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El miedo a la fuga de cerebros lleva al régimen cubano a limitar la libertad de viajes
La reforma migratoria, que entrará en vigor en enero, causa escepticismo en la oposición y euforia en el ciudadano medio
Día 16/10/2012 - 23.16h
El régimen cubano eliminó este martes el oprobioso permiso de salida de la isla dentro de una esperada reforma migratoria que ha causado euforia en el ciudadano medio, pero mucho escepticismo entre opositores, estudiantes, profesionales como médicos y deportistas de elite por las restricciones incluidas en la «letra pequeña».
El principio del fin del engorroso y costoso proceso para salir de su propio país, anunciado con una nota en los medios oficiales «Granma» y «Cubadebate», beneficia sobre todo al cubano medio que no disiente o no tiene un trabajo vital para el Gobierno.
La mayor reforma de la política migratoria en más de medio siglo de dictadura, adelantada en agosto de 2011 por el mismo Raúl Castro, elimina el requisito del permiso de salida –la llamada «tarjeta blanca»– y de una carta de invitación desde el país de destino. A partir del 14 de enero de 2013, a los viajeros solo se les exigirá el visado cuando lo requiera el país de destino y el pasaporte «actualizado», que pasará a costar casi el doble, unos 84 euros.
El temor es que el pasaporte se convierta en el nuevo «filtro» en lugar de la «tarjeta blanca», otorgada de forma discriminatoria por las autoridades migratorias. Ahora obtendrán el pasaporte los ciudadanos que «cumplan los requisitos establecidos en la ley migratoria». Pero en la «letra pequeña» se descarta la entrega de la «libreta azul» por «razones de defensa y seguridad nacional» o «interés público».
La prueba de fuego llegará cuando los disidentes soliciten su pasaporte
Después de trasladar la euforia que se vivía este martes en las calles de La Habana por «la reforma más esperada», el economista independiente Oscar Espinosa Chepe advirtió de que las nuevas normas pueden suponer un «reto fuerte» para el Gobierno en un país que envejece por momentos: «Vamos a quedar solo los viejos, el 18% de la población tiene más de 60 años y se prevé que en 2035 sea el 34%».
La directora del Instituto Cubano de Economistas Independientes, Martha Beatriz Roque, cree que a la legislación le falta claridad y teme que «ayude a muchas personas, pero también discrimine a otras por su pensamiento, profesión o cargo público que ocupen».
Para el psicólogo y periodista independiente Guillermo Fariñas es una reforma «a medias» porque «incumple» la Declaración Universal de Derechos Humanos, que incluye el derecho a «entrar y salir del país cuando el ciudadano lo estime oportuno». El disidente, sin embargo, sostiene que en Cuba «hemos dejado de ser esclavos de Fidel Castro para ser súbditos de Raúl Castro, que nos trata como si fuera un señor feudal».
Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, está convencida de que es «más de lo mismo» y va a «beneficiar al cubano de a pie, pero la disidencia interna va a tener problemas a la hora de validar su pasaporte».
Elizardo Sánchez concluyó que «miles y miles de cubanos son como siervos de la gleba porque el Gobierno decide si pueden salir o no; mientras haya miles y miles de ciudadanos excluidos, resta toda credibilidad a la reforma migratoria».
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