EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO
Un arma contra la mentira y la desinformación
Por Bernardo Rodríguez Cabrera*. La prensa es supuestamente el espacio idóneo dónde publicar de forma adecuada y en el momento oportuno lo que acontece en Cuba, pero ¿se dan a conocer en nuestro país las demandas de la población, emergidas de los debates populares?
Asuntos como el cuestionamiento a la falta de libertades ciudadanas para viajar figuran entre los “intocables” de la realidad cubana por los medios de difusión.
No puede pasarse por alto el que estemos en un país donde lo que se dice tiene una repercusión internacional muy grande y cuando hablamos de un defecto, enseguida la mal llamada gran prensa de los centros de poder contra Cuba lo magnifica al extremo.
Tampoco debe olvidarse que el periodista no determina lo que se publica, sino determinadas fuentes, que se muestran renuentes a hacer públicos aquellos temas actuales que resultan más importantes, debido a las normas y medidas restrictivas que signan nuestra sociedad, que en lugar de promover la creatividad y los deseos de trabajar tienden a incitar la indiferencia y el inmovilismo en el hacer; aunque, en ocasiones, somos nosotros mismos los que nos ponemos trabas y no decimos todo lo que vemos, por temor a pasarnos de la raya, convirtiéndonos en alabarderos acríticos y repetidores de informaciones sin ninguna contrapartida.
Cabe preguntarse entonces, ¿cuánto más deberemos esperar para expresar públicamente nuestras opiniones y ver reflejados en la prensa, sin mediadores “paternalistas”, los acontecimientos que ocurren en la vida de la nación y de los cuales no somos ni siquiera espectadores?
¿Una luz entre las sombras?
El General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del PCC y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el Informe Central al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba presentado el 16 de abril del 2011, pidió a los periodistas cubanos “dejar atrás, definitivamente, el hábito del triunfalismo, la estridencia y el formalismo al abordar la actualidad nacional” y criticó “la difusión, en no pocas ocasiones, de materiales aburridos, improvisados y superficiales”.
Nueve meses después, en la clausura de la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba, el mandatario instó a los periodistas a trabajar “con responsabilidad y la más estricta veracidad, no al estilo burgués, lleno de sensacionalismo y mentiras, sino con comprobada objetividad y sin el secretismo inútil”.
Explicó también la necesidad de “incentivar una mayor profesionalidad entre los trabajadores de la prensa para lograr una información fidedigna y oportuna que perfeccione y eleve continuamente la efectividad de los mensajes”.
“Es preciso acostumbrarnos todos a decirnos las verdades de frente, mirándonos a los ojos, discrepar y discutir, discrepar incluso de lo que digan los jefes, cuando consideramos que nos asiste la razón, como es lógico, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta, o sea, en las reuniones, no en los pasillos. Hay que estar dispuestos a buscarnos problemas defendiendo nuestras ideas y enfrentando con firmeza lo mal hecho”, precisó.
Somos o no somos un modelo
A pesar de que al periodismo cubano “le falta mucho para llegar a ser un modelo”, como me alertó en una ocasión la periodista holguinera María Julia Guerra (reportera del semanario ¡ahora! durante más de 20 años y con 44 en el ejercicio de la profesión), algunos consideran que tenemos cuestiones que deberían ser imitadas por el periodismo realizado a nivel mundial.
Destacan entre las cuestiones a copiar, la parte formal, la seriedad y dignidad con que se asumen los trabajos, además de que en Cuba no se inventan las noticias como hace la prensa amarilla capitalista, y tratamos asuntos que tienen un verdadero interés social. Pero no todo es bueno, porque a veces somos nosotros quienes nos ponemos trabas y no decimos lo que vemos.
Además, nos falta profundizar, realizar más periodismo de investigación, erradicar la autocensura, la falta de autonomía y la reiteración por los diferentes medios del mismo mensaje, lo cual satura al lector.
Una puerta al futuro
Es menester de la compleja realidad cubana ejercer un periodismo crítico donde prevalezcan la opinión y el debate; donde se promueva la polémica sin lagunas ni zonas de silencio, se diga la verdad sin miedo, hablemos de nuestros logros, pero también de nuestros males.
Sin embargo, los profesionales de la palabra en Cuba durante los últimos años han esquivado esta práctica periodística, pues consideran que al develar deficiencias se daña a la Revolución y revela al enemigo nuestros problemas. La realidad es que nuestras dificultades existen, forman parte del día a día y en la mayoría de las veces son cuestiones palpables, por lo cual no abordarlas o hacerlo de una forma superficial, en vez de ayudar, hará que se acrecienten y sigan latentes.
El Periodismo de Investigación, por su capacidad de dirigirse no solo a la detección de corrupción o fraude, sino a cualquier otro tema de importancia pública requerida de una investigación que aporte los elementos necesarios para denunciar las diferentes problemáticas de la sociedad, así como su posterior solución, constituye una necesidad imperante para erradicar y esclarecer cuestiones como las condiciones higiénicas de los hospitales; de qué manera influyen las exigencias a los estudiantes al desvío de recursos en los centros laborales por parte de los padres; la ubicación laboral de los egresados de la Universidad; la doble moneda; la escala salarial; la escasez de piezas de repuesto para los equipos electrodomésticos y la compraventa de tesis y doctorados, entre otros.
Eugene Roberts planteó que “La sociedad -especialmente nuestra sociedad democrática- empieza a fallar cuando no es adecuadamente informada. ¿Informa a sus lectores un periódico que se niega a hacer periodismo en profundidad, periodismo de investigación? La respuesta es, enfáticamente, no. Sin el deseo de llevar a cabo periodismo de investigación, un periódico falla a sus lectores. Les da cobertura incompleta”.
Mientras que Julio García Luis argumentó: “Me parece que nuestro sistema social, por su naturaleza, requiere del Periodismo Investigativo. Requiere de un periodismo mucho más profundo, sin prejuicio de que haya ese otro periodismo que es más inmediatista, más superficial. El sistema nuestro, por su demanda cultural, por la necesidad que hay de participación consciente de la gente, requiere de un periodismo que no se limite a darle a la gente eslogan o las cosas más evidentes, más obvias, sino elementos de comprensión más profundos de la realidad”.
La verdad en primer plano
Nos corresponde utilizar el periodismo como arma contra la mentira y la desinformación. No podemos esperar a que las bombas estallen para intentar detenerlas. Hay que eliminar ese periodismo vacío, por arribita, que nos contamina y amenaza con perder la credibilidad de los lectores, radioescuchas y televidentes.
No necesitamos un periodismo repetitivo, “mudo”, consignista y tedioso para abogar por el socialismo, sino uno que lleve a cabo una guerra de “verdad”, asumiendo la función que nos corresponde: presionar a los funcionarios, moviendo a la opinión pública, para que cumplan sus responsabilidades con el pueblo.
Es muy cómodo no escribir de problemas porque así no te buscas líos con un funcionario, un ministro, ni siquiera con un vendedor de plátanos, además evitas que alguien te golpee (como ha sucedido). Pero no era a eso a lo que se refería nuestro eterno guía histórico Fidel Castro Ruz, cuando expresó: Revolución es sentido del momento histórico…, sino a un momento histórico que amerita poner en primer plano a la verdad, “esa expresión clara, sin rebozo ni lisonja, con que a alguien se le increpa o reprende y con la que intentamos lidiar cueste lo que cueste, y que la gente hoy pide a gritos ver, escuchar y leer en cuanto se encuentra”. (Ramadán Arcos)
Es preciso tener plena conciencia de los desafíos del ejercicio de la profesión periodística, y lograr que más allá de ser una manera de contar los hechos según la perspectiva y los intereses de alguien, sea una verdad irrebatible que, como dijera el Apóstol, le corresponde señalar, alertar y sugerir.
No podemos permitir que nuestra profesión, asediada por factores interesados en deformarla, se convierta en divulgadora de falsas verdades. Es tiempo de esgrimir la empuñadura de la razón para el triunfo necesario sobre los que se oponen a nuestra libertad y progreso.
Nos concierne a los periodistas del futuro la ineludible labor de perfeccionar el liderazgo de las ideas a punta de lápiz, llevando al plano territorial, nacional e internacional las verdades de justicia e independencia que defendemos.
* Estudiante de tercer año de periodismo de la Universidad de Holguín.
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