Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, noviembre,
www.cubanet.org - Por estos días y sin discreción alguna, los cubanos que tienen algún contacto con las obras de construcción del Historiador de La Habana, comentan que el águila norteamericana volverá al Maine. Unos con sorpresa y otros con la esperanza de que Cuba vuelva a la normalidad.
¿Será que el disparate que cometió Fidel Castro el lro de mayo de 1961, al derribar y destruir el águila norteamericana de bronce que coronaba el monumento al buque norteamericano Maine y los bustos de Leonard Wood, William Mc Kinley y Theodore Roosvelt, va a ser rectificado para la historia?
Ningún historiador decente puede afirmar que el acorazado Maine, que llegó a la isla en visita de amistad, hizo explosión de forma intencional el 15 de febrero de 1898 en el puerto de La Habana, para que el gobierno de Estados Unidos se apoderara de Cuba.
Si los Estados Unidos se hubieran apoderado de Cuba, algo que fácilmente habrían logrado al finalizar la guerra de independencia, hoy los cubanos no sufriríamos una dictadura militar de más de medio siglo, ni el país estuviera destruido.
En las tempranas fechas de 1898 y 1911, ya se sabía la causa del estallido y en 1976 se elaboró un informe muy detallado donde se llegó a la conclusión de que el grave accidente, donde habían muerto 230 marineros, 28 marines y dos oficiales, se debió al calor producido por el fuego de una carbonera próxima al pañol de la reserva.
Es de pensar que aún mutilada, molestaba a Fidel Castro que la proa de la galera del monumento al Maine, que miraba hacia el Norte, fuera la señal de que desde aquél país, recibiera Cuba la ayuda necesaria para que terminara el derramamiento de sangre fratricida, ocasionada por la guerra contra España y que el águila se viera en vuelo hacia su hogar, una evidencia de que no pretendía amenazar a la isla.
También molestaba la figura en bronce de los tres ilustres patriotas norteamericanos: Wood, quien tanto ayudó a Cuba, completamente en ruinas. Mc Kinley, veterano de la Guerra civil estadounidense, quien logró la inmediata retirada de las tropas españolas de Cuba y murió asesinado unos meses después de haber apoyado la independencia de la isla. Roosvelt, historiador y naturalista, galardonado con el Premio Nobel de la Paz, presidente líder de las reformas en EE.UU. y quien luchó a favor del ciudadano norteamericano de a pie.
El bello monumento dedicado a las víctimas fue construido en 1926 en el Vedado habanero. Aunque desde 1961 se ha mantenido mutilado, en febrero de este año, para sorpresa de muchos, ha sido restaurado por primera vez y según se comenta, volverá a su estado original.
Algo que demuestra el respeto y el cariño que el pueblo cubano sentía por Estados Unidos, fue el hecho de que Carlos López, un joven pescador cubano, encontrara la bandera del Maine flotando en las aguas de la bahía habanera, pocas horas después de la explosión y que de inmediato, la entregara a las autoridades norteamericanas.
Durante un siglo su familia y amigos guardaron una emotiva carta de agradecimiento que Fitzhugh Lee, Cónsul General de los Estados Unidos de América, enviara a la casa del humilde pescador, en calle Rosa, esquina a Santa Rita, poblado de Regla, perteneciente al municipio de La Habana. En el 2000 la carta fue entregada por la familia al señor Eusebio Leal, historiador de la ciudad, quien también conserva el águila, con sus alas en posición vertical.
La noticia apareció en el periódico Juventud Rebelde del 12 de septiembre de ese año, con una foto de la misiva.
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