Dr, Darsi Ferret
Miami, Florida. 22 de octubre de 2013.
El mismo personaje gris que en el 2008 anunció lo del famoso vaso de leche para los ancianos y que a esta altura sigue como Matias Pérez sin aparecer en la dieta de los cubanos, ahora suelta a boca de jarro que mandará al paredón de fusilamiento la doble moneda. O sea, según sus nuevas promesas, el actual timonel del régimen castrista volverá a poner en circulación una sola moneda, y acabará con la dicotomía monetaria del peso y el cuc.
Si algo le sobra a los hermanos Castro es la falta de escrúpulos a la hora de mentir. La cubana es una economía dolarizada y muchos productos básico como el pollo, el aceite o la ropa, se venden en la isla a precios más caros que en los propios EEUU, donde el salario mínimo supera los 7,50 dólares la hora.
El salario promedio de los trabajadores en la isla ronda los 13 o 14 dólares al mes. Así tenemos que dos kilogramos de pollo o carne de puerco, dos libras de aceite vegetal, un paquetico de dos libras de detergente, dos cervezas y una cajetilla de cigarros factura el salario que perciben en un mes muchísimos trabajadores. A pesar de ese pauperrimo nivel adquisitivo, las tiendas adolecen del suministro de productos hasta de los más esenciales, y a veces en los establecimiento de venta a la poblaciónno no se encuentran productos como las frazadas de piso, sal o huevos.
Ahora supongamos que se eliminan los cuc y que todos los productos se empezaran a comercializar en pesos, entonces una pastilla de jabón costaría entre 25 o 30 pesos, casi el doble de lo que gana un trabajador al día. Si desaparece el peso y se mantienen los cuc, entonces el salario de muchos trabajadores pasaría a ser oficialmente 13 o 14 cuc al mes.
La otra variante que queda es eliminar ambas e imprimir otra moneda distinta que sería el resultado del aumento del valor del peso y la disminución del valor del cuc. Esto pareciera muy lógico y ajustado pero traería algunos problemitas. Implicaría incrementar al doble o al triple el poder adquisitivo de los 5 millones de trabajadores y, por tanto, en cuestión de horas colapsaría el abasto de los escasos productos existentes en las tiendas del país. Ese incremento de la capacidad de compra del pueblo se vincularía a una disminución de lo que ingresa el gobierno por concepto de ventas, pues al apreciar la moneda y elevar el poder adquisitivo del dinero, el valor de sus mercancías se estaría depreciando, ya que se estaría vendiendo al mismo precio que en la actualidad.
Es más que conocido que la carencia de productos que afronta de modo crónico el gobierno es resultado de su insolvencia económica que le imposibilita importarlos. Y tampoco cuenta con la posibilidad de créditos, pues le debe a las 11 mil vírgenes y cada día está más ahogado en su descalabro financiero.
Se puede concluir que unificar ambas monedas no es posible a través de una medida política, sino que depende 100% de un basamento económico del que carecen los Castro. Solo sería posible con un nivel de productividad y un desarrollo económico que respalde esa acción. Lo demás es cuento de camino y titulares de la prensa amarilla que de cualquier maya saca un ratón.
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