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viernes, 3 de marzo de 2017

Raúl Castro podrá irse el 24/2/2018 pero el castrismo luchará por quedarse

Comienza la cuenta atrás para la salida de Raúl Castro del poder



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO




Comienza la cuenta atrás para la salida de Raúl Castro del poder

El presidente prometió dejar el cargo el 24 de febrero de 2018. Analizamos su legado y un futuro del que nada se sabe

















Raúl Castro anunció que abandonaría el poder en 2018, diez años después de asumirlo. (EFE)



Raúl Castro anunció que abandonaría el poder en 2018, diez años después de asumirlo. (EFE)









El 24 de de febrero del próximo año Raúl Castro debe abandonar la presidencia de Cuba si cumple con la promesa
que varias veces ha hecho. Su anunciada salida del poder es tomada con
suspicacia por algunos y vista como un hecho ineludible por otros, pero
casi nadie discute que su partida pondrá punto final a seis décadas de
mandato de la llamada generación histórica.
Por
primera vez, el proceso político comenzado en enero de 1959 tendrá un
líder que no participó en la lucha contra la dictadura de Fulgencio
Batista. Sin embargo, Castro puede mantener el mando del Partido
Comunista hasta 2021, un cargo con poderes por encima del Ejecutivo y
consagrados en la Constitución de la República.
En
los 365 días que le quedan en su cargo de presidente de los Consejos de
Estado y de Ministros, se espera que el gobernante de 85 años impulse
varias medidas con vistas al futuro. Entre ellas está la Ley Electoral,
que anunció hace dos años y que determinará el panorama político que
deje tras su retiro.
En los 365 días que le quedan en su cargo de presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros, se espera que el gobernante impulse
varias medidas con vistas al futuro. Entre ellas está la Ley Electoral


En los próximos meses se definirán las relaciones entre
La Habana y Washington en el contexto de la nueva presidencia de Donald
Trump y, en clave interna, el plano económico. Los bajos salarios, la
dualidad monetaria, el déficit habitacional y el desabastecimiento de
productos son algunos de los problemas más acuciantes para los que la
población espera soluciones.
Raúl Castro asumió la
presidencia en febrero de 2008, aunque desde mediados de 2006 sustituía a
Fidel Castro, tras una crisis de salud que obligó a éste a retirarse de
la vida pública. Ante la proximidad de la fecha que él mismo se puso
para salir de la presidencia, el gobernante está obligado a acelerar la
marcha de sus decisiones y definir la sucesión.
En
2013 Castro quedó confirmado como presidente para un segundo mandato. En
aquella ocasión limitó los cargos políticos a un máximo de diez años y
enfatizó la necesidad de darle espacio a figuras más jóvenes. Uno de
esos rostros ha sido Miguel Díaz-Canel, un político de 56 años que
escaló a través de la estructura partidista y que ahora ocupa la
vicepresidencia.
En el segundo escalón de poder del
Partido se mantiene José Ramón Machado Ventura, un octogenario con
reputación de ortodoxo que en los últimos meses ha ganado mucho espacio
en los medios nacionales. Una división del poder entre Díaz-Canel y
Machado Ventura (uno como presidente del Consejo de Estado y de
Ministros y otro como secretario general del Partido) sería una
situación inédita para millones de cubanos que solo conocen la
concentración de la autoridad en un solo hombre.
Sin
embargo, muchos sospechan que tras los rostros que ocupen los cargos
públicos, el clan familiar seguirá moviendo los hilos de la mano de Alejandro Castro Espín.
El hijo del presidente, ascendido a asesor de seguridad nacional, aún
no es miembro del Comité Central del Partido, del Consejo de Estado y ni
siquiera diputado al Parlamento.
Muchos sospechan que tras los rostros que ocupen los cargos
públicos, el clan familiar seguirá moviendo los hilos de la mano de
Alejandro Castro Espín, el hijo del presidente


Para Dagoberto Valdés, director del Centro de Estudios
Convivencia, Raúl Castro se va sin hacer la tarea. "Fueron muchas las
promesas, muchas las pausas y pocas las prisas", resume. Opina que
muchos esperaban que las "muy anunciadas reformas pasaran de lo
superficial a la profundidad del modelo: única manera de actualizar la
economía, la política y la sociedad cubana".
Castro
debería "por lo menos, impulsar hasta ser aprobada por la Asamblea
Nacional una Ley Electoral" que permita "la participación plural de los
ciudadanos", apunta Valdés. También cree que debería otorgar
"personalidad jurídica a las empresas privadas" y "dar también estatus
legal a otras organizaciones de la sociedad civil".

El académico estadounidense Ted Henken no cree que el actual presidente
abandone su cargo al frente del Partido. Para Henken, la gestión de
Castro ha sido exitosa por "mantener el poder de los históricos de la
Revolución bajo el modelo autoritario y vertical instalado hace más de
medio siglo" y "haber establecido una nueva relación potencialmente más
beneficiosa con EE UU y emprender algunas reformas económicas
significativas".
Sin embargo, el profesor de
sociología y estudios latinoamericanos en el Baruch College de Nueva
York ve como "una gran ironía que el Gobierno ha estado más dispuesto a
sentarse a dialogar con el supuesto enemigo que con el propio pueblo" y
señala "la falta de derechos políticos fundamentales y libertades
civiles básicas" como "una mancha negra en el legado de los hermanos
Castro".
La bloguera Regina Coyula, que trabajó de
1972 a 1989 en la Dirección de Contrainteligencia del Ministerio del
Interior, vaticina que Castro será recordado como alguien "que pudo y no
se atrevió". En un inicio lo vio como "un hombre más sensato que el
hermano y mucho más pragmático" pero con el paso del tiempo "al no hacer
lo que tenía que hacer, nada salió como tenía que haber salido".
Quizás "llegó con ciertas ideas y cuando se encontró con la realidad
se dio cuenta de que introducir determinados cambios iba a traer una
transformación del sistema político del país", apunta Coyula


Quizás "llegó con ciertas ideas y cuando se encontró con
la realidad se dio cuenta de que introducir determinados cambios
inevitablemente iba a traer una transformación del sistema político del
país", apunta Coyula. Eso es algo que "no está dispuesto a asumir. No
quiere ser él quien pase a la historia con esa nota en su biografía".
La periodista independiente Miriam Celaya recuerda que "el vaso de
leche que prometió todavía está pendiente" y también "todo el auge que
se le quiso dar al sector de trabajo por cuenta propia". Sostiene que en
el último año se ha producido "una marcha atrás, un retroceso, un
exceso de control" para el sector privado.
Con la
muerte de Fidel Castro, su hermano "tiene las manos desatadas para ser
todo lo reformista que algunos creían que iba a ser", reflexiona la
columnista. "En este último año debería liberar un poco lo que llaman
los marxistas las fuerzas productivas", aunque se muestra "convencida"
de que "no lo va a hacer".
En cuanto a un sucesor,
Celaya opina que el sistema cubano es "muy críptico y todo llega en un
lenguaje de señas, hay que estarse fijando en cada acto público con la
plana mayor en quién está y quién no".
"Lo peor que
tiene todo este panorama es lo incierto, el peor legado que nos deja
Raúl Castro es la magnificación de la incertidumbre", apunta. "No hay un
rumbo, no hay un horizonte, no hay nada". Será recordado como "el
hombre que perdió la oportunidad de enmendar el rumbo de la Revolución".
"No será visto como el hombre que supo, en medio de las turbulencias,
reconducir la nación", lamenta Manuel Cuesta Morúa. El opositor, que
pertenece a la Mesa Redonda de Unidad para la Acción Democrática (MUAD) y
a la plataforma ciudadana #Otro18, reprocha a Raúl Castro de no haber
realizado las "reformas políticas que necesita el país para avanzar
económicamente: ni se abre ni se cierra al capital y es incapaz de
articular otra respuesta a la autonomía de la sociedad que no sea la
huida o la represión".
Iliana Hernández, directora del programa independiente Lente Cubano
reconoce que en los últimos años Raúl Castro ha devuelto a los cubanos
"algunos derechos" como "la compra y venta de casas, de autos, el
incremento de los negocios privados y el derecho a viajar". La activista
opina que este año el mandatario debe "convocar unas elecciones libres,
legalizar los partidos y dejar de reprimir a la población".
En cuanto a la oposición, Hernández cree que está "haciendo cosas que antes no se hacían y eran impensables hacer".
La disidente Martha Beatriz Roque Cabello es muy crítica con la gestión
de Castro y señala que ni siquiera cumplió con su promesa de la
reunificación monetaria. "Habló de una nueva Constitución, de un nuevo
sistema económico, que ya ni en los Lineamientos se mencionan tan
siquiera", denuncia.
"Para tratar de salvar lo mal hecho, en primer lugar debería poner
en libertad a todos aquellos que están presos sencillamente por pensar
diferente bajo distintos tipos de sanciones"


"Para tratar de salvar lo mal hecho, en primer lugar
debería poner en libertad a todos aquellos que están presos
sencillamente por pensar diferente bajo distintos tipos de sanciones",
reflexiona Roque Cabello. Sugiere, también, que se siente a dialogar con
la oposición para que ésta le diga "cómo conducir la economía del país,
que está desvirtuada".
Aunque ve diferencias entre
los estilos de gobierno de Fidel y Raúl Castro, "este es tan dictador
como su hermano", sentencia. La disidente, condenada durante la
Primavera Negra de 2003, no considera a Díaz-Canel como el sucesor. "Es
una persona utilizada, no creo que sea el relevo", y apunta a Alejandro
Castro Espín o al exyerno de Castro, Luis Alberto Rodríguez
López-Callejas, como posibles sustitutos.
Este diario
intentó contactar con personas próximas al oficialismo para recabar su
opinión sobre el legado de Raúl Castro, su sucesión y los retos que deja
para el futuro, pero todos rechazaron responder. Rafael Hernández,
director de la revista Temas, declaró al Diario de las Américas
en una entrevista: "Debe haber una renovación que incluya a todos
aquellos que llevan un tiempo como ese [10 años]. No obstante, no todos
los miembros del Consejo de Estado llevan 10 años, ni todos los
ministros llevan 10 años".
Es lo máximo que se atreven a decir los partidarios del Gobierno.

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