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La policía, por encima de la ley
PUERTO PADRE, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -La marea de arrestos arbitrarios no desciende en esta isla, aislada no sólo geográficamente. En tanto nación -un término etnológico a la par de raza-, somos los cubanos un pueblo aislado y, después, segregado.
En posesión de una lengua, una literatura, una tradición histórica común y con unas costumbres y conciencia de lo lícito y de lo ilícito, permanecemos sujetos, más que a leyes, al acomodo de quienes mantienen un ejército de policías pasando sobre sus propias legislaciones.
Conocido es el derecho consuetudinario, que consiste esencialmente en que la costumbre es fuente de ley. Pero en el caso de Cuba, ¿qué representan las costumbres universalmente aceptadas ante la ley?
En cualquier lugar del mundo, cuando un ciudadano es arrestado, es costumbre, aceptada como fraternal, que familiares y amigos vayan a la policía a interesarse por el detenido.
Pero vivimos en Cuba, y aquí la policía asume como un desafío a su autoridad, que alguien vaya a interesarse por un detenido bajo sospecha de disidencia. Y cuídese usted de preguntar en qué ley se amparan para maltratar al interesado.
Recientemente un grupo de personas fue detenida en La Habana por el simple hecho de indagar las condiciones del arresto de alguien de los suyos, una abogada nada menos, arrestada sin culpa y sin causa. ¿Es que interesarte por la suerte de los tuyos es un delito registrado en la ley de procedimiento penal? ¿O será papel mojado la ley de proceder en Cuba?
“A instancia del detenido, o de sus familiares, la policía o la autoridad que lo tenga a su disposición informará la detención y el lugar en que se halle el detenido”, dice el artículo 244 de los procedimientos penales cubanos. Luego, ¿por qué la policía política prohíbe preguntar por un detenido en Cuba? ¿Por qué razón el que pregunta, queda también arrestado?
No es este el único quebrantamiento de ley por parte de las autoridades cubanas. Ojalá lo fuera. Ya son tantos los desafueros, que acerca de ellos bien pudieran escribirse varios tomos titulados “Muestrario del ultraje”.
Solo un ejemplo: Damas de Blanco, activistas de derechos humanos, blogueros, periodistas independientes, disidentes y toda suerte de opositores políticos son detenidos en Cuba bajo el rótulo de ”mercenarios al servicio del imperialismo yanqui”. Invariablemente, a cada detenido le ocupan teléfonos móviles, cámaras fotográficas, grabadoras, libros o simples cuadernos de apuntes y, en demasiadas ocasiones, estos objetos son decomisados extrajudicialmente.
En concordancia con el artículo 135, de la Ley de Procedimiento Penal, en caso de esos objetos ser de lícita tenencia, la autoridad que los ocupe está en la obligación de, a solicitud del interesado, extender recibo de ocupación de los mismos.
“Yo no tengo que darle ningún recibo a usted”, es la respuesta emitida a cada una de estas personas, cuando exige a los policías el cumplimiento de los procedimientos penales.
Aunque en teoría los policías cubanos no pueden violar las leyes a su antojo, bien sabemos que en la práctica si lo hacen. Un bien aceitado engranaje de control interno, contrainteligencia militar, fiscalía y tribunales militares los mantienen alejados de delitos políticamente incorrectos. Pero el acoso a insumisos está dentro de las reglas del juego. Para nosotros están las leyes que castigan, no las que protegen los derechos ciudadanos.
Y por supuesto, para eso están los policías: Para hacernos vivir en esta isla como náufragos en un islote.
Las múltiples violaciones cometidas por el régimen sobre ciudadanos pacíficos, durante estos días, cuando solo indagaban ante las autoridades, viene a confirmar nuestro desamparo, valga decir nuestro naufragio.
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