RAUL CASTRO: LA GRAN DECEPCION DE UN GOBIERNO ANACRÓNICO

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RAUL CASTRO: LA GRAN DECEPCIÓN DE UN GOBIERNO ANACRÓNICO

Por Joan Antoni Guerrero Vall
Sobre Machado Ventura recayó la responsabilidad de leer el discurso del 26-J hoy. Un discurso previsible, en el que el régimen ha vuelto a desplegar los clásicos elementos de su retórica, mostrando un grado más elevado en su anquilosamiento crónico. Lo oído es lo mismo de siempre, pero en este caso por otra boca. Raúl Castro no podía aparecer discurseando porque no hay reformas por anunciar, no hay cambios previstos en el horizonte, no hay ningún plan para mejorar la situación. Básicamente porque para los problemas que han creado 50 años de dictadura, la solución ya no pasa por reformas, pasa por un cambio de régimen.

Los problemas del país, si uno se para a repasar lo dicho por Machado Ventura, son en buena parte culpa no solamente del "bloqueo" económico (así siguen refiriéndose erróneamente al embargo) de los Estados Unidos, que el portavoz del régimen tachó de "anacrónico", sino también ahora de la crisis económica mundial, "provocada por otros".

Para el régimen es muy fácil levantar el dedo y señalar a los demás como responsables de todos sus problemas pero sigue resultando una tarea incómoda, y para la cual se pone de manifiesto que están claramente incapacitados, el asumir un sólo error propio. No dan marcha atrás porque no renuncian. Cada vez que ellos se reafirman en su posición están diciendo al mundo que van a seguir persistiendo en el error. Por todo ello, Raúl Castro ni apareció, porque no tiene en realidad nada que añadir. Ni tan sólo el pueblo cubano, que sufre una de las más terribles crisis económicas, merece unas palabras de quien asegura mantener el liderazgo. Hoy todavía más lánguido y débil.

Este 26 de Julio confirmó que no hay más nada que decir. Ni tan siquiera el discurso fue proclamado por una figura que pudiera verse como sucesoria. La tarea fue para un elemento más del viejo aparato del régimen. Las consignas han sido las mismas. Posición beligerante y victimista como ha pasado siempre. No hay muchas otras lecturas del discurso de hoy. El guión sigue siendo el mismo.

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