Pero no se puede perder de vista que igualmente irá surgiendo en el escenario la posibilidad de un golpe de estado por oportunismo dentro de las propias facciones chavistas, incluso con el pretexto del nacionalismo y en rechazo de la grosera injerencia cubana dentro de las estructuras del poder en Venezuela. Así que la entrega en brazos de los Castro es el peor lastre que acompaña el futuro de Maduro. Y saben qué? El también lo sabe y debe estar esperando el momento preciso para desenganchar a sus mentores antillanos. De una u otra o cualquier manera el vagón de la dictadura parásita de los Castro será desenganchado y no tienen a quien más pegársele para que los mantengan como si fueran hijos bobos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario