EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
Diálogo, ¿para qué?
19 de abril 2014 - 00:01
En mi país hace más de medio siglo que el gobierno no dialoga
con nadie. La Revolución cubana no reconoce a ningún otro interlocutor
que no sea ella misma, encarnada en la figura de su Máximo Líder, el hoy
ya decrépito Fidel.
Fusilamientos, condenas a treinta años,
exilio perpetuo. Quien quiso dialogar en Cuba terminó en una de estas
tres categorías del totalitarismo tropical.
Incluso hoy, en pleno
siglo XXI, con una disidencia que ha ocupado ciertos espacios
alternativos de expresión a costa de mucho sacrificio, la gerontocracia
cubana ha de morirse en el poder sin haber cruzado palabra con nadie,
excepto con su propio clan: la llamada generación “histórica”.
El
diálogo con los comunistas, así se las den de que respetan elecciones y
otras hipocresías, es siempre una decepción o una trampa. Los comunistas
no tienen nada qué decir, esa no es su misión internacional. Ellos solo
cumplen órdenes de un partido político que encarna el dogma en sí. Son
soldados con ropajes de actor civil.
La idea es tomar el poder a
cualquier precio y ya no soltarlo de manera pacífica nunca más. Hay una
etapa en la que los comunistas simplemente aniquilan a sus adversarios. Y
hay otra en la que es pertinente engatusar al oponente con la mascarada
de un diálogo.
Es por esto que los partidos comunistas fueron
ilegales tanto tiempo en tantos países, una ley lógica por simple
instinto de conservación. Pero hoy las democracias viven acomplejadas de
ser democracias y ya apenas tienen demócratas que las defiendan, tanto
en el primer mundo como en las naciones subdesarrolladas.
De
manera que los comunistas en Latinoamérica, por ejemplo, aunque no se
llamen del todo así, ahora minan en santa paz nuestros sistemas
sociales, y el continente entero tiende a ser un bloque violador de los
derechos elementales del ciudadano. Cada caudillo ostenta con
legitimidad su banda presidencial de por vida, siempre con una
estrellita roja en el logo de sus respectivos partidos.
En lo
personal, no creo que un partido de inspiración violenta y retórica
intolerante deba participar del juego democrático en ninguna época. En
Cuba, tras 50 años de secuestro de la vida política por parte del
Partido Comunista, es obvio que ninguna transición será democrática sin
desintegrar al PC. Y sin ilegalizarlo durante un plazo acaso similar al
despotismo semicentenario de los comunistas cubanos, que del desprecio
por el diálogo pasaron enseguida al desprecio por la decencia.
En
Cuba, hace unos días el canal Telesur transmitió en vivo y en directo el
diálogo de la oposición ante los dictadores venezolanos. Una oposición
que por desgracia no tiene ya otra opción que sentarse en la mesa
dictatorial, siempre y cuando sea autorizada, y en el momento en que
mejor le convenga al poder para comprar tiempo de cauterizar las
protestas populares, criminalizar a sus líderes, y a la postre
perpetuarse.
Los gobernantes de Venezuela saben bien lo que hacen.
Están “dialogando” acaso por última vez. Pronto no tendrán que
molestarse en esos despliegues desesperados, donde el planeta entero se
azora, indolente, de sus manías de hegemones.
Pronto la H de
Habana demostrará ser mucho más que una letra muda, mortífera. Si no hay
un despertar de la comunidad internacional, si se abandona a su suerte a
los demócratas venezolanos que han dado lo mejor de sí (sus vidas),
como en su momento el mundo desahució a varias generaciones de
demócratas cubanos, el comunismo made in Castro entonces se
sentirá impune de caer, como un páramo de silencio soez, sobre nuestros
futuros siempre tan fútiles en tanto naciones.
con nadie. La Revolución cubana no reconoce a ningún otro interlocutor
que no sea ella misma, encarnada en la figura de su Máximo Líder, el hoy
ya decrépito Fidel.
Fusilamientos, condenas a treinta años,
exilio perpetuo. Quien quiso dialogar en Cuba terminó en una de estas
tres categorías del totalitarismo tropical.
Incluso hoy, en pleno
siglo XXI, con una disidencia que ha ocupado ciertos espacios
alternativos de expresión a costa de mucho sacrificio, la gerontocracia
cubana ha de morirse en el poder sin haber cruzado palabra con nadie,
excepto con su propio clan: la llamada generación “histórica”.
El
diálogo con los comunistas, así se las den de que respetan elecciones y
otras hipocresías, es siempre una decepción o una trampa. Los comunistas
no tienen nada qué decir, esa no es su misión internacional. Ellos solo
cumplen órdenes de un partido político que encarna el dogma en sí. Son
soldados con ropajes de actor civil.
La idea es tomar el poder a
cualquier precio y ya no soltarlo de manera pacífica nunca más. Hay una
etapa en la que los comunistas simplemente aniquilan a sus adversarios. Y
hay otra en la que es pertinente engatusar al oponente con la mascarada
de un diálogo.
Es por esto que los partidos comunistas fueron
ilegales tanto tiempo en tantos países, una ley lógica por simple
instinto de conservación. Pero hoy las democracias viven acomplejadas de
ser democracias y ya apenas tienen demócratas que las defiendan, tanto
en el primer mundo como en las naciones subdesarrolladas.
De
manera que los comunistas en Latinoamérica, por ejemplo, aunque no se
llamen del todo así, ahora minan en santa paz nuestros sistemas
sociales, y el continente entero tiende a ser un bloque violador de los
derechos elementales del ciudadano. Cada caudillo ostenta con
legitimidad su banda presidencial de por vida, siempre con una
estrellita roja en el logo de sus respectivos partidos.
En lo
personal, no creo que un partido de inspiración violenta y retórica
intolerante deba participar del juego democrático en ninguna época. En
Cuba, tras 50 años de secuestro de la vida política por parte del
Partido Comunista, es obvio que ninguna transición será democrática sin
desintegrar al PC. Y sin ilegalizarlo durante un plazo acaso similar al
despotismo semicentenario de los comunistas cubanos, que del desprecio
por el diálogo pasaron enseguida al desprecio por la decencia.
En
Cuba, hace unos días el canal Telesur transmitió en vivo y en directo el
diálogo de la oposición ante los dictadores venezolanos. Una oposición
que por desgracia no tiene ya otra opción que sentarse en la mesa
dictatorial, siempre y cuando sea autorizada, y en el momento en que
mejor le convenga al poder para comprar tiempo de cauterizar las
protestas populares, criminalizar a sus líderes, y a la postre
perpetuarse.
Los gobernantes de Venezuela saben bien lo que hacen.
Están “dialogando” acaso por última vez. Pronto no tendrán que
molestarse en esos despliegues desesperados, donde el planeta entero se
azora, indolente, de sus manías de hegemones.
Pronto la H de
Habana demostrará ser mucho más que una letra muda, mortífera. Si no hay
un despertar de la comunidad internacional, si se abandona a su suerte a
los demócratas venezolanos que han dado lo mejor de sí (sus vidas),
como en su momento el mundo desahució a varias generaciones de
demócratas cubanos, el comunismo made in Castro entonces se
sentirá impune de caer, como un páramo de silencio soez, sobre nuestros
futuros siempre tan fútiles en tanto naciones.
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