"La pregunta es, “¿Hacia dónde vamos?”. La respuesta, el próximo 2 de
diciembre cuando se den a conocer los ascensos militares y con ello la
escalada o no a General del hoy Coronel Alejandro Castro Espín.
Promoción que, por un lado podría crear descontento y división en la
jerarquía militar; y, por otro, develarnos si las denominadas “medidas
para la actualización del modelo” es el camino hacia las postrimerías de
la llamada era de los Castro"
Una sucesión de Castro a Castro
Datos históricos demuestran que mucho antes de Colón, ya América
había sido descubierta. Leif Eriksson, hijo de Erik el Rojo, fue un
explorador vikingo que en el año 1003 consiguió llegar a una tierra que
él bautizó como “Viland” y que por su descripción, y restos encontrados,
podría ser Terranova. Zheng He, el famoso militar chino, según su
bitácora de viajes, entre 1405 y 1433 tocó en varias ocasiones las
costas del continente americano. Khashkhash Ibn Saeed Ibn Aswad fue un
marino musulmán que cruzó el océano Atlántico y regresó a Europa con
evidencias de su viaje en el año 889. También conocemos la leyenda de
Hui Shum, monje budista que por allá por el año 485 estuvo predicando en
la península de Yucatán. Los indúes hablan de Votan, un mitológico
navegante que vivió entre los antiguos Mayas. La presencia de kumara en
las Islas Cook, una planta nativa de América, muy similar al boniato, ha
sido citada como evidencia de que los nativos americanos podrían haber
llegado a Oceanía. Y por si esto fuera poco, recientes estudios
científicos documentan el hallazgo de restos de cocaína y nicotina
americana en los cuerpos de momias egipcias.
Sin embargo, y pese a todos estos datos, el 12 de octubre de 1492
continúa marcando los libros de historia. A veces, con insistente
reiteración perdemos el tiempo buscando un día, o un acontecimiento
fechado, para armar una algarabía mayor a la que provoca en cualquier
estación ferroviaria la llegada de un tren con retraso.
Igual nos pasa a los cubanos. No son pocos los apasionados que,
atrapados en las trampas del almanaque, coinciden en que si no
hubiésemos tenido un 10 de octubre de 1868, nuestra historia no habría
recogido un 10 de febrero de 1878, un 24 de febrero de 1895 ni un 20 de
mayo de 1902; tampoco habríamos padecido un 10 de marzo del 52, un 26
de julio del 53, un 13 de marzo del 57, y muchísimo menos un 1ro de
enero de 1959.
Personalmente considero que los hechos mencionados habrían ocurrido tal y como hoy los conocemos.
Pero historia aparte, y muy a pesar de aquellos que solo miran hacia
atrás con el respetable, repetido y no menos aburrido afán del constante
teorizar para intentar enderezar un mundo que ya de por sí ni es
redondo, hoy se avecina el momento de poder predecir con facilidad lo
que el gobierno cubano nos ha ido dosificando y diseñando como futuro,
eso que llaman “reformas”.
La pregunta es, “¿Hacia dónde vamos?”. La respuesta, el próximo 2 de
diciembre cuando se den a conocer los ascensos militares y con ello la
escalada o no a General del hoy Coronel Alejandro Castro Espín.
Promoción que, por un lado podría crear descontento y división en la
jerarquía militar; y, por otro, develarnos si las denominadas “medidas
para la actualización del modelo” es el camino hacia las postrimerías de
la llamada era de los Castro, si son aperturas que conducen hacia una
socialdemocracia (militarizada) donde se vayan imponiendo poco a poco
las libertades de cada individuo, o si solo han sido sutiles maniobras
dirigidas al reacomodo de una estructura estatal que garantice
únicamente una sucesión donde el poder cubano transite de mano en mano, y
de Castro a Castro.
El gobierno de cada país tiene derecho a diseñar el mañana de su
pueblo; de igual forma, el pueblo tiene el legítimo derecho de aceptar
ese esquema de futuro, o rechazarlo.
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