Opositores chinos se manifiestan en Pekín alentados por las revueltas árabes
La protesta ha culminado pacíficamente tras la llegada de las fuerzas de seguridad
Ver Video:
¿Del tirano? del tirano di todo,¡di más!;y clava con furia de mano esclava sobre su oprobio al tirano.¿Del error? Pues del error di el antro,di las veredas oscuras:di cuanto puedas del tirano y del error. José Martí
|
|
Ciclistas semidesnudos protestan en LimaLa capital peruana fue testigo de una protesta sui generis: 300 ciclistas, hombres y mujeres semidesnudos salieron a pedir respeto a los automovilistas, frecuentemente agresores de quienes usan en bicicleta | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
| |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
| |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
El Universal LIMA Sábado 13 de marzo de 2010 14:29
Por quinto año consecutivo casi 300 ciclistas semidesnudos, y con parte del cuerpo pintado, recorrieron el sábado diversas calles de Lima en protesta por recibir malos tratos de los automovilistas y por los accidentes de los que son víctimas. Con diminutas prendas, hombres y mujeres de diversas edades, montaron sus bicicletas y se trasladaron desde la costera zona de Miraflores hasta el centro de la capital provocando la sorpresa de muchos transeúntes. ''El estado debe comprender que los ciclistas necesitamos protección, hoy estamos desnudos porque así nos sentimos frente a la ley que no nos protege'', dijo a APTN, Octavio Zegarra, uno de los organizadores del evento denominado ''ciclonudista''. ''Nosotros contribuimos con el medio ambiente porque no contaminamos, pero el estado sólo protege a los conductores de autos y además varios de los ciclistas han sido atropellados y han muerto'', añadió. No existen cifras oficiales de los ciclistas muertos en accidentes viales. Los accidentes son frecuentes debido a la imprudencia de los choferes, el mal estado de las carreteras y la informalidad que impera en el sector de los transportes. Según cifras oficiales, este tipo de percances dejan 3 mil 500 muertos y 50 mil heridos al año. |
Proyecto Varela, un Proyecto hacia la Democracia en Cuba
(Incidencias de un ciudadano gestor del Proyecto Varela)
Por: Regis Iglesias Ramírez, periodista independiente y colaborador de Carta de Cuba, hoy en prisión.
Meses después de la presentación, ante la Asamblea Nacional, del proyecto de ley conocido como Proyecto Varela, un hermano y colega me pedio que narrara nuevamente, las incidencias de aquel inolvidable día, desde mi humilde rol de ciudadano gestor del acontecimiento, gracias a que en esencia, fui uno de los 11,020 cubanos, que esa mañana desafió la represión de un régimen que por primera vez en cuatro décadas vio descompensado su reino de terror y mentira cuando miles de ciudadanos le desafiaron con su gesto liberador.
Aquel fue un momento histórico que lejos de pasar como intento opositor para alcanzar nuestra anhelada meta, la libertad, en la intención febril y heroica del momento, abrió definitivamente el camino de la lucha cívica y pacífica a la dimensión popular. Días después el régimen tambaleante paralizó el país y obligo a millones de cubanos a mostrar su adhesión al estado comunista.
Esa maniobra del totalitarismo, quedara en la historia como el intento de crear una cortina de humo que, extendiera la confusión y la desinformada en la población de la isla y en la ingenua, y en algunos casos malsana visión o interpretación de otros, que fuera de Cuba no lograron descifrar la obvia escapada del régimen que trataba de silenciar el Proyecto Varela, aunque los comunistas isleños al fin y al cabo, no se atrevieron a cambiar o anular los artículos constitucionales en los que se basa la petición ciudadana y esto, lejos de "enterrar" la solicitud de referendo, le dio nuevos adeptos en todo el país, que de esta forma se sumaron a la conquista de sus derechos. El inicio del fin, de la dictadura comunista en Cuba.
Durante las dos semanas que precedieron a la presentación, el 10 de mayo de 2002, en la Asamblea Nacional del Poder Popular, del Proyecto Varela, vivimos intensas jornadas de trabajo bajo una presión, por parte de la Seguridad del Estado, sin paralelo en los últimos tiempos. Estábamos, el grupo de personas encargado de la revisión y ordenamiento de todos los datos de los ciudadanos firmantes del Proyecto que finalmente serían la avanzada en esta gesta cívica, en medio de una férrea vigilancia que no-solo era ostensible en el parque Manila, frente a la casa de Oswaldo Payá, sino que abarcaba cuatro manzanas a la redonda. Los agentes represivos, incluso, se podían encontrar en parejas por la conocida Vía Blanca bordeando la Ciudad de los Deportes de esta capital.
Cuando alguno de nosotros tenía, por cualquier razón, que salir de la casa, inmediatamente los agentes apostados en el generalmente tranquilo y famoso parque del Cerro se nos acercaban a poco menos de cuatro metros de distancia con sus auriculares y otras técnicas de espionaje encima de ellos, tal vez para escuchar o filmar lo que hacíamos y decíamos.
Por esa tensa coyuntura fue que decidimos, ante el peligro de un potencial asalto a la casa de Payá, (como había ocurrido once años atrás cuando hordas organizadas y dirigidas por la policía política y el partido comunista invadieron el hogar del líder del Movimiento Cristiano Liberación y robaron miles de firmas que ya se habían colectado para un proceso similar de Referendo iniciado a finales de 1990, golpeando al disidente Dagoberto Capote Mesa, quien se encontraba solo en ese momento en la vivienda, y destruyendo todo cuanto encontraron a su paso, incluso una bandera cubana y un busto de José Martí); llamar a varios miembros del cuerpo diplomático radicado en La Habana y alguna que otra agencia de noticias para que pudieran ser testigos visuales de que ya estaban listas más de 10 000 firmas de ciudadanos respaldando el Proyecto Varela para ser presentadas ante el órgano legislativo de la Nación.
Tampoco podíamos olvidar que por más de un año el régimen había lanzado contra nosotros la campaña más virulenta y costosa que se recuerde contra el pacífico movimiento opositor cubano por más de una década. Todos los resortes del poder fueron desatados la represión violenta, las detenciones, las difamaciones, las amenazas, las campañas divisionistas de algún que otro individuo sin ninguna representatividad en las filas oposicionistas y sí un largo aval como elementos disociadores.
Bajo este estado represivo hemos estado trabajando por Cuba cientos de ciudadanos. Todo esto estaba en nuestras mentes la noche del 9 de mayo. Por estas razones esa noche, en una pequeña habitación de una casa literalmente cercada por las más sofisticadas técnicas de espionaje y por decenas de agentes represivos, nos reunimos, Oswaldo Payá, Antonio Díaz, Oswaldo Alfonso, Julio Ruiz Pitaluga, Ernesto Martín Fonseca, José Daniel Ferrer, Efrén Fernández, Jorge Colmenero y yo para decidir los pormenores de la presentación, la mañana siguiente, del Proyecto Varela en la sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Nuestra voluntad era inquebrantable porque millones de cubanos han puesto sus esperanzas de libertad en este Proyecto, aún desde sus silenciosas simpatías. No podemos fallarles.
La mañana del 10 de mayo Antonio Díaz Sánchez partió temprano hacia la sede de la Asamblea Nacional con el objetivo de asegurarnos que estarían abiertas a la población las oficinas de atención a los ciudadanos. No podíamos llegar y encontrarnos ese día la Asamblea Nacional cerrada. Una vez que estaba confirmada esa información ya sabíamos que podíamos encaminarnos al lugar. Osvaldo Alfonso Valdés se trasladó al Vedado para informarle a la cadena televisiva CNN que partiríamos a las 10 y 30 PM a presentar el Proyecto y contábamos con esa corresponsalía para informarle al mundo en vivo las incidencias desde el momento que saliéramos del Cerro. Alfonso se dirigía después hasta la Asamblea Nacional y nos esperaría al igual que Antonio Díaz cerca del lugar.
Cuando todo estaba confirmado esperamos la llegada de CNN y revisamos los documentos que entregaríamos, una vez más, para que nada quedara olvidado. El equipo de reporteros llegó a la casa a las 10 menos cuarto de la mañana y les explicamos nuestro objetivo. Yo me puse una camisa que había llevado escondida en mi maletín para no levantar sospechas, pues incluso la vestimenta podría delatar el evento, y esperé que Oswaldo me avisara mientras echaba una ojeada a los materiales y pensaba en todo el esfuerzo y sacrificio de tantos cubanos para llegar a ese día dichoso. Llegó el momento y nos reunimos en el centro de la sala de la casa de Josefina Payá, nuestra querida tía "Beba", Miguel Saludes García, quien luego de nuestra partida avisaría a las demás agencias de prensa y atendería las llamadas telefónicas; Jorge Colmenero , que iría conduciendo el automóvil con nosotros a la Asamblea; Efrén Fernández Fernández, el propio Oswaldo y yo. Miguel hizo una hermosa y patriótica oración y nos despedimos con un fuerte abrazo. Oswaldo pidió a Jorge que pusiera en marcha el motor del vehículo y una vez que lo hizo Efrén nos acompañó cargando una de las cajas que contenía las firmas del Proyecto Varela. Fue un momento de tensión, no sabíamos cuál sería la reacción de Seguridad del Estado cuando se percatara de lo que estaba ocurriendo. En la esquina de Peñón y Ayuntamiento, en casa de Payá, Julio Ruiz Pitaluga, José Daniel Ferrer y Ernesto Martín Fonseca esperaban nuestra partida para escoltarnos en el recorrido. Ellos se mantendrían a una distancia prudencial y de haber ocurrido algún incidente con nosotros en la Asamblea ellos deberían retirarse y avisar a todos lo que ocurriría. Solo Oswaldo, Antonio, a quien recogeríamos antes de llegar a las oficinas del órgano legislativo, y yo enfrentaríamos lo que pasara. No podíamos arriesgarnos a un show montado por la policía política que complicara a nuestros hermanos de lucha, más necesarios en el momento crítico para continuar hasta el fin nuestra causa, que sacrificándose heroicamente pero sin mucha efectividad en una escaramuza pasajera que habíamos decidido nosotros asumir llegado el caso.
Nuestro automóvil fue seguido todo el recorrido por varios vehículos de Seguridad del Estado. En un momento de tensión Jorge Colmenero tomó contrario al tráfico en la populosa avenida 26 de Nuevo Vedado, sin más consecuencias que la protesta airada de otro conductor que venía en dirección opuesta a nosotros. En calle 44 Oswaldo decidió hacer un alto para chequear a nuestros perseguidores. Nos bajamos del automóvil él y yo e hicimos como si revisábamos los neumáticos. Un agente rápidamente se acercó corriendo hasta donde estábamos y cruzó a la acera opuesta cuando se percató que estábamos observándolo. Subimos una vez más al Chevrolet 57 de Colmenero y ya no nos detuvimos más hasta la entrada principal de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Una ola de periodistas se lanzó sobre nosotros cuando se bajó del automóvil. Detrás bajábamos Antonio y yo con las dos cajas que contenían las boletas de firmas. Oswaldo declara: "Vinimos a presentar el Proyecto Varela, después hablaremos. Ahora vamos a presentar las firmas, más de 11 000", y continuamos nuestra marcha hacia la entrada lateral del edificio donde se atiende a la población. Alcé mi puño haciendo con mis dedos índice y pulgar la señal de LIBERACIÓN. Decenas de curiosos, de periodistas, agentes represivos y siete oposicionistas más involucrados en la "operación" contemplaban la escena, algunos con incredulidad, otros con odio, la mayoría con esperanza y felicidad. "He esperado para ver esto 42 años", dijo Julio Ruiz Pitaluga, quien pasó 24 años en las cárceles de Castro y aún vive en la Isla.
El portero de las oficinas legislativas reconoció a Antonio y lo saludó. Otro individuo vestido de custodio preguntó cuantos éramos los que entraríamos, luego que Oswaldo le comunicó el motivo de nuestra presencia en el lugar. "Tres, somos tres", respondió el líder de Liberación. Subimos los pocos escalones del local y nos invitaron a pasar a un pequeño salón que nos quedaba a la izquierda.
Allí esperamos que llegara una funcionaria que se identificó como la licenciada Columbié Lugo, que nos atendería por estar ausente en ese momento la Diputada encargada del Departamento de Atención a la Población. Le explicamos el motivo de nuestra presencia y le entregamos las dos cajas con las boletas de firmas, un listado con los nombres y datos generales de cada firmante, la Fundamentación Legal del Proyecto Varela (con una copia). La licenciada correspondió a nuestra cortesía y al pedirle que nos firmara un duplicado de la carta al Sr. Alarcón accedió gentilmente estampándole el cuño oficial de dicho órgano legislativo sobre su firma. Nos despedimos de la Lic. Columbié Lugo, de las personas que se encontraban en el recibidor del edificio y comenzamos a bajar los escalones de la entrada a las oficinas en medio del "asalto" de preguntas de la prensa que ansiosa aguardaba en la acera nuestra salida. Varias docenas de curiosos se aglomeraban en la calle.
No pudiera ordenar todas las imágenes y fugaces pensamientos que pasaban por mi mente. Ahora trataba de echar un vistazo a las personas que se encontraban en la calle. Miraba sus asombrados rostros, sus gestos y trataba de adivinar sus mímicas. Pude alcanzar a ver a Ernesto Martín, a José Daniel, y a Ricardo Montes entre el numeroso grupo, ellos eran parte de nuestro apoyo. Miré el rostro del portero de la Asamblea y de algún que otro empleado de la misma, vigilados de cerca por los agentes represivos, que nunca faltan, y aunque no podría afirmarlo me pareció que también estaban felices.
Trataba de grabar en mi memoria cada palabra, cada alegría, cada gesto afectuoso. Miraba a Oswaldo, y no se me pasaba la tensión de la responsabilidad que me impuse por su seguridad pasara lo que pasara e iguales sentimiento tenía Antonio.
Cuando llegó el momento de la partida nos movimos rumbo a la avenida 42. íbamos Oswaldo y yo flaqueando a un muy emocionado Ruiz Pitalua. Detrás venían Antonio, Osvaldo Alfonso y su esposa, la periodista Claudia Márquez. Caminábamos hacia el automóvil de Jorge. El tráfico se detuvo en ambas direcciones de la avenida para hacernos paso. Oswaldo anunció a la prensa, que aún nos acompañaba media cuadra después, que salíamos hacia la Iglesia de La Inmaculada para dar gracias a nuestra amada Virgen. Hasta allí nos siguieron los reporteros y pudieron captar la sencilla pero emocionante presentación, ante el altar de la Madre de todos los cubanos, de nuestra Declaración, leída por Oswaldo. Todos fueron testigos de las muestras de simpatías y la alegría que suscito en los presente, dentro y fuera del Templo, el conocer lo que habíamos hecho. Nunca olvidaré lo que una joven transeúnte exclamó, mientras nos cruzábamos en la acera, al escuchar lo que Oswaldo le declaraba a unos periodistas. Les comentaba el líder del Movimiento Cristiano Liberación que en Cuba hasta ahora los cubanos no teníamos derechos y que solo reclamándolos, todo el pueblo, podríamos construir una sociedad justa y libre. La muchacha pasando en ese momento por nuestro lado, acompañaba de una amiga sin detener su marcha exclamó: "Eso es verdad".
Finalmente quisimos visitar a nuestro hermano Vladimiro Roca, quien hacía solo unos días había salido de la celda en que lo mantuvieron encarcelado los enemigos de la libertad durante cinco largos años lejos de su amada esposa y sus compañero de lucha.
No habíamos podido ver a Vladimiro por estar literalmente "acuartelados" en casa de Oswaldo contando y revisando cada una de las firmas que presentaríamos del Proyecto Varela. Por cierto como Vladimiro estaba en la cárcel no había podido firmar personalmente el Proyecto y cuando le comunicamos la buena nueva de la presentación en horas de la mañana exclamó: "Bueno la mía encabezará las próximas 11 020".
El resto de la tarde y parte de la noche fue intenso en entrevistas y abrazos fraternales con nuestros hermanos de lucha, que con su sacrificio, su constancia, su fe en la victoria y amor por Cuba, tomaron como suyo, "hasta la libertad y la democracia en nuestra patria", el Proyecto Varela. La Historia recién comienza, el camino por llegar al definitivo día de la liberación ya está trazado y se comenzó a transitar por los cubanos.
Ahora seguirán reprimiéndonos, seguirán intentando confundir a la opinión pública y a los cubanos con maniobras disociadoras y divisionistas que a nada llevan como no sea a intentar mantener este bochornoso estado tiránico. Pero este pueblo, del que es gloriosa avanzada los 11 020 cubanos que ya dijeron: "tenemos derecho a los derechos", ya muestra orgulloso al mundo se resolución y esa esperanza, esa fuerza poderosa, sostenida por el Cielo, es la fuerza tangible que desafió desde ahora y para siempre, hasta el final, a la dictadura y no le podrá detener ningún sicario, traidor, ni ningún pusilánime. Esto acaba de empezar.
(vía www.PayoLibre.com)
El mes de mayo fue significativo para un hombre que pasó a la historia por su valor y su firmeza. Nació un día 13 de ese mes en el año 1931. Nació para ser líder. Nació para ser un mártir, y su nombre jamás podrá ser olvidado. Como tampoco el de otros tantos hombres y mujeres que han quedado en este largo camino que ha sido la lucha por la libertad de una pequeña isla llamada Cuba, pero grande para todos los que la quieren, y la quieren libre, por sobre todas las cosas.
Pedro Luis Boitel, el joven humilde y estudioso, talentoso y dedicado. Tenaz y rebelde hasta las últimas consecuencias. Quien no pensaba en sí mismo, sino en Cuba. En la patria que lo vio nacer…y morir.
El Boitel que luchó contra el gobierno de Batista, pero que al mismo comienzo de la llamada revolución supo darse cuenta de que era traicionado. No solo él, la traición era para todos. Incluso, para los que habían dado su vida. Quien, a pesar de los ofrecimientos y las amenazas, decidió ir a elecciones universitarias sin miedo, porque nunca supo lo que era el temor. Al que evitaron el triunfo porque el absolutismo de los hermanos Castro no podían permitirle ganar. Su carisma, su inteligencia y responsabilidad fueron su sentencia. Su perseverancia y su condición de líder, su muerte.
Boitel, quien intentara fugarse de la tristemente célebre cárcel de Isla de Pinos y fuera capturado para soportar torturas, golpizas y vejaciones. El que realizara innumerables huelgas de hambre para protestar por las condiciones infrahumanas a que estaban sometidos los presos políticos. El cabecilla natural que no permitía las injusticias. Que ni los golpes, ni los encierros en celdas tapiadas de castigo lograron doblegarlo. El que nunca renunció a su libertad porque su estirpe de hombre soberano no creía en encierros injustos. Siempre fue libre, a pesar de los barrotes. A pesar del horror y del frío, del dolor y del hambre, de los bayonetazos, las patadas y el rencor con colores verde olivo. A pesar de los años que se acumularon con juicios sumarios e ilegales dentro de la prisión.
Boitel supo luchar donde es casi imposible. Donde la muerte acecha de manera constante. Donde la vida vale menos que nada y el sufrimiento es parte exclusiva del ser humano. Supo batallar hasta el final. Hasta donde pudo su cuerpo -ya golpeado y enfermo- resistir. Hasta donde sus fuerzas dijeron ¡basta! Nunca se doblegó. Nunca pidió indulgencia. Fue fiel a sus principios hasta el fin.
“Los hombres no abandonan la lucha cuando la causa es justa”. Y cumplió con sus palabras. Cumplió con su propia conciencia. Con su vida joven y llena de amor por los suyos. Sufría por el dolor que provocaba a su madre, quien tratando infructuosamente de protegerlo, dormía en las afueras de la prisión. Acompañándolo en sus huelgas interminables. Amparándolo de la muerte que al final se lo arrebató de sus brazos protectores llenos de ternura que no pudieron abrazarlo en sus peores momentos, porque el odio fue más fuerte. La soberbia de un sistema dominante y enfermizo pudo más esta vez.
“El flaco”, como lo llamaban cariñosamente sus amigos y compañeros de cautiverio, demostró una fuerza física asombrosa, pero su última huelga de hambre, que duró 53 días, fue demasiado para su ya gastada salud. Las golpizas y otras tantas huelgas habían deteriorado demasiado su cuerpo. Días tristes, de dolor. Inmersos en la muerte que llega lentamente y prolonga la angustia. Sus compañeros de galera saben que es inminente la pérdida. Lo cuidan, lo atienden de forma constante. Se turnan para vigilar su respiración lenta y agónica. La impotencia predomina en un lugar donde nada se puede hacer. Donde morir es parte de la vida diaria, con el beneplácito de un mundo deshumanizado y preocupado por cosas banales porque dicen que en Cuba todo está bien. Un bochorno perpetuo para la humanidad.
Boitel, no solo batalla contra la muerte, batalla también contra oficiales de la Seguridad del Estado que lo visitan para intentar conversar con él. No hay acuerdos. Nadie cede. Sus exigencias son negadas. Sus derechos humanos siguen violados y se aferra aún más. Se consume lentamente y la agonía crece por minutos, por horas, por días. Soporta el dolor como nadie. Orina sangre, vomita la bilis de un cuerpo que apenas vive de sus propias reservas. Desmayos constantes al menor de los esfuerzos. Energías que se pierden a medida que el tiempo avanza ineludiblemente. Su voz se apaga. La quietud de su cuerpo consumido y maltrecho tiene un inmenso parecido con la muerte. Pero todavía respira.
El sistema que dice respetar los derechos humanos dejará morir a un hombre. No le prestan atención médica. Decididamente la orden es dejarlo que muera. ¡Uno menos! No cuentan con la historia que lo reconocerá como un mártir. “No pretendo la muerte, pero tampoco la rehuyo”. Se extingue como el sol al ponerse en una tarde triste. ¡Quieren matarlo! Y lo están logrando. Son órdenes del Ministerio del Interior, del propio gobierno. Tendrán que pagar por todo esto algún día. No es venganza. Es simplemente justicia. A exigencia de sus compañeros de galera se lo llevan ya inconsciente y frío, con la respiración lenta. Esperan le den atención médica para evitar su fallecimiento. Supuestamente lo hospitalizarían.
Según presos que conocieron su final, a Pedro Luis Boitel le negaron el cuidado médico para su vida a un corto paso de la muerte. En esas condiciones espantosas fue golpeado, maltratado por infames canallas que desconocen la compasión por un ser humano. Hay que ser muy cobardes y ruines para abusar de alguien en esas circunstancias. Su vida se apagó como la llama de una luz en las tinieblas, pero solo físicamente. Porque renació con fuerzas en el espíritu de todos los prisioneros políticos que continuaron entrando a las mugrientas cárceles castristas, las que nunca han dejado de estar llenas porque las tiranías solo entienden de represión y de muerte. Otros presos también murieron de la misma forma. Nunca han dejado de torturar a quienes se rebelan con la dignidad tan alta como el cielo.
Ni el derecho a un entierro como es debido. Ni el derecho a llorar a una madre a quien le informaron fríamente dónde se encontraba su tumba. Atropellos y amenazas fue todo lo que recibió quien lo trajo al mundo, quien hubiera dado su propia vida por evitar su muerte. La madre, que no cesó de escribir al mundo y denunciar lo que estaba pasando con su querido Pedro en una época de florecimiento castrista, cuando casi todos hacían reverencias a Fidel Castro, apoyado por la potencia comunista de la tierra y sus acólitos.
El mes de mayo vuelve a ser significativo para su vida. Esta vez se trata de su muerte. El día 24, luego de casi tres meses sin probar alimentos deja de existir sin haber recibido el mínimo de atención. Lo dejaron morir sin ponerle un suero para revivirlo, para traerlo de ese mundo lejano que todos conoceremos un día, pero que no era preciso ir en ese momento. Tenía mucho por hacer. Tenía 41 años recién cumplidos.
Pero Boitel después de su muerte sigue vivo en las organizaciones opositoras que llevan su nombre, que resisten los embates de una represión que no cesa. Pedro Luis Boitel está en la mente y en la sangre de cada cubano que se opone al sometimiento y lucha a diario para lograr la libertad de Cuba. En cada prisionero político que soporta con decoro y vergüenza en las inmundas cárceles que un día se abrirán para no tener adentro a más presos por ideas, porque las ideas no se encarcelan. Tampoco mueren.
CAMPAÑA CUBANA POR LA LIBERTAD DE PRISIONEROS DE CONCIENCIA
http://www.payolibre.com/presos.htm
"Acuérdate de los presos como si tú también lo estuvieras" Hebreos 13-3
28 de febrero de 2010 - PP
El diputado del Grupo Popular, Jorge Moragas, ha aseverado que Moratinos “tiene que comparecer de manera urgente y romper con la bipolaridad que se puso de manifiesto tras la muerte de Orlando Zapata Tamayo entre el Presidente del Gobierno, sus declaraciones y las propias del titular de Exteriores”.
En opinión del dirigente del PP "este doble lenguaje perjudica gravemente la imagen de España ante el pueblo cubano y la posición de la Presidencia Europea". En este sentido, Moragas consideró que esta comparecencia es necesaria "para que concrete la posición actual con respecto a la posición común de la Unión Europea que liga el diálogo crítico con el régimen al respeto a los Derechos Humanos".
Jorge Moragas ha señalado que el ministro Moratinos tiene que explicar cómo piensa ofrecer ayuda a los presos de conciencia y a los disidentes cubanos que se encuentran en huelga de hambre en Cuba, así como "que comprometa gestiones diplomáticas para ayudar a salvar sus vidas sin descartar la conveniencia de que alguno de ellos sea voluntariamente trasladado a España".
Finalmente, Moragas en su nombre y en el del Partido Popular ha manifestado su más profunda preocupación por la vida de los presos de conciencia en huelga de hambre y de los disidentes que se encuentran en esta situación "especialmente el caso de Fariñas, cuyas condiciones físicas nos consta que son muy precarias".
Sábado, 27 de Febrero de 2010 por Pablo Pacheco
He intentado, una y otra vez, escribir sobre un gran cubano pero no logro aceptar que Orlando Zapata Tamayo ya no esté entre nosotros. La semana pasada escribí un artículo donde trataba de llamar a la reflexión donde temía un desenlace fatal paraeste patriota. Después hablé con Yarai Reyes, esposa del prisionero de conciencia Normando Hernández González. Ella como siempre me explicó los detalles y lo que escuchó por Radio Martí sobre el funeral. Sentí una emoción difícil de narrar al escuchar lo declarado por Reina Tamayo a la prensa. Otra madre cubana que pierde un hijo en las prisiones de este país, con el agravante de su condición de preso de conciencia, reconocido como tal por Amnistía Internacional.
Me informaron de las declaraciones del presidente de Cuba, el general de Ejército Raúl Castro Ruz. No confío en él, como tampoco creo en la sinceridad de sus palabras al lamentar la pérdida de una vida humana. El hermano del líder de la Revolución cubana no ha movido un dedo a favor de quienes amamos a Cuba desde un perfil diferente al de los comunistas. Además, al estar privados de libertad, algunos padecemos de enfermedades crónicas adquiridas en prisión. Existen incluso casos en peligro de muerte. Soy un fiel investigador de la historia de mi patria y no recuerdo en la feroz dictadura de Fulgencio Batista un caso similar al de Zapata Tamayo. Es
posible que los responsables de la desaparición física del disidente no encuentren sosiego en el tiempo de reposo. No imagino cómo podrán ahora mirar la cara de sus hijos y nietos. Es una responsabilidad demasiado fuerte para la conciencia humana.
Hoy debo agradecer a la gestión de la Iglesia Católica para acompañar en sus últimos momentos a este hermano de lucha. La máxima dirección del país no tuvo compasión con ese hombre. Quiero preguntar a los responsables, ¿qué han ganado, acaso es suficiente para ustedes aferrarse al poder pagando un precio extremadamente innecesario? Hoy la patria de José Martí está de luto, el odio y la intolerancia cercenaron la vida de una persona de sólo cuarenta y dos años. Perdónalos, Dios mío, han perdido la noción del deber. La comunidad internacional ha criticado el hecho, les aseguro que eso no basta. Es impredecible hasta dónde pueden llegar los dueños absolutos del poder.
Supimos lo ocurrido a Orlando Zapata Tamayo, pero lo honramos en cada unos de nuestros corazones, con la convicción de que Orlando Zapata Tamayo vive. Su legado es un punto de partida para las nuevas generaciones y una vergüenza sin límites a los que podían hacer por él y no hicieron. Hemos llegado al tiempo de gritar, el silencio es cómplice de la injusticia. Basta ya de odio, basta ya de rencor, basta ya de intolerancia y maldad. Amémonos y así honraremos a Orlando Zapata Tamayo, símbolo indiscutible de una Cuba futura libre, independiente y democrática.
Pablo Pacheco Ávila
Etiquetas: cambios, castro, celular, cuba, dictadura, habana, miami, orlando, socialismo, tamayo