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Marti por siempre!!

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domingo, 28 de febrero de 2010

LA LEY DEL SILENCIO

LA LEY DEL SILENCIO

Para la izquierda en Latinoamérica es duro lo que leen y escuchan en los noticieros, no lo pueden creer, que en el país de sus sueños y esperanzas de un mañana mejor, en el país de sus ídolos y su Comandante invencible, sucedan estas cosas, tan del mundo capitalista. Asi quedan los creyentes cuando pierden sus altares, en mutis total.


Zulema Reyes dijo que la policía política bromeó. «Les tengo una noticia buena y otra mala: la buena es que está en el hospital de Ameijeiras; la mala es que se está muriendo».(Según fuentes del propio hospital, personal de salud, han manifestado que a Orlando Zapata Tamayo, lo trasladaron muerto desde la enfermería de la Prisión del Combinado del Este y todo fue un parapeto con los médicos civiles del hospital que tuvieron que violar su juramento profesional para cubrir la farsa muerte). Luego está el voluntariado civil, que hace lo que puede. Controla cualquier arritmia sedicente y, como apéndice de la burocracia, es perfectamente corruptible. Las redes de información cubren la isla y fluyen hacia arriba. Por eso resulta normal que la mayoría de los cubanos sean ajenos a lo que sucede y la única libertad de pensamiento se cobije en los blogs. No es de extrañar que el entierro del pobre Zapata pasara desapercibido y asistieran apenas trescientas personas, obligadas a burlar un verdadero estado de sitio. De ahí que no haya que esperar gran cosa de la población. En un sistema que ha sobrevivido a los momentos terribles del bloqueo, la ausencia dramática de alimentos tantas veces racionados ha convertido a la sociedad en inexpugnable.

Aun así existe un antes y un después de la muerte del bravo disidente negro. El mundo ha vuelto los ojos hacia Cuba y reaccionado frente a la noticia vulgar, por repetida, de que aún quedan otros doscientos presos de conciencia que penan su oposición al régimen. Pertenecen a nuestro mundo. Y lo que es peor, los ciudadanos no hemos movido un músculo frente a la tardía reacción de nuestras autoridades. Perdida la autoridad moral de las primeras horas, el presidente español y de la UE condenó por fin el lento asesinato de Zapata. Su agonía no comienza hace 85 días sino al ser detenido en diciembre de 2002. Rompe los esquemas que Lula, autoridad moral que lidera una alternativa ética para Latinoamérica, permaneciese mudo ante las autoridades del régimen. Y tampoco he oído hablar de que movimiento popular alguno haya convocado manifestaciones de protesta. Frente al argumento progre de que EE UU es el culpable de todo.

Confiamos en que el régimen evoluciona al conocer que Castro, a sus 83 años, muestra señales de recuperación. O eso dice el reverendo Lucius Walker, fundador de un grupo religioso en Nueva York; antiguo revolucionario que hoy ocupa una villa en La Habana con piscina y gimnasio. O cuando Cristina Kirchner le oye decir de Obama que es «sincero», «tiene de él una buena percepción y espera que pueda poner en práctica sus convicciones». Lo que no le permitieron a Zapata.

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