EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
Por Susana Merino
Conflicto en Siria: La verdad de la milanesa (Opinión)
Tal vez este título suene un poco  tosco y aún más, hasta pasado de moda, pero su sentido acudió a mi  memoria como una fiel representación de las terribles circunstancias que  nos están encaminando hacia una nueva y tal vez inimaginable  conflagración bélica.
Circulan por el mundo, cabalgando en los  cada vez más poderosos “mass media” y en las redes informáticas las más  variadas y disímiles conjeturas sobre los motivos que justificarían una  intervención militar extranjera en Siria de la OTAN, de Estados Unidos y  sus aliados, de no importa quién fue el agresor, pero todas ocultan,  como la milanesa, la “feta” (lonja) de carne, que es su componente  básico, la verdadera razón de esa eventual pero cada vez más acuciante  amenaza.
La “feta” de carne es la industria  bélica y su insistente y aceitado lobby, cuya influencia en el poder  político estadounidense no deja de acrecentarse.
Poco importa que la guerra se haga en  nombre de la democracia y contra las dictaduras que ayer no más  estuvieron asociadas a los intereses occidentales o aliándose con los  terroristas de Al Qaeda, enemigos en Mali, bienvenidos en Siria… Si  empanamos la carne, todo quedará apeteciblemente encubierto y nuevamente  se embaucará a la sociedad mundial con unos pretextos sin embargo cada  vez más indigeribles.
Podremos culpar al presidente  estadounidense, este o a cualquier otro en su lugar, cuya  responsabilidad trata de diluir en consultas al Congreso, pero lo que  realmente cuenta es la presión de carácter permanente que ejerce la  industria militar estadounidense y en alguna medida también la francesa,  cuya importancia relativa no es menor.
La conclusión es simple, demasiado  simple y tan obvia que es inútil seguir buscando cinco patas al gato:  mientras se fabriquen armas habrá que venderlas, habrá que renovarlas,  habrá que usarlas…
Y en EEUU es tal la envergadura, el  desarrollo tecnológico alcanzado en el “arte de matar”, el  inconmensurable rédito que genera y las estructuras montadas para  justificarlo que unas pocas menciones bastarán para demostrar la casi  imposibilidad de intentar formas de disuasión que puedan alcanzar  resultados positivos.
Por un lado, está el Instituto para el  Estudio de la Guerra, formado por expertos que elaboran las estrategias  (y sus justificaciones) frente a los distintos escenarios posibles y que  no dejan de insistir en que “hay que guerrear más”.
Un instituto financiado, qué duda cabe,  por las corporaciones bélicas más importantes del país, constructoras de  aviones y portaaviones, de bombas guiadas, de misiles tierra-aire  Patriot, Tomahawk, armas de superficie JSOW, aunque estas últimas según  su fabricante son bastante económicas porque no superan el medio millón  de dólares cada una mientras que el costo de un misil Tomahawk puede  llegar al millón, ¡una bicoca! ¡Aunque deberíamos tener en cuenta que no  es reutilizable!
Pero no son las instituciones públicas  como el Consejo de Seguridad Nacional o el Centro de Política  Internacional o privadas como el mencionado instituto las que mayor  presión ejercen sobre las decisiones gubernamentales sino el sistema de  lobbies cuya influencia va desde los niveles comarcales y estatales  hasta el Congreso Nacional sin distinción de partidos, demócratas o  republicanos, lo mismo da.
Un sistema curiosamente admitido,  aceptado y tolerado por el país que pregona y hace gala en el mundo de  su ejemplaridad democrática. Un sistema que mueve millones de dólares,  cifras que según algunas estimaciones pueden llegar hasta los 100 mil  millones anuales y que van a parar indefectiblemente al bolsillo de los  políticos y a sus campañas electorales, una inversión astutamente  calculada sin embargo porque a través de ella es como la corporación  militar industrial obtiene contratos por muchos más millones de dólares  de los que destina a ese tipo de erogaciones y consigue que los  presupuestos bélicos se mantengan en sus más altos niveles.
Todo un sistema legal de “coimas” (pagos  ilícitos), aceptado y consagrado por un sistema político que en países  “subdesarrollados” como los nuestros se ve y se considera delictivo.
Por otra parte, no son pocas las  solapadas amenazas que el actual Presidente está recibiendo de la  industria bélica relacionadas con los posibles recortes del presupuesto  militar, por las que le informan de que miles de operarios se quedarían  sin trabajo si se concretan esos propósitos, suspensiones que se podrían  anunciar, vaya coincidencia, a principios de noviembre en  circunstancias en que se inicien los comicios en los que Barack Obama  deberá jugarse la reelección.
Todas esas amenazas tienen su principal  origen en la reciente decisión de Obama de disminuir un 23% el  presupuesto destinado a operaciones bélicas debido a la finalización de  la campaña de Irak y a la prevista salida de Afganistán. Decisiones que  por lo visto causan profundo escozor en los fabricantes de armas y que  los ciudadanos estadounidenses, por evidente desinformación, no están  apoyando suficientemente.
No hace mucho tiempo cuando arreciaron  (y se incentivaron) los rumores de un conflicto entre las dos Coreas,  los “señores de la guerra” (creo que son los fabricantes de armas los  que verdaderamente merecen ese nombre), bailaron entusiasmados y se  activó la venta de sus equipos bélicos en la región; momentáneamente  esfumada esa posibilidad todas las miradas se dirigen ahora otra vez al  Medio Oriente, hacia donde ha zarpado desde alguna de las 737 bases  militares que oficialmente tiene EEUU en el orbe, y ya se halla  navegando despreocupada aunque sigilosamente por el mar Rojo, alguna  fragata estadounidense.
En síntesis, no se trata ya de la menor o  mayor opresión de un gobernante, tampoco de las ansias democráticas de  los pueblos, de la búsqueda de la independencia o del desarrollo  económico autónomo de un país, todas y cada una de esas circunstancias  “adecuadamente aderezadas y difundidas” por la prensa internacional se  convierten en el mejor caldo de cultivo para atizar el más grande,  ignominioso y artero negocio del mundo: la fabricación de armas,  proyectiles e infraestructura conexa. ¡esa es la verdad de la milanesa!
 
 
 
 
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