EL CONTRATO NO ANUNCIADO ENTRE OBAMA Y CASTRO
Ladinámica de la negociación entre Barack Obama y Raúl Castro provoca
desconsuelo e incomprensión en no pocas personas por las supuestas
contradicciones planteadas por las medidas que se adoptan en una y otra
orilla del Estrecho de la Florida.
La Casa Blanca cada vez
empuja más en dirección del descongelamiento y normalización de las
relaciones con la dictadura de La Habana, como se demuestra por estos
días liberando más aún los viajes de estadounidenses a la isla y las
oportunidades de comercio, financiación y hasta créditos para las
actividades económicas con el bando cubano.
Por su lado, en vez
de introducir reformas democráticas el régimen de los Castro responde
incrementando la represión por todo el país, el irrespeto a las
libertades y derechos de los ciudadanos, y radicalizando su postura en
la conservación del irracional modelo político dictatorial y
totalitario, que es el responsable principal del drama en que han
convertido a la nación cubana.
Esta situación aparenta ser una
contradicción entre los discursos y declaraciones de ambos gobiernos y
las acciones que materializan. Sin embargo, las apariencias engañan. No
existe ninguna contradicción en los intereses negociados por los
gobiernos de USA y Cuba y la estrategia que aplican en el terreno para
obtener los resultados.
El interés de la Casa Blanca es que se
garantice la estabilidad en la isla mediante el control social. Para
ello se requiere ofrecer mecanismos al régimen que permitan encontrar el
modo de sustentarse ahora que están al perder el subsidio chavista por
el colapso económico y el peligro de desplome que sufre Venezuela. Obama
está obligado a relajar todo lo que pueda y más las restricciones
impuestas por el Embargo.
El interés de la cúpula política que
controla el poder en Cuba es ganar tiempo y encontrar maneras de
sobrevivir la caótica situación y amenaza de colapso a la que es
empujada por la crónica carencia de finanzas y recursos de todo tipo, y
el creciente deterioro económico- comercial, agravado por la debacle del
chavismo en Venezuela y posible perdida del subsidio con la pronta
caída de Nicolás Maduro. Lo que tienen en la mano para ofrecerle a EEUU
es la garantía de estabilidad en la isla y ante el aumento de la tensión
social y el rechazo popular, están obligados a incrementar la represión
como vía de conservar el control sobre el pueblo.
Por tanto, lo
negociado el 17 de diciembre del año pasado entre Barack Obama y Raúl
Castro se puede resumir de la siguiente manera: empujados por el pronto
desplome de Venezuela y consiguiente perdida del subsidio, el rol de
Obama es tender puentes de financiación y facilidades económicas y
comerciales a los Castro que les ayuden a sustentarse. El papel de Raúl
consiste en mantener el control social y evitar a toda costa la
inestabilidad en la isla, que de ocurrir sería una amenaza directa a la
seguridad nacional de USA.
Así que el eje de la negociación es
la estabilidad en Cuba. Barack Obama le consigue dinero al régimen y
Raúl Castro reprime y mantiene en cintura al pueblo. No hay
contradicción, de hecho, es lo que hacen de ambas partes sin salirse un
milímetro del guión pactado por los dos mandatarios.
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