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domingo, 30 de marzo de 2014

Habla el personal de Salud cubano en #Venezuela

Las relaciones desmedidas | Internacional | EL PAÍS



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO



Prohibido tener amigos venezolanos

C.Marcano

"Te quieren sancionar por cualquier cosa. No podemos ir al cine, ni a un mall
[centro comercial], ni a la playa. Si una paciente te invita, no puedes
aceptar". Lisandra Santos, médico, de 28 años, trabajó entre 2009 y
2013 como especialista en endoscopia para la Misión Médica Cubana en
Venezuela. El año pasado pidió refugio en Estados Unidos.

Su elocuencia contrasta con la parquedad de los cubanos en Venezuela,
quienes no hablan de su experiencia o lo hacen como si las paredes
oyeran. En sus pupilas asoma un destello de temor ante cada pregunta,
cada palabra, que pudiera comprometerlos. “No podemos relacionarnos con
ustedes [los venezolanos] más que por trabajo. ¿Tú sabes cómo llaman
eso, si vas por ejemplo a casa de alguien, si haces amistad? Relaciones
desmedidas con nacionales”, cuenta un técnico destacado en un centro de
diagnóstico integral (CDI) que pide no revelar su nombre. El hombre, de
36 años, rechaza una invitación a cenar porque también tienen prohibido
salir después de las seis de la tarde. "Supuestamente es por la
inseguridad, puro control".

El médico Janoi González, refugiado en Estados Unidos desde 2013,
asegura que les espían constantemente. "En cada misión hay una persona
que se llama jurídico. Todo el mundo sabe que el jurídico es un agente
de seguridad del Estado, que controla todo, que acusa, que tiene derecho
a revisar tus documentos privados, tu teléfono, todo". Las faltas son
sancionadas con penas que van desde amonestaciones y la confiscación de
un porcentaje de su exiguo salario en Cuba hasta la expulsión de la
misión y el retorno inmediato a la isla, según el reglamento
disciplinario.

"En la misión, uno sufre la necesidad. Nos pagaban muy poco. Cuando
llegué en 2009 recibía 500 bolívares mensuales (84 euros al cambio
oficial) y me fui de la misión en 2013 ganando 1.500 (172 dólares).
Comida, transporte, teléfono... teníamos que pagarlo nosotros mismos. Yo
gastaba 500 bolívares y no compraba nada", recuerda Lisandra, en
entrevista telefónica desde Miami.

Esa mensualidad en moneda local, como explica un técnico que trabaja
en el oriente del país, "no es un sueldo, sino un estipendio que no
alcanza por el alto coste de la vida, por la inflación" (56% en 2013).
Actualmente subió a 3.000 bolívares (menos de 26 euros en el mercado
negro, el único en el que podrían cambiar). La asignación es costeada
por Venezuela, aparte de lo que paga por persona (más de 9.400 euros
mensuales).

En la isla, el Gobierno cubano les deposita un salario mensual —entre
125 y 225 pesos convertibles cubanos (CUC), la misma cantidad en
dólares al cambio actual, dependiendo de la especialidad— que solo
pueden cobrar a su regreso, de vacaciones o definitivo, “con evaluación
satisfactoria”.

Con todo, es más de lo que ganarían en la isla. "La gente vive con
mucho miedo de que le quiten la misión porque como es un dinerito… Yo
como médico recién graduada ganaba en Cuba 16 dólares, y mi mamá, que
también es médico, 25 dólares", refiere Lisandra.

El alojamiento en Venezuela es una verdadera lotería. Muchos viven en
lugares de alta peligrosidad, o apretados en espacios pequeños.
Lisandra durmió 15 días en una cama improvisada con tablas en una
estación de bomberos de Aroa (Yaracuy), hasta que, gracias a una prima,
logró un traslado para Caracas, en la principal guarnición militar del
país. “Vivíamos cuatro mujeres en un cuartico con dos literas, un baño y
una salita. También había casas de 16 personas”.

Si abandonan la misión y piden refugio en EE UU, como han hecho
centenares, pierden el dinero depositado en la isla y no pueden volver a
Cuba en ocho años.

"Desde 2006, unos 8.000 muchachos han llegado a Estados Unidos, la
gran mayoría vienen desde Venezuela. Solamente entre finales de 2012 y
2013 salieron de allá unos 3.000 desertores", asegura Julio César
Alfonso, director de la ONG estadounidense Solidaridad Sin Fronteras
(SSF).

Ese año, Washington aprobó el programa Cuban Medical Parole, que
permite al personal cubano “reclutado” por el Gobierno cubano para
trabajar o estudiar en un tercer país solicitar un visado humanitario.
Pueden optar médicos, enfermeros, paramédicos, fisioterapeutas, técnicos
de laboratorio y entrenadores deportivos.

Quedarse en Venezuela es una opción difícil para los que no obtienen
la visa de EE UU o quienes, pese a las restricciones, han entablado
noviazgos clandestinos y tienen parejas venezolanas. No solo enfrentan
la presión de los Gobiernos cubano y venezolano —hasta hace un mes les
era imposible legalizarse—, sino que les cuesta conseguir empleo.

Un técnico casado con una venezolana relata las represalias que
sufren quienes abandonan la misión. “El Gobierno cubano, además de
robarnos el dinero que tenemos en el banco, ganado con sacrificio,
encima nos prohíbe entrar a territorio cubano sin importarles si un
familiar enferma o se muere”. Además, agrega, “no podemos ejercer
nuestras profesiones porque no hemos revalidado el título”.

Lisandra, aunque también se enamoró de un venezolano, huyó a EE UU.
Como la mayoría, se fue por la frontera con Colombia, ante el temor de
ser detenida en el aeropuerto. "Si descubren algo, te montan en un avión
y te mandan para Cuba". Ya en Bogotá, las autoridades migratorias la
deportaron a EE UU. En Caracas temía por su vida. “En Venezuela me sentí
casi peor que en Cuba, porque para mí es un régimen muy similar, pero
con inseguridad. Me atracaron con pistola en la calle, en el metro… ¿se
imagina? ¿Un sistema represor con inseguridad?”, pregunta Lisandra.


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