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miércoles, 25 de julio de 2012

Homenaje a Payá. Mirian Celaya

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO


Homenaje a Payá


En la tarde de ayer murió un trozo de esperanza para Cuba. Oswaldo Payá Sardiñas fue víctima fatal en un accidente automovilístico en circunstancias aún no esclarecidas. Cuba agoniza mientras sigue perdiendo a sus mejores hijos, vaciándose de fuentes vitales debido a la emigración incontenible, a la corrupción galopante, al latrocinio de una dictadura tan prolongada que ha bebido ya la savia de cuatro generaciones, y a pérdidas como ésta: la muerte de un cubano valioso, que nos llena de pesar.
No compartí todos los puntos de vista de Payá, incluso en ocasiones fui crítica con algunas de sus propuestas. Volvería a serlo; pero siempre respeté al hombre que las gestó, a su voluntad, su espíritu y su dedicación. Admiré sobre todo su valor y su fe en una Cuba mejor, el sueño al que dedicó tantas energías y sacrificios durante muchos años, más tiempo del que merecen algunos que hoy se encogen de hombros o miran hacia otro lado. No todos los líderes opositores han tenido el mérito de enfrentarse al poder omnímodo sin flaquear, sin abandonar la lucha o sin sucumbir. Por eso hoy es un día particularmente luctuoso. Dentro de unas pocas horas una parroquia habanera velará el cuerpo de un hombre cuya principal arma fue la fe en Dios y el amor por Cuba, yo inclino la cabeza ante su muerte.
Veo la gente andando por las calles sin saber siquiera que un cubano esencial ha muerto; seguramente los administradores del terror, cobardes y mezquinos, estarán celebrando un festín en sus cuarteles. Pero sentir algún rencor en esta hora sería profanar la memoria de este luchador de paz.  Es un consuelo saber que Payá había trascendido ya en vida; así, la muerte no será suficiente para acallarlo. Hubiese querido que contáramos con él en el futuro de democracia que tendremos algún día, ya no muy lejano, porque necesitaremos líderes de su talla en una nación que va quedando huérfana de valores. Ojalá haya muchos como él, ojalá no  hubiese muerto. He aquí un adiós y un pequeño homenaje que hubiese preferido no tener que ofrecer jamás. Para que no triunfe la muerte, demos las gracias a Oswaldo Payá por su vida, y que su Dios lo acoja a su derecha, como corresponde a los hombres justos.

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