EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
"se financian con el narcotráfico, asesinan, extorsionan, secuestran, intimidan, reclutan niños y siembran minas antipersona; es decir, su actuar es todo un monumento a la violación de los Derechos Humanos, un elogio a la infracción de las normas del Derecho Internacional Humanitario. Los señores de las FARC se han empeñado en ahogar a Colombia en sangre con una lucha armada que seguramente tuvo pretensiones sociales algún día pero con el tiempo y las barbaridades de sus métodos se ha degradado hasta tal punto que merecen el repudio total"
Las FARC Protecto Castrista para Inundar y destruir a la Sociedad norteamericana con el Vicio y la Droga
Ellos y Nosotros
Se equivocan El Tiempo y los medios afirmando que la mayoría de colombianos queremos la paz. ¡Qué irrespeto! Los que soñamos con la paz de Colombia somos todos.
Sin embargo, un grupo de nosotros no entendemos la lógica del gobierno en su embeleco actual de la mesa de negociaciones con las FARC ¿Quiénes vamos a negociar? ¿Qué es lo que vamos a negociar? Hasta donde sé, los actores sobresalientes de este conflicto (si es así que se empeña en llamarlo nuestro gobierno) somos dos. Por una parte, todos los ciudadanos colombianos que tenemos unas instituciones democráticas y hacemos parte de un Estado de Derecho que respeta las libertades individuales; además reconocido internacionalmente. Por supuesto también tenemos falencias e intentamos resolverlas a diario por vía de la democracia y la institucionalidad. Gracias a la legitimidad de nuestra Constitución dictada por el conjunto de los sectores de nuestra sociedad. La otra parte está conformada por unos señores que se hacen llamar las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo. ¡Vaya contradicciones! Los últimos, se financian con el narcotráfico, asesinan, extorsionan, secuestran, intimidan, reclutan niños y siembran minas antipersona; es decir, su actuar es todo un monumento a la violación de los Derechos Humanos, un elogio a la infracción de las normas del Derecho Internacional Humanitario. Los señores de las FARC se han empeñado en ahogar a Colombia en sangre con una lucha armada que seguramente tuvo pretensiones sociales algún día pero con el tiempo y las barbaridades de sus métodos se ha degradado hasta tal punto que merecen el repudio total de Colombia y del mundo.
A través de la historia hemos sido blandos con ellos; no hemos sido capaces de ejercer la soberanía y el control territorial sobre todos nuestros propios territorios (lo que es además un deber constitucional e interés supremo del Estado), con contadas excepciones como en los gobiernos de la Seguridad Democrática de Uribe y del Estatuto de Seguridad de Turbay; y les hemos dado la mano, sin importar cuánto daño nos han hecho, para darles la bienvenida a la vida civilizada en varias ocasiones: para recordar, los procesos de “paz” de los Presidentes Betancourt y Pastrana. Pero se han seguido burlando de nosotros y hemos vuelto a caer. No nos convence el nuevo proceso de negociación del gobierno Santos y no porque no queramos la paz, sino porque no olvidamos nuestra historia. Si Turbay tuvo su Betancourt, parece que Uribe está teniendo su Santos. Y el país sigue como una veleta loca, sin rumbo, sin saber para dónde vamos. Y al que no sabe para dónde va, cualquier bus le sirve.
Está bien, digamos que vamos a negociar ellos y nosotros. Aunque a espaldas del pueblo y a escondidas (como quien se avergüenza de todo lo que se engulló) ya el actual gobierno en esas nos metió. ¿Quién le ha dado la legitimidad a las FARC – EP para negociar con nosotros? ¿El gobierno? Voy más allá: ¿Quién le ha dado la legitimidad al gobierno para sentarse a negociar? ¿Quién ha autorizado a Santos para invitar a dialogar a quienes tienen como deporte asesinarnos? El señor Juan Manuel Santos consiguió en las urnas nueve millones de votos que lo hicieron Presidente en la segunda vuelta de las pasadas elecciones. Si, la votación más alta de la historia. Pero me atrevo a afirmar que ninguno de esos votantes lo hizo pensando o aprobando un proceso de negociación con los delincuentes mencionados. Por lo tanto, en lo que respecta, el Presidente tampoco tiene legitimidad.
Ellos y nosotros no tenemos lugares comunes. Nosotros decidimos en conjunto, votando; ellos reciben y dan órdenes con fusil. Nosotros emprendemos, generamos riqueza y producimos empleo; ellos secuestran e impiden el desarrollo.
Seguramente quieren negociar también nuestros modelos económicos, sociales y políticos, pero: ¿Reemplazaremos a nuestros empresarios por sus narcotraficantes? Aunque queremos y merecemos una mejor clase empresarial y productiva, con más responsabilidad social, ellos no son quienes tengan la superioridad moral para imponernos otra realidad. Con la posibilidad de hacerlo ¿quieren instaurar el modelo social insostenible de Cuba o Venezuela en nuestros territorios? No creo que sea viable justo cuando vamos mejorando nuestros indicadores. Aunque lo hacemos muy lentamente, estamos saliendo del hueco, cada vez generamos más riquezas, más empleos, hay menos pobreza. Hemos demostrado que se puede y es por eso que debemos ser responsables, eficientes y eficaces. Además, no tenemos los recursos del petróleo con que pueblos vecinos se permiten el mal manejo del país. ¿Queremos acaso tener gobiernos vitalicios y concentradores absolutos del poder al mejor estilo de los amigos de las FARC? ¿Queremos ver al señor alias “Timochenko” en los tarjetones electorales del futuro? No, lo que queremos es que ellos se sometan a nuestra Constitución justamente. Que entreguen las armas, que no asesinen ni secuestren más.
Inclusive, como en procesos similares, podemos pensar en disminuirles las penas, pero por Dios: ¿Amnistiarlos completamente como quieren? ¡No sean tan descarados de pedirnos que no haya acción penal para tales joyitas! Eso sería rendirnos. Eso sería claudicar. Eso sería decirles que Colombia definitivamente no funcionó, que nos quedó grande y que nos tocó entregarles a ellos el control del país.
Preocupa que los dirigentes de todos los sectores de la sociedad se hagan los sordos ante tales acontecimientos o, peor aún, que los promuevan. Preocupa que el Fiscal General de la Nación (encargado de perseguir, investigar y encarcelar a los bandidos) diga que prefiere ver a alias “Timochenko” en el Senado. Preocupa que los periodistas generen “el ambiente de la paz”. Preocupa que las FARC se dé el lujo, como lo ha hecho otras veces, de escoger al Presidente de Colombia. Aunque parece que este nuevo caballito de batalla de la “paz” le servirá a algunos no solamente en Colombia sino también en Venezuela. Preocupa también que a los escépticos nos tilden de guerreristas o enemigos de la paz.
Queremos seguridad para Colombia y seguridad no es más que el estado de la paz, pero conseguida justamente. Dios quiera que Colombia consiga la paz y pronto. Pero no soportamos otro engaño, una burla más. No la queremos entregando lo que hemos construido a quienes han querido destruirlo.
Decía Sir Winston Churchill que la democracia bien entendida se trata de la unión de todos mediante el liderazgo de los mejores. Y seguramente estos señores del mal no tienen derecho a creerse los mejores.
Por Juan Pablo Echeverry Nicolella
@JPEcheverry
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