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miércoles, 5 de febrero de 2014

Raúl Castro en la cuerda floja Por Miriam Celaya Cubanet.

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO



martes, febrero 4, 2014

Raúl Castro en la cuerda floja

Miriam Celaya


LA HABANA, Cuba, enero -Los siete años que ha cumplido el
General-Presidente, Castro II, al frente del gobierno han sido por su
propia voluntad expresa apenas un “período de experimentación”, en que
se ha visto forzado a flexibilizar las legislaciones vigentes, en un
angustioso esfuerzo por “actualizar” –que no reformar– un modelo que
harto había demostrado su obsolescencia de origen. 

A simple vista
diríase que estamos en una fase de continuación del experimento iniciado
en enero de 1959, y que el lapso transcurrido entre julio de 2006 y
diciembre de 2013 es solo “más de lo mismo”, tal como gusta repetir a
algunos. Pero existen ciertos detalles que cambian dramáticamente el
escenario a partir de la contradicción entre las intenciones del plan
oficial y los resultados de la experimentación. 

Autodestrucción El hecho
es que en la fase “raulista” del experimento se renuncia a todos los
fundamentos sobre los que se erigió la revolución fidelista
(exceptuando, por supuesto, el poder de los históricos y mecanismos de control social tales como el
monopolio de prensa e información, y la represión), colocándonos frente a
un curioso proceso de autodestrucción del sistema del cual,
ulteriormente, emergería la misma clase en el poder, pero en un sistema
político diferente. 

Estaríamos asistiendo, pues, a un “experimento”
llamado a barrer los últimos despojos del paradigma de aliento marxista
por la misma clase que lo impuso, para reinstaurar una economía de
mercado, paradójicamente destinada a eternizar el poder de los supuestos
enemigos del capital. La revolución cubana, caracterizada por una
sucesión de improvisaciones y campañas, no fundó una ideología que la
sustentara teóricamente, ni una economía que la sostuviera en la
práctica, y al momento actual parece avanzar hacia un escenario
incoherente en el que convivirían la cúpula gobernante, capitalista en
la práctica, pero con un discurso socialista; y los gobernados
sobreviviendo bajo condiciones “socialistas” en la práctica, pero con el capital como aspiración
suprema. 

En medio de ambos extremos, una “zona de amortiguación” estaría
formada por una casta gerencial, prescindible en caso necesario, aunque
privilegiada desde el poder con amplias ventajas económicas y
comprometida con éste, que estaría formada por administrativos de
sectores emergentes con acceso a beneficios monetarios y materiales
–como es el caso del turismo–; por ciertos empresarios que desde los
años 90 han estado creando un emporio gastronómico bajo la apariencia de
“sociedades”, por ejemplo, algunos restaurantes del barrio chino y de
otras zonas; y por los nuevos ricos propietarios que han venido
emergiendo desde un sector elite de la cultura. Economía en bancarrota
En retrospectiva, puede afirmarse que, para bien y para mal, la realidad
cubana ha cambiado más en los últimos siete años que en los 20
anteriores, por un cúmulo de factores que, pese a todo, no dependen
exactamente de la voluntad del gobierno y que parten de la necesidad imperiosa de introducir cambios
debido a la crisis estructural del sistema con una economía en
bancarrota. 

Estos cambios en alguna medida quiebran el inmovilismo y
monolitismo característicos de los regímenes totalitarios y generan
elementos que lo debilitan desde dentro. Es el caso, por ejemplo, del
programa oficial de despidos en numerosos centros laborales del Estado,
incapaz de mantener los subsidios y la inflación de las plantillas, y la
autorización y ampliación del mercado laboral privado –eufemísticamente
denominado “formas no estatales de empleo”, y de forma más generalizada
“cuentapropismo”–, que ha sufrido sucesivas modificaciones a partir de
las limitaciones originales que las autoridades se han visto forzadas a
ajustar, entre avances y retrocesos, debido a las presiones ejercidas
por ese nuevo sector emergente y autónomo que se reconoce a sí mismo
como trabajadores que aportan a la economía y al Estado pese al abusivo y controversial sistema tributario y a las abundantes restricciones que
frenan su prosperidad y desarrollo. 

A pesar del lento ritmo del programa
de “actualización” y de las numerosas reformas que se han estado
aplicando, como son la entrega de tierras en usufructo a campesinos
privados con sus sucesivas concesiones; la compra-venta de viviendas,
automóviles y otras propiedades entre particulares; la libre
contratación del servicio de telefonía móvil; la autorización de venta
de computadoras; la creación de un servicio de conexión a Internet,
aunque plagado de controles de vigilancia y excesivamente caro; la
aprobación de cooperativas no agropecuarias; y más recientemente la
reforma migratoria y la venta de automóviles por el Estado a precios
absurdamente altos, entre otras; el General-Presidente no ha logrado
detener la ruina ni avanzar en la economía, como tampoco ha podido
evitar el incipiente movimiento al interior de la Isla, protagonizado
por grupos de cuentapropistas que, espontáneamente, han comenzado a reclamar sus derechos y a manifestar su
descontento por las limitaciones de las licencias y las medidas
represivas que restringen sus actividades. 

Derechos cívicos Durante el
pasado año, 2013, y ya en el propio mes inicial del 2014, se han estado
produciendo pequeñas huelgas y manifestaciones en varias localidades al
interior de Cuba –como las huelgas de cocheros de Bayamo y Santa Clara,
en 2013 y las protestas de pequeños comerciantes, también en Santa Clara
y en la ciudad de Holguín–, así como en algunos municipios de la
capital, que constituyen un botón de muestra de las potencialidades de
un sector privado movido por intereses que rebasan los marcos de los
compromisos políticos e ideológicos para centrarse en derechos
eminentemente cívicos. 

Así, 2014 podría resultar un escenario
interesante desde muchos ángulos, y tal vez decisivo. Se ha cerrado un
ciclo tras el cual deberíamos comenzar a percibir los frutos de la
estrategia socioeconómica del gobierno y disfrutar de algunos beneficios, pero todo indica que
ocurrirá lo contrario. 

El gobierno tiene la disyuntiva de profundizar
las aperturas e implementar verdaderas reformas, o retroceder; en ambos
casos tendrá que enfrentar las consecuencias. Los sectores “liberados”
que han comenzado a moverse por sí mismos dentro de un espacio muy
limitado tienen el reto de empujar y ampliar la brecha. Mientras, en la
sociedad crecen las carencias, hay más represión y aumenta el
descontento. Quizás el General-Presidente deba considerar hacer una
breve pausa para meditar que sería saludable para todos un poco de
prisa.


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