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domingo, 7 de agosto de 2011

La desilusión de los nuevos empresarios cubanos

La desilusión de los nuevos empresarios cubanos

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO



La desilusión de los nuevos empresarios cubanos

Las medidas de Raúl Castro, que preveían abrir el juego a los cuentapropistas, no alcanzaron los resultados esperados. Más de 30 mil comerciantes devolvieron las licencias que les fueron otorgadas


La Verdad - AP - La Habana - 07/08/2011 13:50 07

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A diario durante los últimos cinco meses, Yusdany Simpson atendía su cafetería a un costado de una calle, bajo un parasol blanco, desde donde trataba de participar en la transformación económica de Cuba al vender emparedados con mayonesa a 12 centavos.

Pero ya no se dedica a eso. El otro día se dirigió a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), instalada en una vieja mansión de La Habana, para renunciar a su licencia comercial y recibir una carta que la eximía de obligaciones fiscales.

Así, esta madre soltera de 35 años cerró la puerta al intento del gobierno por encender su débil economía con una chispa de capitalismo. Y Simpson no fue la primera.

"El día que fui a solicitar mi baja, allá en la ONAT, la mujer (que atendía) se me quedó mirando y dijo: &39;¿otra baja más de cafetería?&39;&39;&39;, relató.

Aunque insiste en que Cuba simplemente está haciendo ajustes al socialismo y no adoptando el capitalismo, el presidente Raúl Castro ha impulsado cambios que permiten a los habitantes de la isla trabajar por su cuenta en 178 actividades aprobadas, contratar empleados y alquilar tanto habitaciones como vehículos. El líder cubano ha considerado que estas medidas son cruciales para rescatar a la economía, y ha advertido a sus compatriotas que no hay un plan alternativo.

Pero menos de un año después de que comenzaron los cambios, las entrevistas con autoridades tributarias de Cuba, funcionarios del gobierno y más de una decena de aspirantes a nuevos empresarios en La Habana revelan un panorama poco alentador para quienes decidieron aceptar los retos del libre mercado.

Esos empresarios en ciernes dicen que enfrentan a competidores que ofrecen productos similares; dependen de consumidores que cuentan con pocos o nulos ingresos disponibles, y carecen de crédito o de capital para comenzar. Además, muchos se sienten asfixiados por las nuevas reglas fiscales y las consideran engorrosas.

Aunque el gobierno afirma que ha dado pasos decididos para atender estos problemas, un hecho fundamental del libre mercado no ha sido suficientemente sopesado en la isla de 11,2 millones de habitantes: la mayoría de los negocios fracasa, incluso en países desarrollados como Estados Unidos, donde las empresas incipientes pueden obtener préstamos, comprar insumos al mayoreo, alquilar espacio comercial y realizar investigaciones de mercado.

"Bienvenidos al maravilloso mundo del capitalismo, en el que unos devoran a otros", dijo Ted Henken, profesor del Baruch College en Nueva York, quien ha estudiado ampliamente la economía de Cuba.

"Los empresarios cubanos tienen además que sortear un obstáculo adicional, pues el capitalismo cubano está bastante deforme... y se basa todavía en una desconfianza fundamental hacia los dueños de negocios", dijo. Los líderes cubanos se aferran a la idea de que nadie debe enriquecerse, señaló.

Simpson dice que no soñaba con una fortuna. Abrió su café con la esperanza de hacer un poco de dinero quedándose en casa con su hijo de 2 años, Liuber, pero considera que el proyecto terminó costándole los magros ahorros que había hecho gracias a las remesas que le llegan del exterior.

Añade que pagaba 330 pesos (unos 13 dólares) mensuales en impuestos, y que también debía reservar dinero para cubrir al final del año un gravamen de 10% sobre las ventas. Ello le dejaba poco o nada de dinero para sí misma. En algunos meses, como en julio, Simpson tuvo incluso pérdidas.

"Yo hice la prueba pero no me dio resultado. Me di cuenta que estaba cogiendo mi propio dinero que me entraba por otros medios para invertirlo en esto... así no, porque para no ganar como se debe mejor no hago nada", dijo a la agencia The Associated Press.

Abundan las historias exitosas: los restaurantes elegantes que atraen a extranjeros adinerados, el popular cabaret gay inaugurado en diciembre, el "spa" que ofrece tratamientos faciales y masajes en los pies. Pero la mayoría de los cubanos carece del capital para soñar siquiera con la apertura de semejantes negocios.

Y para quienes operan los cientos de cafés, puestos de venta de DVDs, talleres de calzado y sastrerías en las calles de la capital, la realidad ha comenzado a manifestarse con toda su crudeza.

Vladimir Regueiro, vicepresidente de la ONAT, reconoció en una entrevista con AP que las cafeterías, cuyas licencias siguen siendo las más solicitadas desde octubre, cuando comenzaron las reformas, pasan una época particularmente difícil.

"Es una de las actividades que más bajas ha causado; las personas piensan que es la más fácil y por donde vas hay de ellas y el mercado tiene su tope", señaló.

Regueiro dijo que el gobierno ha respondido al declarar una moratoria sobre los impuestos a la nómina, eliminar los pagos de seguridad social para los ancianos que son dueños de negocios, reducir las tasas fijas de impuestos que muchos pagan al mes, elevar el monto de deducibles y recortar los precios mayoristas.

"El tema tributario no es un tema cerrado; hay que monitorear, supervisar permanentemente", dijo. "La idea es que el trabajador por cuenta propia no cierre, sino que triunfe y que genere valor suficiente para reproducirse como actividad y aportar a la sociedad; es por ahí el camino", agregó.

Varios dueños de negocios entrevistados por AP dijeron que una señal de la sinceridad del Estado es el poco contacto que han tenido con inspectores gubernamentales, que en otras épocas causaban problemas y llegaban a exigir sobornos. Pero las buenas intenciones del gobierno podrían no bastar.

De acuerdo con estadísticas difundidas en julio, 178.000 personas han recibido licencias para operar negocios desde octubre. Se han unido así a unas 147.000 que han obtenido el derecho de trabajar por su cuenta, tras una apertura previa en la década de 1990. Ello suma 325.000, en un país donde el 80% de los empleados trabaja para el gobierno.

Regueiro y otros funcionarios han considerado extraordinarios los resultados y han destacado que el gobierno otorgó más licencias de las que había pronosticado para todo el 2011.

Pero el ritmo parece desacelerarse. La cifra que dieron las autoridades en julio sobre los nuevos poseedores de licencias permaneció prácticamente sin cambios respecto de abril, sin que se diera una explicación de esa nula variación. Y el total dado por el gobierno no cuenta a quienes optaron por devolver sus licencias.

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