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Insólitas vivencias en Hospital Nacional
YaremisFlores
Amparo, despertó en el salón, mientras un tubo le raspaba la garganta. Panendoscopia, técnica delicada y riesgosa que realizaron sin la anestesia adecuada. Esa mujer de 55 años, solía ser la Doctora González. Algo no anda bien, y ella lo sabe; pero sus colegas no encuentran qué. Ella es la paciente de la cama 33, sala 5B del Hospital Nacional. Pensó el enfermero de la guardia anterior que podría pasar “gato por liebre” con el Rosefin. Antibiótico de tercera generación muy codiciado en el mercado negro.
El modus operandi es echarle agua al suero de Rosefin, con el objetivo de darle un destino comercial al restante. Amparo, como doctora al fin se percató de un detalle; el suero no lucía todo lo amarillo que debía. Ahora, los ingeniosos le adicionan cápsulas de Polivit trituradas, para así enmascarar el engaño.
Existen personas indolentes e irresponsables que ya no se debaten entre el bien y el mal. No lo piensan dos veces a costa de lucrar con la desgracia de otros. Pacientes y familiares se quejan ante el Director del Centro, Doctor Armando Aguiar. Todo pasa, nada cambia.
Médicos sin guantes. Baños sin agua. Azulejos sucios. Insectos habituales. Habitación pequeña con seis camas. Estudiantes de medicina ávidos de experimentar con el sufrimiento ajeno. Los doctores ya no hablan demasiado con el enfermo. Prefieren leer su Historia Clínica.
El personal de enfermería recibe de los galenos la dosis de medicamentos a suministrar. Pero pobre quien no esté pendiente a las prescripciones. Los enfermeros no siempre traen todas las pastillas a la hora indicada. También es prudente estar alerta, porque las confunden.
Nadie puede asegurar si realmente la Talbutamida (diabetes) y Nifedipina (tensión arterial), están en falta. Afuera del hospital un anciano con blísters en manos, sugiere su venta.
“En este país mejor no enfermarse, aquí he visto cosas que nunca pensé” dice Noelia, paciente diabética de 90 años, cama 34, Sala 5B. Ingresó el pasado día 8 de diciembre por insuficiencia cardíaca y líquido en los pulmones. Está tomando su medicamento para la diabetes, porque lo trajo de casa.
El texto constitucional establece el derecho de todos a la atención médica y el deber estatal de garantizarlo. La persona inconforme con un servicio de salud recibido puede quejarse ante el Ministerio de Salud. LaLeydeSaludPública responsabiliza a ese ministerio, con ejecutar medidas dirigidas a evitar violaciones, incluso inhabilitar a médicos y enfermeros que incumplan sus obligaciones profesionales o éticas.
Los caminos de Amparo y Noelia han coincidido en ese lugar. La primera, nunca estuvo en los zapatos del paciente. La segunda, contrasta su vivencia, tan diferente a las noticias de la Tele. Cual si fueran amigas desde siempre comparten sus miserias y sus alegrías, postergadas por la comida de hospital. Desean ambas este sea un mal sueño.
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