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La bloguera cubana Yoani Sánchez
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Yoani Sánchez:
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En uno de sus recorridos a pie por las calles de La Habana, Yoani Sánchez comprueba una vez más que "los cubanos estamos sedientos de cambio". El bullicio y movimiento en pequeños "timbiriches" que venden "batidos de frutas" y otras chucherías en las avenidas más céntricas de la ciudad muestran que sus habitantes se han propuesto lograr cierta prosperidad en medio de columnas rajadas y balcones a punto de desplomarse.
"Este renacer es de una fragilidad tremenda porque depende, en primer lugar, de los pocos conocimientos de administración de empresa que tenemos los cubanos", expresó la creadora del blog Generación Y, en entrevista con El Nuevo Herald con motivo de la llegada a las librerías de Miami de su libro WordPress, Un blog para hablar al mundo (Editorial Anaya).
"Detrás de las reformas económicas, hay una urgencia del gobierno que tiene las arcas vacías y que ha tenido, aun a su pesar, que dar poder económico a los ciudadanos", añadió la filóloga de 35 años, desde su apartamento del Nuevo Vedado, indicando que la población percibe con escepticismo los cambios, que "aunque van en la dirección correcta de una apertura, son lentos y superficiales".
"Mirando los impuestos excesivos y la pobre lista de oficios permitidos, te das cuenta de que el gobierno no tiene intención de que estos pequeños negocios puedan crecer y convertirse en pequeñas y medianas empresas", acotó la bloguera, que considera que aún así, a través de esta brecha abierta, "los cuentapropistas de hoy pueden convertirse en los empoderados de mañana".
Tomando como referencia su propio caso, Sánchez no duda de que "la autonomía económica redunda en autonomía política". Después de graduarse de Filología en la Universidad de La Habana en el año 2000 y de enfrentarse a la frustración de ganar un salario que no superaba los $10 mensuales, se dedicó a trabajar freelance como profesora de Español para turistas alemanes que visitaban la isla. Así sobrevivió durante más de una década y gozó de la independencia que le permitió crear en el 2007 el blog Generacion Y, que actualmente es visitado por 14 millones de internautas al mes y traducido a 17 idiomas. En el 2009 descubrió las posibilidades de Twitter para trasmitir mensajes SMS desde su teléfono móvil sin necesidad de acceder a la internet.
"Twitter nos ha salvado el pellejo en innumerables ocasiones a los twitteros alternativos", reconoció Sánchez que imparte cursos en su casa, un hotel o la calle, para "enseñar a la gente a tener internet sin internet".
"El único requisito es que el alumno tenga un móvil y le muestro cómo twittear en situaciones límites", afirmó Sánchez, que en Un blog para hablar al mundo comparte sus experiencias, tanto desde el punto de vista periodístico como tecnológico, con quienes quieran crear una bitácora en la red. El libro, que salió a la luz en España en marzo y cuenta con un prólogo de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre Gil de Biedma, sólo se puede conseguir en Cuba en fotocopias.
En un país con escaso acceso a internet, Sánchez es parte de un cada vez más numeroso y diverso movimiento Blogger, que incluye a su esposo, el periodista Reinaldo Escobar, al fotógrafo Orlando Luis Pardo -que aportó las imágenes que ilustran el libro Un blog para hablar al mundo-, a Claudia Cadelo, Miriam Celaya, Dimas Castellanos, Eugenio Leal, Rebeca Monzó, Regina Coyula y al pastor bautista Mario Félix Lleonart.
"Somos gente que tenemos mucha afinidad, rebeldes por naturaleza, que blogueamos sin estar al amparo de ninguna institución ni línea editorial", precisó Sánchez, que comenzó a contarle al mundo la realidad cubana inspirada por su hijo Teo, que entonces era niño.
"En el 2003, un gran amigo de la familia [el disidente Adolfo Fernández Saínz] fue enviado a prisión durante la Primavera Negra. Cuando nuestro hijo nos preguntó la razón, le dijimos que 'por ser un hombre muy valiente'. 'Entonces ustedes son un poco cobardes porque todavía siguen libre', nos dijo inmediatamente mi hijo, que no tiene pelos en la lengua", contó Sánchez.
Hoy un joven de 16 años, Teo le ofrece a su madre la visión de una generación con deseos de viajar y conocer el mundo, de expresarse libremente en todos los órdenes de la vida. "Cuando veo a mi hijo que está interesado en los mangas japoneses [dibujos animados], que habla fluidamente el inglés, que se siente parte de la aldea global, y cuando pasa frente a la televisión, y ve a Fidel Castro, me pregunta quién es ese señor, me siento feliz porque es una generación más saludable", señaló Sánchez, que no está de acuerdo con quienes dicen que esa generación se caracteriza por su apatía.
"No son apáticos, y si tuviera que elegir entre apáticos y fanáticos, me quedo con los primeros. De la indiferencia de la adolescencia se pasa a otras fases más responsables. Por eso prefiero que sean así a que se críen en el fundamentalismo, que fue lo que intentaron inculcarle a mi generación y a la de mis padres", expresó Sánchez, que se describe como "una demócrata autodidacta".
"Creo que ha sido un verdadero milagro que me haya decantado por la tolerancia, después de haber tenido que corear tantas consignas exclusivistas, de haber sido amamantada con la más rancia de las ortodoxias marxista leninista a lo largo de mi educación", señaló Sánchez, acreditando a Escobar como "su maestro en el difícil arte de la tolerancia".
"Reinaldo es un hombre que ha sido denigrado y estigmatizado y que, sin embargo, tiene un gran corazón para aceptar y perdonar a los demás", expresó Sánchez sobre Escobar, quien se dedica al periodismo independiente desde hace 23 años luego de desencantarse del "periodismo de vitrina" que se hacía en los medios oficiales.
Sánchez conoció a Escobar cuando ella tenía 17 años y estaba aún en el preuniversitario. "Vine a buscar un libro prohibido de Mario Vargas Llosa", contó sobre el primer encuentro en el apartamento del edificio de 14 plantas donde residen. "Es un edificio modelo yugoslavo, que Reinaldo ayudó a construir", acotó Sánchez, indicando que aunque la policía política ha tratado de sembrar cizaña contra ellos, no ha sentido el rechazo de sus vecinos.
Las mentiras que el gobierno ha lanzado contra ella, las presiones ejercidas sobre su familia y amigos y el amargo recuerdo de los interrogatorios -el primero fue el 7 de diciembre del 2008, en la estación de policía de 21 y C en el Vedado- constituyen esa parte de su vida en la que prefiere no detenerse.
"En un régimen totalitario, la alegría es profundamente contestataria, por eso me gusta hablar de lo bonito que me pasa: de la satisfacción de enseñar, de descubrir una herramienta tecnológica que funciona como un altavoz, del apoyo que me da la gente en la calle, que en los lugares más inimaginables me dice: resiste", contó.
Los numerosos premios que ha recibido -el Ortega y Gasset otorgado por el diario español El País, en donde tiene una columna quincenal, o el Maria Moors Cabot de la Universidad de Columbia, Nueva York- son, entre otras razones, los que la animan a hacer un periodismo serio, apegado a las necesidades del país.
"Si pudiera ayudar a fundar un medio de prensa libre en mi país, lo haría con mucho placer. Creo que conozco a la gente indicada y estamos dando pasos en esa dirección", adelantó.
Los motivos por los que el gobierno no le ha permitido salir del país a recoger los premios son difíciles de imaginar para ella porque "no puede ponerse en el lugar de una mente autoritaria". Sin embargo, especula que en un principio las autoridades de la isla subestimaron el fenómeno de la blogosfera alternativa y pensaron que las negativas de viaje ayudarían a apagar las expectativas internacionales alrededor de su labor.
"No me dejan salir además porque saben que voy a regresar. Hasta ahora ellos sienten que pierden menos cada día que me dejan aquí, pero yo creo que pierden más. Aquí tengo la materia prima de la que escribo y puedo impartir cursos; estoy en mi salsa", expresó, aclarando que vive en Cuba por decisión propia.
"Esta es una isla tocada por el ángel de la poesía y la literatura, una isla embrionaria en la que cualquier cosa puede pasar", afirmó, indicando que siempre ha creído, contradiciendo al escritor checo Milan Kundera -que tituló una de sus novelas La vida está en otra parte- que "la vida no está en otra parte, sino en otra Cuba".
Nieta de un inmigrante canario, de quien dice heredó "el empecinamiento", Sánchez creció en una familia humilde, que sólo tuvo hijas. "Mi madre trabaja en los taxis y mi papá era maquinista de trenes", comentó, contando que su padre le transmitió la pasión por la mecánica que de niña la llevó a desarmar relojes y radios viejos y, más adelante, a reparar refrigeradores, teléfonos móviles y todo tipo de artefacto que le llevan sus amigos.
"Con partes muy viejas, armé en 1994 mi primera computadora. Fue la primera que hubo también en mi edificio y con ella hicimos un periódico", contó, especificando que se siente "un poco misionera tecnológica" por la persistente curiosidad que tiene por las nuevas tecnológicas y su deseo de que se popularicen en Cuba.
"Mi casa es un templo para el intercambio", dijo confesando que es muy "pegadiza" para hacer amigos, y aunque muchos se le han ido, han seguido llegando otros nuevos.
Además de su familia, su principal refugio es su mundo interior. "Es el lugar al que no tiene acceso la policía política, donde no me pueden prohibir ni confiscar nada, donde tengo una burbuja de libertad", concluyó.
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