CUANDO DE DICTADURAS SE TRATA: BATISTA SE QUEDÓ PEQUEÑO!
Francisco Chaviano González
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - El 14 de mayo se cumplieron 55 años de la amnistía que concediera Fulgencio Batista a Fidel Castro, su hermano Raúl y el resto de los asaltantes del cuartel Moncada. Los liberados, responsables de un hecho terrorista que incluyó acciones similares en el Palacio de Justicia y el hospital Saturnino Lora, no cumplieron dos años de prisión.
No se necesitó de la intervención de organismos internacionales ni de jefes de Estado, porque por entonces el pueblo tenía una opinión que emanaba de su sociedad civil, era presentada por sus diputados en el Parlamento de la República, y hasta los dictadores trataban de respetarla.
Sobre este hecho nos contaba el compatriota Gustavo Arcos Bergnes, testigo excepcional de aquel suceso por su participación como miembro del Movimiento 26 de Julio: “Me recogió en La Habana un automóvil donde viajaban varios camaradas del grupo conspirativo y nos llevó hasta Santiago de Cuba, al otro extremo de la isla. Nos alojamos en un pequeño hotel donde pernoctamos y al siguiente día nos recogieron para llevarnos a la Granjita Siboney”.
Según su relato, llegaron al lugar cuando se ultimaban los preparativos para el asalto, aunque nadie sabía del mismo. “Fidel reunió a la gente y explicó lo que íbamos a hacer, hablaba de una manera como si todo fuera cosa fácil. Nadie dijo nada, sólo yo me atreví a exclamar, ¡eso es una locura, pero yo voy contigo! Acto seguido nos montamos en numerosos automóviles, con Fidel viajábamos Mario Chanes y yo, entre otros”.
Algunos automóviles se “perdieron” tomando rumbo a La Habana, por considerar aquello una locura. “El auto en que viajábamos, conducido por Fidel Castro –agrega Bergnes- seguido de algunos pocos, llegaron al Cuartel Moncada y próximo ya a la Posta # 3, Fidel se abalanzó contra un sargento que caminaba por la acera y lo atropelló; razón por la cual se desató la balacera, perdiéndose el factor sorpresa”. Al parecer, Castro llegó a considerar una locura demasiado peligrosa penetrar por la posta, y decidió abortar el asalto. En su lugar daría el show de la intentona con varias decenas de muertos”.
“Dice Fidel que dio la orden de retirada, pero yo no la oí, puede que se la haya dado al que estaba a su lado” –cuenta Arcos Bergnes, quien recibió un balazo en la columna que casi le deja inválido: “Boris Luis Santa Coloma me sacó del lugar y logró ingresarme en la clínica de la Colonia Española de esa ciudad, donde me operó el Dr. Posada, quien me tuvo bajo sus cuidados por varios meses, actitud que respetaron las autoridades”.
Como se sabe, Fidel Castro, cuando se vio perdido en las estribaciones de la Sierra Maestra, se entregó al Obispo de Santiago de Cuba, a quien había mandado a buscar con tal fin. Luego estuvo protegido por el teniente Sarría, que se negó a entregarlo a otra fuerza militar que presumiblemente lo quería ejecutar. Luego, en la prisión de Boniato, el entonces oficial de esa penitenciaría, Jesús Yanes Pelletier, le salvó la vida informándole a él y a sus partidarios, que había pretensiones de envenenarle.
Hoy nada es igual. No existen médicos que se atrevan a defender a su paciente, ni oficiales de las fuerzas castrenses que alerten a las víctimas, o se nieguen a participar de un abuso. El Parlamento no se inmuta, no existe en la práctica. Los obispos de la Iglesia Católica, personas que sufrieron el flagelo y la humillación, hoy se pliegan a los intereses del poder.
Ahora los opositores son pacíficos, no asaltan cuarteles ni realizan actos de terrorismo. A pesar de que la población se encuentra despojada de todo derecho y es objeto de abusos masivos; la oposición se limita a criticar y pedir que el propio gobierno realice cambios.
Hoy, 26 prisioneros de conciencia se encuentran en delicado estado de salud. Por pensar diferente ya han extinguido cuatro veces el tiempo que estuvo Castro en prisión. Su rencor no termina, y mantiene a los opositores presos en condiciones infernales de vida. Y si se quejan porque murió uno de ellos, o Guillermo Fariñas se declara en huelga de hambre como extrema opción, entonces el tirano se disfraza de víctima y dice que es una campaña preparada y pagada por el imperialismo yanqui.
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