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La Hora en Cuba

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Marti por siempre!!

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jueves, 28 de enero de 2010

Letra con Filo. Desde Voces Cubanas. Sitio de la blogosfera cubana actual

VOCESCUBANAS.COM

 Ier ANIVERSARIO DE ESTE SITIO CRITICO AL GOBIERNO EN LA RED DESDE CUBA.

NOTA:

SI NO ESTAS IDEOLOGICAMENTE BIEN DEFINIDO, TE ACONSEJAMOS NO LEERLO

 

La buena letra de Regina Coyula

Jueves, 28 de Enero de 2010 Miriam Celaya Sin comentarios
malaletra


http://lamalaletra.wordpress.com/

Regina Coyula es una de los blogger de más reciente debut. En noviembre último salió su blog Mala Letra, con un sencillísimo y precioso banner hecho por ella misma, y de inmediato la franqueza y naturalidad de sus textos han atrapado a numerosos lectores entre los que ahora, algo tardíamente para mi vergüenza, me incluyo.
Confieso que muchas veces me dejo arrastrar por las asfixiantes ocupaciones que me imponen la cotidianidad y mi complicada condición en la que se mezcla lo profesional-independiente con lo doméstico-familiar, funciones que a la par me producen las mayores satisfacciones y me colocan los más duros grilletes; de hecho, debido a mi habitual “despiste”, supe que existía Mala Letra cuando ya llevaba varias semanas online. Pero de cualquier manera, lo cierto es que dejé transcurrir casi dos meses antes de enfrentar el enigma de un blog que, curiosamente, a fuerza de coloquial y cálido logra superar con éxito la fría soledad de un encuentro de Web.
No voy a pedirle disculpas a Regina Coyula (a fin de cuentas era yo quien me lo estaba perdiendo), así que prefiero darle las gracias. Gracias por la chispa inteligente, sensible y simpática de sus post y por la fuerza incomparable de lo anecdótico; gracias por venir a crear donde tantos podemos disfrutarla y aprender de ella; gracias, en fin, por elegir esta feria virtual de artesanos de la palabra en la blogósfera alternativa de la Isla, -ésta, que no exige “permisos” ni listas especiales-, para regalarnos generosamente la frescura de su buena letra.
Ilustración: Banner del blog de Regina

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Apostando por el caballo perdedor

Jueves, 28 de Enero de 2010 Miriam Celaya Sin comentarios
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Nada es tan aleccionador como la historia, ni tan veraz como la vida misma. En los últimos meses los cubanos hemos estado asistiendo, si no a un franco despertar, al menos a la ruptura del sueño. El descreimiento por el proyecto social de la Isla que se venía apoderando de la opinión general, ha estado dando paso a otras dudas que señalan a un punto definitorio en la realidad cubana actual: finalmente la gente se cuestiona al poder. Para una gran cantidad de cubanos, lo que dice el gobierno y su prensa son, simplemente, falsedades. Basta escuchar los comentarios callejeros para entender que el capital de fe popular con el que contaba el gobierno para mantenerse indefinidamente en la liza está tocando a su fin. Medio siglo hemos necesitado para asistir al fenómeno insólito de volvernos hacia dentro y comenzar a descubrir que aquí se jugaron todas las apuestas a un caballo perdedor y que, además, se han hecho trampas.
La ruina económica de Cuba, la dispersión de las familias, la pobreza generalizada, son solo una parte del saldo final de tan azaroso galope: ni una sola de las muchas carreras del homo-equino fue coronada con el triunfo. Ahí están los resultados de los  macroplanes económicos, de las decenas de experimentos fallidos, de las guerras exportadas, de las intrigas políticas a nivel internacional, de las malas alianzas y de las buenas profecías irrealizadas, que constituyen las más duras lecciones para los cubanos. De nada vale a estas alturas y en estas cruciales circunstancias, enmascarar nuestra realidad tras las desventuras de otros, como pretende hacer la servil prensa oficialista: ni la catástrofe de Haití, ni el “golpe” de Honduras, ni la crisis económica mundial, ni el pretendido ocaso capitalista, ni la eterna y socorrida maldad del imperialismo norteamericano pueden ocultar la verdad incuestionable del fracaso de este sistema.
En los tiempos triunfalistas de los inicios de la revolución cubana, el caudillo por antonomasia de aquella aventura fue acuñado en el argot popular como “El Uno”, equivalencia a la figura del caballo en la charada. Cuando se decía El Caballo no había que mencionar nombre ni rango, se trataba –sin dudas- de el número uno de Cuba, el idolatrado, el temido, el invicto comandante en jefe. Hace ya mucho tiempo que nadie parece recordar ese sobrenombre. A decir verdad, en la actualidad sería una broma macabra designar así al otrora orgulloso alazán, entre otras razones porque hemos aprendido que las carreras no se ganan a base de meros relinchos. Hoy, las demasiadas derrotas acumuladas y la decadencia total de Cuba no dejan siquiera un pequeño capital de confianza con qué cubrir las apuestas.
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Elegía de la inocencia

Jueves, 28 de Enero de 2010 Miriam Celaya Sin comentarios
caballero

Dicen que murieron de frío, pero no es cierto. Al menos no es exacto: el frío de la madrugada solo consagró la obra de la desidia, de la acumulación de abandonos, de la deshumanización de otros. Ellos, para asombro de todos, solo murieron. Eran solamente unos locos (otros), esa fracción del rebaño que de alguna misteriosa manera se ha desconectado de una realidad demasiado fea y escapa hacia algún paraje desconocido e inaccesible para los que tenemos la arrogancia de llamarnos “cuerdos”.
Entre incrédulos y consternados, supimos que más de dos decenas de enfermos mentales habían fallecido por estos días de inusual invierno en el Hospital Psiquiátrico de La Habana (Mazorra). Casi nadie podía o quería suponer esto pudiera ocurrir en Cuba. La prensa oficial, aunque tarde y remisa, se vio obligada a hacer pública la noticia en una nota breve e incompleta, arropando lo ocurrido con los cobertores que faltaron a los orates difuntos, apenas unas pocas líneas que desaparecen bajo la avalancha de imágenes y crónicas de la catástrofe natural ocurrida en Haití. Una treintena de dementes indefensos no compite en las planas de ningún periódico con el impacto mediático de un sismo de gran magnitud, miles de muertos e incalculables pérdidas materiales. Ni siquiera si esos dementes forman parte de la legión de supuestos privilegiados de una “potencia médica” en el país más generoso y humano del planeta; ni siquiera si el cataclismo que los exterminó fue una tragedia social predecible, y por tanto evitable.
Quiero dedicar estas líneas a la memoria de esos infelices enfermos mentales, muertos en total estado de indefensión, sin atención, sin abrigo y sin consuelo. Solo en un sitio muy sórdido, bajo un sistema muy corrupto, podría ocurrir semejante aberración, y apunta que algo muy sucio y pútrido está amenazando con aniquilar lo que queda de bondad entre nosotros. Causa dolor imaginar que en sus espantosas condiciones quizás era más irracional seguir con vida. Hoy los cubanos debemos traer doble luto, porque junto a estas absurdas muertes, muchos habremos sepultado también los últimos vestigios de nuestra despreocupada inocencia.
Ilustración: Uno de los más célebres y conocidos de los locos callejeros de La Habana, El Caballero de París, paseando por la céntrica calle San Rafael, en el centro de la capital.  (Fotografía de autor desconocido para esta blogger)
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El derecho a la solidaridad

Jueves, 28 de Enero de 2010 Miriam Celaya Sin comentarios
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Quizás los lectores menos familiarizados con la cotidianidad de Cuba consideren tardío un post en solidaridad con los haitianos, que vienen sufriendo por estos días la tragedia de más muertes y mayor miseria después del violento sismo que les golpeara el pasado 12 de enero. La escasa posibilidad de conexión para muchos de nosotros hace que los trabajos salgan publicados días después de haberlos escrito, y generalmente –como en mi caso- aprovechamos las ocasiones que se nos presentan para enviar varios artículos de una vez a los amigos que nos apoyan desde fuera de Cuba, para que los coloquen online, razón por la cual un blog como Sin EVAsión no puede tener carácter informativo: no puedo reaccionar a la inmediatez de una noticia con un post sobre el tema, salvo las escasas oportunidades en que coinciden la noticia y la conexión.
No obstante, he sabido que varios bloggers alternativos han podido pronunciarse en apoyo a Haití y no han faltado quienes aportaran de su propio peculio, modestamente y en nombre de todos nosotros, para ayudar en lo posible a mitigar los efectos de tan dura catástrofe, como ha sido el gesto del colega Iván García, entre otros. Lectores generosos, que suelen visitar nuestros blogs, han tenido la delicadeza de aportar también en nuestro nombre sus donaciones a los haitianos. Lamentablemente, Cuba no cuenta con una institución que nos permita recaudar fondos y enviar nuestros donativos a esa nación, sacudida por una catástrofe tal que en comparación nuestras propias desgracias desaparecen. Con seguridad, muchos cubanos sensibles aportarían de su propio estrecho bolsillo si no fuera porque hasta el derecho a practicar la solidaridad y el humanismo están aquí controlados por el gobierno: no tenemos siquiera la libertad de ayudar como ciudadanos independientes a otros hombres del mundo.
La fatalidad de un desastre natural severo en una nación signada por males seculares que la han convertido en la más pobre de este hemisferio, ha sido por estos días el pretexto de una vergonzosa exhibición política por parte de los medios de difusión oficiales en Cuba, como si la sensibilidad y el espíritu de cooperación fuesen patrimonio absoluto del gobierno cubano y sus aliados. Mientras toda Haití llora miles de muertes y pérdidas materiales que se multiplican ante la pobreza general del país, mientras la violencia generada de la supervivencia en situación límite agrava la tragedia, los políticos inescrupulosos aprovechan la circunstancia para criticar a sus enemigos y capitalizar la “solidaridad” gratuita y dirigida desde las alturas; un alarde que deja de ser ayuda para convertirse en despreciable altanería.
Por eso, y quizás también por la triste circunstancia de ser Cuba y Haití naciones mendigas, muchos cubanos estamos en condiciones de calar la magnitud de su desgracia y sentir como propio el sufrimiento de nuestros vecinos antillanos, solidaridad que crece en nuestros espíritus como parte de la familia humana que perdimos en este evento. Los cubanos podemos imaginar mejor que nunca cuán destructivo podría ser el impacto de un sismo de tal magnitud sobre cualquiera de nuestras propias endebles y empobrecidas ciudades, sobre todo después de venir sufriendo los embates de medio siglo de catástrofe permanente.
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La Nación y La Nación

Miércoles, 27 de Enero de 2010 Yoani Sánchez Sin comentarios
amaury

Hace mucho tiempo que nuestra identidad dejó de estar contenida en una Isla. El acto de nacer y crecer en este alargado territorio ya no es el elemento principal para portar su nacionalidad. Somos un pueblo desperdigado entre los cinco continentes, como si nos hubiera atomizado sobre el lienzo del mapamundi la mano errática de las necesidades económicas y de la falta de libertad.
Sé lo que se siente. Sé lo duro que es ir a un consulado cubano en un país cualquiera y que te pidan una firma por la libertad de cinco agentes del Ministerio del Interior –presos en Estados Unidos– pero no te preguntan, siquiera, si pueden auxiliarte en algo. He escuchado a una joven llorar en una embajada en Europa mientras un funcionario le repite que no puede retornar a su propio país por haber excedido los once meses de permiso de salida. También he sido testigo de la otra parte. De la negativa recibida por muchos que aquí solicitan la tarjeta blanca para subir a un avión y saltarse la insularidad. Las limitaciones para viajar se nos han vuelto rutina y algunos han llegado a creer que debe ser así, porque conocer otros lugares es una prebenda que nos dan, una prerrogativa que nos otorgan.
Esos pocos que deciden quién entra o sale de este archipiélago han elegido a los participantes del encuentro La Nación y la Emigración que sesiona desde hoy en el Palacio de las Convenciones. He leído los puntos a debatir durante estos dos días y no creo que representen las preocupaciones y demandas de la mayoría de los emigrados cubanos. Salta a la vista que no se incluye la exigencia de poner fin a las confiscaciones de propiedades para los que se radican en otro país, ni se menciona la necesidad de devolverle el derecho al voto a los exiliados. Ni siquiera encuentro, en la agenda a tratar, el anuncio del fin de las limitaciones que tienen muchos de ellos para ingresar o radicarse en su propio terruño.
La parte de los que vivimos en la Isla tampoco está representada en toda su pluralidad y sus matices, sino que tiene el sello de lo oficial y el acartonamiento de lo dirigido. Ambas muestras –la de adentro y la de afuera– están cercenadas y filtradas para evitar que *La Nación y la Emigración* termine por convertirse en un pase de lista de las atrocidades migratorias que padecemos. Más que reclamaciones y críticas, las autoridades que organizaron el encuentro quieren escuchar en la enorme sala –donde suele reunirse el Parlamento– el sonido estrepitoso de los aplausos.
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Las culpas no caen del cielo

Miércoles, 27 de Enero de 2010 Voces Cubanas Sin comentarios


Pago mi servicio social como egresada universitaria en un registro de la propiedad, una institución estatal perteneciente al Ministerio de Justicia, que se encarga de resguardar el tráfico jurídico inmobiliario.
Hace unos meses, al Ministerio llegó el último de cuatro anónimos, que acusaba de corruptos a los registradores y especialistas de Ciudad de la Habana. Se inició una investigación y se celebraron reuniones y entrevistas con los trabajadores.
El asunto, como era de esperar, llegó al plano político. Salió a relucir el enemigo eterno. El imperio (Estados Unidos) nuevamente atacando, ahora con anónimos, para dividir nuestras filas. Aquéllo parecía una indirecta directa. Mis superiores saben que soy periodista independiente.
En la isla, muchos de veras se creen que somos el ombligo del mundo, la manzana prohibida del país más poderoso del orbe. Y me surge una duda: ¿realmente los dirigentes cubanos creen que somos un tema prioritario en la agenda estadounidense? Incluso plantearon la idea de que “la mafia de Miami”, podría estar formando un nuevo registro de la propiedad, con certificaciones emitidas por  instituciones en Cuba.
En la investigación, preguntaron a los trabajadores cuáles eran las aéreas de mayor riesgo para propiciar la corrupción. Como siempre, la manía de no tocar el fondo del asunto. Las ilegalidades se acabarán en este país, cuando el trabajador no tenga necesidad de recurrir a la comisión de delitos para obtener ingresos y satisfacer sus necesidades individuales. ¿Será que el imperio también tiene la culpa de esto?
Como dice mi abuela, “las culpas nunca caen al suelo”. Si no existiera el “bloqueo” (embargo), otro gallo cantaría. Por eso en mi centro han robado cinco veces en tres años. Las dos últimas, después que cambiaron la marquetería de madera por la de aluminio. El ladrón poco a poco se fue llevando puertas y ventanas. Tal vez lo mandaron los yanquis, en su afán de destruir la revolución.
Lo cierto es que los platos rotos los pagamos los trabajadores. Malditos yanquis, por su culpa tenemos una jornada de ocho horas, sin almuerzo, un horario extendido, dos días a la semana (de 8:00 de la mañana a 7 de la noche), en las mismas condiciones. Y para protegernos de las agresiones, debemos cuidar los bienes estatales, porque son “de todo el pueblo”.
“La responsabilidad es de todos, no es sólo pedir al Estado, también hay que darle”, afirmó la directora provincial de Justicia. Si no aparece una persona dispuesta a ocupar la plaza de custodio, comenzarán las guardias obreras.  ¿Esto también lo planifica el imperio?
Otra manía revolucionaria más: exigir sacrificios. No importan los problemas personales, hay que ofrendarse en pos del bien común. Lo malo del caso es que llevamos cincuenta años esperando los resultados.
De todo tiene la culpa el imperialismo. Él es responsable de anónimos sobre la corrupción, de ilegalidades, robos al Estado y las miserias que pasamos los cubanos. Todo es minuciosamente preparado en las entrañas del monstruo. El gobierno de Estados Unidos no duerme pensando en nosotros.
El día que la dirigencia histórica deje de buscar un culpable por sus errores en el enemigo eterno, vendrán los cambios a Cuba. Para ello, es necesario que dejen de verse como el ombligo del mundo y la manzana apetecible de Adán, y piensen más en las necesidades de los cubanos.
Laritza Diversent

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