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martes, 21 de marzo de 2017

Lorenzo Mendoza, El trump que necesita una Nueva #Venezuela

Lorenzo Mendoza, ¿presidente de Venezuela?



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO



Escribo estas líneas hondamente preocupado por la ausencia de nuevas
caras, nuevas ideologías y nuevos proyectos estratégicos para la
Venezuela que despierta de la tragedia, al desnudo. El liberalismo, en
todas sus vertientes, es la gran deuda pendiente de la historia de la
República. Es un tema candente y hacer como que no existe no deja de ser
un grave descuido político. El caso Mauricio Macri lo ha puesto, sin
quererlo, nuevamente en el candelero. Y el de Sebastián Piñera, que muy
probablemente sea el próximo candidato de la oposición al gobierno
socialista de Michelle Bachelet en Chile, lo reafirme. No se trata de
asunto de personalidades. Se trata de un asunto estrictamente político,
ideológico y estratégico: el paso de empresarios exitosos al escenario
político, confrontados con la incapacidad de los políticos profesionales
ante sociedades devastadas o en peligro de devastación por malas
políticas, de la que en parte suelen ser corresponsables.En el caso de
Macri y Piñera, el resultado inicial ha sido extraordinariamente
exitoso. Macri, al frente de la alcaldía de la ciudad de Buenos Aires.
Piñera, al frente del gobierno de Chile. Se ha necesitado de la insólita
inoperancia y la desquiciada voluntad de los socialistas chilenos y los
minimizados socialcristianos de la DC para demostrar que su gobierno
fue, desde todo punto de vista, exitoso. Chile ha ingresado a la
antesala de la caída del PIB y el freno del crecimiento que Piñera le
inyectara a la economía chilena. Chile se ve confrontado nuevamente a
viejos rencores y aflicciones y su liderazgo político no parece capaz de
frenar la tendencia.El caso Macri es tanto más pertinente, cuanto que
rompiendo todos los pronósticos y tradiciones ha logrado darle un
varapalo al populismo peronista, radical y socialista que se hiciera a
la tarea de anular los legítimos y muy merecidos sueños de grandeza con
que Argentina entrara al siglo XX. Tras más de ochenta años de estatismo
devastador, la Argentina vuelve a ser dirigida por una personalidad
ilustrada, exitosa y capaz de representar un pensamiento auténticamente
liberal y progresista en un país que reproduce el canceroso mal de
América Latina: el populismo rentista, clientelar e irresponsable de
quienes no se imaginan otra forma de vida económica que el subsidio, el
reparto y la beneficencia del Estado.Lo interesante de ambos casos es
que ni Macri ni Piñera alcanzaron el poder prometiendo regalar casas o
títulos de propiedad, vicio y tara genética de la política venezolana
que vuelve a asomar sus pezuñas en Venezuela. Sin propósito de estricta
justicia, es oportuno aclararlo, sino para quebrar la dependencia de
quienes las recibieran del más populista de los populismos conocidos en
Venezuela y reemplazarlo por otro populismo democrático, aparentemente
de mejor catadura. Dando la triste impresión de que para gobernar en
Venezuela no existiría otro camino que seguir las enseñanzas de los
decadentes emperadores romanos: darle a la plebe ??chusma querida? la
llamaba Arturo Alessandri Palma, el primer populista chileno? pan y
circo. O pan y toros, como replicaran los populistas españoles.Ante esa
situación, ¿qué otro camino resulta perfectamente viable en una
Venezuela abrumada por las tragedias y en medio de una crisis volcánica,
derivada de la profunda decadencia de las élites políticas de todo
signo y condición, que no sea dejar de esperar nada de los políticos de
viejo y reciente cuño ?todos, cual más cual menos, marcados a sangre y
fuego por el socialismo estatólatra venezolano? y apostar las ilusiones
en un gerente de alto vuelo, capaz de llevar el timón de la primera
empresa del país, y convertirla en un emporio de dimensiones globales?
Por cierto: tanto o más poderosa que las de Macri y Piñera.En ambos
casos y en el de Venezuela, en particular, lo que explica la deriva
política de exitosos empresarios en América Latina es la dramática
carencia de liberalismo político de alto vuelo. En donde el caciquismo
de raíz precolombina ?los Lautaro, los Guaicaipuro, los Tamanaco? y el
caudillismo poscolombino ?los Cortés y todos sus herederos? han lastrado
a nuestras sociedades con la dependencia congénita de los individuos al
jefe de la tribu. En tal sentido, la Independencia, antes que
emanciparnos del cacique-caudillo, lo que hizo fue profundizar la
dependencia a los héroes de bronce. El caso Bolívar en Venezuela ha
alcanzado dimensiones apocalípticas.Tal vez deba aclarar que no escribo
estas líneas por loar a Lorenzo Mendoza, a quien conozco, respeto y
considero. De quien supongo los mejores y más desinteresados anhelos de
progreso para el país, pues solo un país floreciente permitirá que siga
floreciendo la importante empresa de su familia, parte esencial de
nuestra cultura cívica. Lo escribo hondamente preocupado por la ausencia
de nuevas caras, nuevas ideologías y nuevos proyectos estratégicos para
la Venezuela que despierta de la tragedia al desnudo. El liberalismo,
en todas sus vertientes, es la gran deuda pendiente de la historia de la
República.El populismo estatólatra es la loza que aplasta toda
perspectiva de renacimiento para Venezuela. La politiquería marrullera,
una de sus trabas. Esperemos que surja de estos lodazales un nuevo
espíritu de civilidad. La esperanza es lo último que se pierde.



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