Domingo , 15-11-09
Cuando tomaron la decisión de escapar de la selección caribeña, el pasado mes de agosto en Gran Canaria, una extensa nómina de medios de comunicación -de uno y otro lado del Atlántico- se ocuparon de su deserción y su petición de asilo político. Ahora, tres meses después de decidir quedarse en España y cumplir su anhelo vital, el sentimiento de olvido aflora en los rostros de los baloncestistas cubanos Georvis Elías Sayus, Grismay Paumier, Taylor García.
Tras frustrarse su oportunidad en Barcelona (probaron fortuna en varios equipos de Adecco LEB Plata) decidieron volver a Vecindario a la espera de nuevas noticias. A pesar de que el Ministerio de Asuntos Exteriores les ha dado el «ok», aún les quedan cuatro meses para poder acceder al ansiado permiso de trabajo.
En definitiva, un interminable trance que contrasta con la situación de su otro compañero de fuga, Geoffrey Silvestre. El ex pívot de Ciego de Ávila ya disfruta del parquet español en el Plasencia (LEB Plata), aunque la encrucijada a la que se tuvo que enfrentar es casi de novela.
Tras desentumecer los músculos en septiembre con el Tenerife de Iván Déniz («Es un jugador con calidad suficiente para estar en LEB Oro», llegó a decir el técnico canario), el técnico Rafa Gomáriz se interesó por el interior caribeño, aunque tuvo que esperar un mes más para poder debutar, mientras la FIBA le tramitaba un tránsfer de oficio.
«Cuba nos estuvo negando el pase del jugador, pero en la normativa de la Federación Internacional existía la posibilidad de tramitar uno bajo el argumento de que la liga de su país no es profesional», explica el presidente del club extremeño, Antonio Martín Oncina. Durante semanas, el jugador tuvo que vivir con una ayuda de 500 euros, compartiendo piso con otro compañero de la plantilla, a la espera de que se solucionase su caso.
Y al fin, el pasado 16 de octubre, Silvestre debutó con el equipo cacereño ante el Córdoba. La luz acabó por asomarse en el profundo túnel de la burocracia cubana.
Sin ayudas
ABC consiguió contactar con Silvestre, muy reacio a los medios debido a la polvareda que levantó su caso: «Mantenemos el contacto por teléfono. Sé que lo están pasando mal. En mi equipo tenemos apenas diez jugadores y al míster siempre le digo que tengo unos compañeros allá (en Canarias) con calidad suficiente para nosotros».
Ironías del destino, Paumier, García y Sayus optaron por la otra vía, menos soterrada pero administrativamente más larga, y en estos tiempos de crisis ya ha conseguido erosionar sus ilusiones.
«Los chicos lo están pasando mal y yo poco les puedo aportar», comenta Ismael, otro cubano radicado en Vecindario que les acogió desde que se produjo la famosa evasión. «Yo llevo varios meses sin trabajo y en el piso hay días que no tenemos ni agua para los cuatro. Hemos pedido ayuda al alcalde (de Santa Lucía de Tirajana, Silverio Matos) y a las instituciones, pero estamos abandonados», agrega sin poder disimular con cierto dolor.
Esperanzas
Cara opuesta, con un cierto halo de optimismo se manifiesta Georvis Elías Sayus, el más veterano del grupo: «No estamos quietos. De momento estamos aquí, la cosa se ha alargado bastante, pero en el futuro se mueven opciones, Este mes estamos tratando de buscar soluciones para que Ismael pueda pagar el alquiler del piso, porque si no. nos echan». Tanto a él como a Taylor y a Grismay se les hace difícil entender la escasa respuesta de las instituciones.
Gran parte de sus esperanzas pasan por la asociación Athletics Premier -una empresa de apoyo jurídico deportivo con base social en Estados Unidos-, que desde hace unas semanas están tratando de solucionar su situación. Ahora sólo el tiempo dirimirá sus destinos.
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